Los niños elegidos ya no son tan niños, la mayoría están terminando sus estudios universitarios, algunos trabajan e incluso hay quien, como Izzy, tiene su propia compañía. Aún con todo, siguen con sus aventuras entre el mundo real y el digital, luchando contra digimones desbocados o lo que se tercie, pero nada como lo que se les avecina, puesto que, por alguna misteriosa razón, muchos niños están cayendo en coma. Para encontrar la solución contarán con la ayuda de Menoa Belluci, una prestigiosa investigadora, y su misterioso asistente.
Aunque yo nunca fui un fanático de la serie original, siempre que podía la veía y disfrutaba con las andanzas de Tai, Matt y compañía, incluso no falté a la cita cuando se estrenó en cines ese remontaje yanqui titulado Digimon: La película. Tenía claro que tampoco me podía perder Digimon Adventure: Last Evolution Kizuna (ídem, 2020), más cuando sus responsables originales estaban involucrados y, todavía más, porque venía precedida por unos comentarios muy positivos dentro del fandom.
El film, dirigido por Tomohisa Taguchi (Persona 4 the Golden Animation) y escrito por Akiyoshi Hongo y Akatsuki Yamatoya, no resulta especialmente imaginativo, pero está hecho con un gran respeto y pensado para despertar la nostalgia de los que siguieron fielmente las aventuras originales. La historia no es otra que una historia de maduración, de avanzar en la vida, de la evolución de los personajes, de dejar atrás definitivamente la infancia (aunque, pienso, eso es algo que nunca se debería hacer... y tampoco creo que lo hagan los personajes) y asumir las responsabilidades que conlleva la vida adulta, hecho que trae unas consecuencias, nos guste o no, y que las deberán asumir los protagonistas para así poder ayudar a sus amigos y al resto del mundo.
Los efectos que produce Digimon Adventura: Last Evolution Kizuna en los fanáticos de la franquicia son estimable, les hace llorar a moco tendido, les hace emocionarse, se ven reflejados en los personajes y su forzosa evolución, además de que disfrutan con cada aparición de los protagonistas y sus mascotas virtuales. Para los que nos gusta el original pero no somos necesariamente fanes, el efecto es más difuso, o al menos a mí no me hizo sentir grandes emociones, pero sí que me divertí con los misterios, las aventuras y los enfrentamientos entre criaturas. Una disfrutable película.
Aunque yo nunca fui un fanático de la serie original, siempre que podía la veía y disfrutaba con las andanzas de Tai, Matt y compañía, incluso no falté a la cita cuando se estrenó en cines ese remontaje yanqui titulado Digimon: La película. Tenía claro que tampoco me podía perder Digimon Adventure: Last Evolution Kizuna (ídem, 2020), más cuando sus responsables originales estaban involucrados y, todavía más, porque venía precedida por unos comentarios muy positivos dentro del fandom.
El film, dirigido por Tomohisa Taguchi (Persona 4 the Golden Animation) y escrito por Akiyoshi Hongo y Akatsuki Yamatoya, no resulta especialmente imaginativo, pero está hecho con un gran respeto y pensado para despertar la nostalgia de los que siguieron fielmente las aventuras originales. La historia no es otra que una historia de maduración, de avanzar en la vida, de la evolución de los personajes, de dejar atrás definitivamente la infancia (aunque, pienso, eso es algo que nunca se debería hacer... y tampoco creo que lo hagan los personajes) y asumir las responsabilidades que conlleva la vida adulta, hecho que trae unas consecuencias, nos guste o no, y que las deberán asumir los protagonistas para así poder ayudar a sus amigos y al resto del mundo.
Los efectos que produce Digimon Adventura: Last Evolution Kizuna en los fanáticos de la franquicia son estimable, les hace llorar a moco tendido, les hace emocionarse, se ven reflejados en los personajes y su forzosa evolución, además de que disfrutan con cada aparición de los protagonistas y sus mascotas virtuales. Para los que nos gusta el original pero no somos necesariamente fanes, el efecto es más difuso, o al menos a mí no me hizo sentir grandes emociones, pero sí que me divertí con los misterios, las aventuras y los enfrentamientos entre criaturas. Una disfrutable película.
LO MEJOR:
-Una historia entretenida e interesante sobre la maduración.
-Los enfrentamientos están bien llevados, y las digievoluciones siguen molando tanto como antaño.
-El tramo final sin duda es el que más puede emocionar.
-Técnicamente tiene un buen nivel, y la última batalla es notable.
LO PEOR:
-Que, como pasa en otras cintas niponas, en ocasiones es demasiado discursiva (en el tercer acto en este caso).
¿Quién debería verla?
Los que gustasen, por poco que fuera, de la serie original.
¿Y quién no?
Si eres más de "hacerte con todos".
De crecer y otros males:
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