Mort Rifkin viaja a San Sebastián con Sue, su mujer, por obligación, ya que ésta trabaja de publicista y uno de sus clientes estrena película en el festival. El hombre piensa que Sue se la está dando con Phillippe, joven y exitoso director con el que trabaja ella, y mientras divaga sobre esa posible relación, conoce la ciudad y a una joven doctora española de la que se enamora casi al instante.
No soy ni fan ni gran conocedor de la filmografía de Woody Allen, probablemente pueda contar con los dedos de una mano las películas que he visto de su extensa filmografía, y ninguna de ellas, hasta la fecha, la había visto en un cine. El hecho de que la cartelera en la pandemia sea algo menos variada y, sobre todo, comercial, y también porque me picaba la curiosidad, hizo que me decidiera ver Rifkin's Festival (ídem, 2020).
También influye que la rodara en San Sebastián y la historia se desarrolle durante su festival, aunque dicho evento solo es el fondo para una historia de un hombre, y un matrimonio, en crisis. Porque al final no deja de ser una película de Woody Allen, de su alter ego soltando sus neuras y buscando el sentido de su existencia, sentido que parece encontrar durante los momentos en los que se encuentra con Joanna, y es a partir de esos momentos cuando la película despega.
Porque antes es entretenida, pero también algo anodina, falta de chispa, así que una vez se produce ese primer encuentro parece que los personajes, como el mismo Mort, comienzan a brillar y las situaciones se vuelven más divertidas (esas excusas para ver a la doctora) y todo empieza a cobrar sentido, incluso las ensoñaciones (y sueños) del prota son más interesantes y hasta esclarecedoras, ensoñaciones con las que Allen aprovecha para homenajear sin rubor clásicos como Ciudadano Kane, Al final de la escapada y otros tantos clásicos (europeos la mayoría) que este humilde ignorante no reconoce.
Wallace Shawn (La princesa prometida), el cual interpreta al típico personaje protagonista de muchas cintas de Allen, un hombre con muchas preguntas existenciales ("las grandes preguntas", dice él), admirador de los clásicos europeos y que detesta todo cine que huela un poco a comercialidad; Gina Gershon (Lazos ardientes) por su parte da vida a su improbable mujer, una publicista a la que no cabe duda le hace tilín su atractivo cliente, un realizador galo joven y que está remontando la cresta de la ola de su carrera, y que es interpretado por Louis Garrel (El oficial y el espía). Elena Anaya (Wonder Woman) es la doctora a la que recurre constantemente Mort, una mujer fascinante pero a la que no le faltan dramas. También forman parte del reparto, en sendos breves papeles, Sergi López (El Niño) y Christoph Waltz (Spectre), entre otros.
Por suerte, a pesar de no tener un comienzo muy potente, Rifkin's Festival termina siendo una comedia ligera pero muy entretenida, con unos personajes con los que vas congeniando a medida que avanza la historia. No será lo mejor de la filmografía del prolífico realizador, pero aún así merece la pena.
No soy ni fan ni gran conocedor de la filmografía de Woody Allen, probablemente pueda contar con los dedos de una mano las películas que he visto de su extensa filmografía, y ninguna de ellas, hasta la fecha, la había visto en un cine. El hecho de que la cartelera en la pandemia sea algo menos variada y, sobre todo, comercial, y también porque me picaba la curiosidad, hizo que me decidiera ver Rifkin's Festival (ídem, 2020).
También influye que la rodara en San Sebastián y la historia se desarrolle durante su festival, aunque dicho evento solo es el fondo para una historia de un hombre, y un matrimonio, en crisis. Porque al final no deja de ser una película de Woody Allen, de su alter ego soltando sus neuras y buscando el sentido de su existencia, sentido que parece encontrar durante los momentos en los que se encuentra con Joanna, y es a partir de esos momentos cuando la película despega.
Porque antes es entretenida, pero también algo anodina, falta de chispa, así que una vez se produce ese primer encuentro parece que los personajes, como el mismo Mort, comienzan a brillar y las situaciones se vuelven más divertidas (esas excusas para ver a la doctora) y todo empieza a cobrar sentido, incluso las ensoñaciones (y sueños) del prota son más interesantes y hasta esclarecedoras, ensoñaciones con las que Allen aprovecha para homenajear sin rubor clásicos como Ciudadano Kane, Al final de la escapada y otros tantos clásicos (europeos la mayoría) que este humilde ignorante no reconoce.
Wallace Shawn (La princesa prometida), el cual interpreta al típico personaje protagonista de muchas cintas de Allen, un hombre con muchas preguntas existenciales ("las grandes preguntas", dice él), admirador de los clásicos europeos y que detesta todo cine que huela un poco a comercialidad; Gina Gershon (Lazos ardientes) por su parte da vida a su improbable mujer, una publicista a la que no cabe duda le hace tilín su atractivo cliente, un realizador galo joven y que está remontando la cresta de la ola de su carrera, y que es interpretado por Louis Garrel (El oficial y el espía). Elena Anaya (Wonder Woman) es la doctora a la que recurre constantemente Mort, una mujer fascinante pero a la que no le faltan dramas. También forman parte del reparto, en sendos breves papeles, Sergi López (El Niño) y Christoph Waltz (Spectre), entre otros.
Por suerte, a pesar de no tener un comienzo muy potente, Rifkin's Festival termina siendo una comedia ligera pero muy entretenida, con unos personajes con los que vas congeniando a medida que avanza la historia. No será lo mejor de la filmografía del prolífico realizador, pero aún así merece la pena.
LO MEJOR:
-Que va de menos a más, quedando una comedia, con sus tintes dramáticos, muy divertida.
-Wallace Shawn y Elena Anaya.
LO PEOR:
-La falta de chispa inicial.
-A la mayor parte de los secundarios les falta enjundia.
¿Quién debería verla?
Completistas y quien busque una película sencilla con la que pasar un rato agradable.
¿Y quién no?
Seguro que ellos lo saben mejor que yo.
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