X-Men Orígenes: Lobezno, sin ser una decepción absoluta, no convenció a casi nadie, yo fui uno de esos, pasé un rato entretenidillo, pero la historia del héroe de las garras de adamantium me dejó sin muchas ganas de ver más andanzas en solitario del personaje (aunque el cameo en X-Men: Primera generación me encantó). A pesar de ello la curiosidad, y algún comentario meridianamente positivo (y otros muchos más bien negativos), me empujaron a acudir a una sala para comprobar con mis propios ojos si la nueva aventura de Logan (que más bien es secuela de X-Men: La decisión final) estaba a la altura de su carisma.
Logan vive en las montañas, apartado del mundo, las pesadillas le asaltan cada vez que duerme y los remordimientos por haber matado a Jean Grey le atormentan. No obstante lo termina por encontrar Yukio, que le dice que viene porque un viejo amigo está a punto de morir y desea despedirse de él. Acepta a regañadientes volar a Japón, pero cuando llega allí el viejo moribundo le tiene guardada una sorpresa en forma de propuesta: la mortalidad.