Garai y Michio Yûki son los dos únicos supervivientes del escape de un gas letal almacenado en una base del ejército de un país extranjero en la isla de Okinomafune; echando tierra sobre el asunto el gobierno japonés en connivencia con el extranjero. 15 años después, Michio irá tras su rastro, asesinando a todo aquel que estuvo implicado con el encubrimiento de tal atrocidad.
Mientras me releía MW, me dí cuenta de la gran deuda que tiene Naoki Urasawa con el Dios del Manga, pues tanto por historia, todo un thriller con asesinatos, conspiraciones y corrupción política, como por los personajes, retorcidos, manipuladores, ingenuos y contradictorios, se nota la influencia de Tezuka en la obra del autor de Monster. También es cierto que el recuerdo que tenía de MW no era totalmente positivo, ya que su final, como ocurre en no pocos cómics de Urasawa, me había dejado una amarga impresión que, deseaba, se suavizara con la relectura.