14 septiembre 2017

Verónica

Estamos en verano de 1991, un fenómeno astronómico mantiene excitado a todo el mundo, entre los que se encuentran Verónica, una adolescente de quince años, y sus amigas, las cuales aprovechan el parón de clase en el que deberían observar el eclipse para bajar al sótano y jugar con una ouija para comunicarse con el más allá. Contactan con algo, pero no con nadie que desearían.

Paco Plaza (junto con Jaume Balagueró) revolucionó el terror patrio allá por el 2007 gracias a [Rec], cinta que engatusó no solo al público nacional, sino que tuvo una notable repercusión internacional (con remake incluido) y le dio una mayor fama al cine de género español, que pasó una, quizá corta, etapa de oro. Tan solo dos años después vino la secuela, también con buenos comentarios y repercusión, mientras que en 2012 Plaza dirigiría en solitario la tercera entrega, que parece que contentó al fandom y a buena parte de la crítica, pero cuya taquilla no fue para tirar cohetes.

Y ahora, tras un tiempo en barbecho (parece que ha dirigido algún episodio de El Ministerio del Tiempo), Paco Plaza regresa con una cinta inspirada en hechos reales (exactamente en el único atestado policial conocido en España que recoge unos hechos paranormales) y lo hace logrando una aceptable recaudación inicial (sobre todo teniendo en cuenta que agosto ha sido un mes flojo en la taquilla, como suele ser habitual) y muchas alabanzas por parte de la crítica, que incluso sitúa a Verónica (ídem, 2017) como un nuevo hito en el cine de terror español.

En gran parte empujado por las bonitas palabras vertidas sobre la obra (en redes sociales o desde la prensa especializada), no dudé en ir a visionarla, junto a un amigo con especial gusto por el género, con expectativas elevadas además y, aunque en algún momento dudé de si se iban a cumplir, por suerte al final salí muy satisfecho de la experiencia cinematográfica, logrando incluso que durante la noche tuviera algún sueño raruno sin duda inspirado por la misma.

Y es que Verónica consigue mantenerte intranquilo durante la mayor parte de su desarrollo, logra que sientas temor por ese extraño ente de otro lugar, un ser oscuro, sin rostro y que parece vivir en las paredes y las sombras, que sigue a todas partes a una protagonista cada vez más angustiada, y que cada vez aparece con mayor frecuencia, como si poco a poco se adaptara al entorno.
Uno de los puntos fuertes de la película es su cuidada ambientación. Aquellos que hemos vivido en los noventa la infancia o adolescencia, inevitablemente nos sumergiremos en ese ambiente tan particular que ha conseguido Paco Plaza y su director de fotografía, Pablo Rosso. Estéticamente, por tanto, bebe del cine de los 90, teniendo una textura muy de 35 mm (no sé si se habrá rodado en dicho formato o solo ha sido cosa de la fotografía y/o postproducción). A ello hay que sumar el detalle de usar temas de Héroes del Silencio (no creo que sea casual que Plaza dirigiera Bunbury 3D allá por 2010), que por aquella época triunfaban, cosa que le da un plus al conjunto.

El elenco está encabezado por la debutante Sandra Escacena, cuyo personaje se tiene que encargar del cuidado de sus hermanos (interpretados por Claudia Placer, Bruna González e Iván Chavero, y lo hacen francamente bien) y de más responsabilidades que la mayoría de las chicas de su edad; Ángela Fabián (El Príncipe) interpreta a Rosa, su mejor amiga, aunque tras jugar con la ouija se vuelve huidiza, mientras que Carla Campra (Marsella) es Diana, otra compañera de instituto por la que la protagonista no siente especial aprecio. Por último está su madre, a la que da vida la que fue una niño prodigio del cine español, Ana Torrent (El espíritu de la colmena, Tesis), toda una veterana ya. También tiene un papel relevante Consuelo Trujillo (La novia), como una siniestra monja que le dará claves importantes a Verónica; por otra parte Leticia Dolera (Requisitos para ser una persona normal), que es esposa del director, también tiene un papelito, casi un cameo; y el inspector que escribió el atestado está interpretado por Chema Adeva (Tarde para la ira).

Verónica es una buena oportunidad para volver a apostar por el cine de terror nacional, para que directores que parecen estar en las sombras, a pesar de tener buenos trabajos detrás, emerjan y que el fantástico español vuelva con fuerza a ser uno de los más solicitados tanto en festivales como en salas de todo el mundo. No estaría mal.


LO MEJOR:
-Una buena historia, bien desarrollada y con un clímax muy contundente y tenso.
-Muy buena realización de Plaza, buena música con un estupendo uso de sintetizadores, genial ambientación noventera...
-El momento tenedor, la primera aparición de la criatura.
-La protagonista, muy buen debut de Sandra Escacena.

LO PEOR:
-Que el público no acuda en masa a verla.

¿Quién debería verla?

Los amantes del fantástico y, especialmente, del cine de terror.

¿Y quién no?
Quien tenga pesadillas al menor susto.

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