El día que me enteré de que Alejandro Amenábar iba a dirigir un film
ambientado durante la Guerra Civil, ya me tenía casi ganado, y más
cuando posteriormente leí algunos problemillas (creo que incluso
amenazas) que tuvo cuando empezó la producción. No obstante, tras su
estreno en el Festival de San Sebastián, se me quitaron un poco las ganas ante algunos comentarios negativos acerca del libreto (que escribe también el realizador de Tesis, junto a Alejandro Hernández), y también una frase en una entrevista con esta película he intentado no ofender, que me escamaba un poco. Pero aún así tenía claro que iría a verla.
Mientras dure la guerra (ídem, 2019) se centra en la figura de Miguel de Unamuno durante los primeros meses de contienda, poniendo en paralelo la historia del ascenso de Franco en el escalafón político-militar.
En realidad mi primera opción era Rambo: Last Blood, pero como en el cine al que iba a ir no la tenían, opté por ver la película protagonizada por Karra Elejalde (También la lluvia). Y, aunque los primeros compases puedan coger un poco de improviso a aquellos que no conocemos mucho del escritor y filósofo bilbaíno, a medida que avanza la historia va quedando más o menos claras las motivaciones del mismo, así como sus contradicciones. Y ese es uno de los grandes aciertos de film, describirnos a un ser humano con todos sus defectos y aciertos, alguien que se equivoca y al que le cuesta darse cuenta de ello, alguien capaz de desear un golpe de Estado, que es incapaz de girarse y mantener la mirada cuando se llevan a un amigo, pero que también es capaz de tener la valentía de decir las cosas claras ante una platea repleta de exaltados fascistas.
Y el gran culpable de dar vida a tan controvertido personaje de forma brillante, no es otro que el mencionado Elejalde. Un intérprete muy dado a mimetizarse en todo tipo de personajes (desde el pardillo de Airbag, hasta un voyeur atrapado en el tiempo en Los cronocrímenes, incluyendo un degustador de “gulas” en spots televisivos), y que aquí, bajo una buena capa de buen maquillaje, se mete en el bolsillo al espectador.
Sería injusto no mencionar a otros destacados miembros del elenco, como Santi Prego (La herencia Valdemar II: La sombra prohibida), que encarna a un Francisco Franco que, curiosamente, aporta gran parte de las notas de humor del film (a pesar de que Amenábar niegue que sea un personaje cómico); o Eduard Fernández (Biutiful, La zona), como el tuerto, manco y cojo general Millán-Astray, personaje que tiene mucho de caricatura dado su fanatismo, y que está excelentemente interpretado por el actor catalán. Estos tres intérpretes se podría decir que son los vértices sobre los que se apoya el filme, pero que estaría cojo sin las aportaciones de Luis Bermejo (Magical Girl), que da vida a Nicolás Franco, hermanísimo del posterior dictador Paco; Carlos Serrano-Clark (Acacias 38) y Luis Zahera (El reino) interpretan a los compañeros de café y amigos de Unamuno, Salvador Vila, un catedrático de izquierdas defensor de la República, y Atilano Coco, un pastor protestante, un trío de los más dispar a la vez que complementario (maravillosa la secuencia donde Unamuno y Salvador discuten mientras se acerca el crepúsculo). Habría que mencionar también a, entre otros, Nathalie Poza (No sé decir adiós), Patricia López Arnaiz (La peste), Tito Valverde (El comisario, Villaviciosa de al lado) y Mireia Rey (100 metros).
Para quien espere ver a los dos bandos enfrentarse en épicas y sangrientas batallas, Mientras dure la guerra no es su película. Amenábar se centra en unos pocos personajes y un corto periodo de tiempo, y ciertamente no se echan en falta ni tiros ni grandes y espectaculares secuencias, puesto tal y como ha planteado la historia consigue causar impacto al espectador, que verá paralelismo entre aquella y la actual época, donde el fanatismo parece ganar cada vez más terreno a la cultura y la razón. Deja un regusto agridulce que invita a la reflexión.
Mientras dure la guerra (ídem, 2019) se centra en la figura de Miguel de Unamuno durante los primeros meses de contienda, poniendo en paralelo la historia del ascenso de Franco en el escalafón político-militar.
En realidad mi primera opción era Rambo: Last Blood, pero como en el cine al que iba a ir no la tenían, opté por ver la película protagonizada por Karra Elejalde (También la lluvia). Y, aunque los primeros compases puedan coger un poco de improviso a aquellos que no conocemos mucho del escritor y filósofo bilbaíno, a medida que avanza la historia va quedando más o menos claras las motivaciones del mismo, así como sus contradicciones. Y ese es uno de los grandes aciertos de film, describirnos a un ser humano con todos sus defectos y aciertos, alguien que se equivoca y al que le cuesta darse cuenta de ello, alguien capaz de desear un golpe de Estado, que es incapaz de girarse y mantener la mirada cuando se llevan a un amigo, pero que también es capaz de tener la valentía de decir las cosas claras ante una platea repleta de exaltados fascistas.
Y el gran culpable de dar vida a tan controvertido personaje de forma brillante, no es otro que el mencionado Elejalde. Un intérprete muy dado a mimetizarse en todo tipo de personajes (desde el pardillo de Airbag, hasta un voyeur atrapado en el tiempo en Los cronocrímenes, incluyendo un degustador de “gulas” en spots televisivos), y que aquí, bajo una buena capa de buen maquillaje, se mete en el bolsillo al espectador.
Sería injusto no mencionar a otros destacados miembros del elenco, como Santi Prego (La herencia Valdemar II: La sombra prohibida), que encarna a un Francisco Franco que, curiosamente, aporta gran parte de las notas de humor del film (a pesar de que Amenábar niegue que sea un personaje cómico); o Eduard Fernández (Biutiful, La zona), como el tuerto, manco y cojo general Millán-Astray, personaje que tiene mucho de caricatura dado su fanatismo, y que está excelentemente interpretado por el actor catalán. Estos tres intérpretes se podría decir que son los vértices sobre los que se apoya el filme, pero que estaría cojo sin las aportaciones de Luis Bermejo (Magical Girl), que da vida a Nicolás Franco, hermanísimo del posterior dictador Paco; Carlos Serrano-Clark (Acacias 38) y Luis Zahera (El reino) interpretan a los compañeros de café y amigos de Unamuno, Salvador Vila, un catedrático de izquierdas defensor de la República, y Atilano Coco, un pastor protestante, un trío de los más dispar a la vez que complementario (maravillosa la secuencia donde Unamuno y Salvador discuten mientras se acerca el crepúsculo). Habría que mencionar también a, entre otros, Nathalie Poza (No sé decir adiós), Patricia López Arnaiz (La peste), Tito Valverde (El comisario, Villaviciosa de al lado) y Mireia Rey (100 metros).
Para quien espere ver a los dos bandos enfrentarse en épicas y sangrientas batallas, Mientras dure la guerra no es su película. Amenábar se centra en unos pocos personajes y un corto periodo de tiempo, y ciertamente no se echan en falta ni tiros ni grandes y espectaculares secuencias, puesto tal y como ha planteado la historia consigue causar impacto al espectador, que verá paralelismo entre aquella y la actual época, donde el fanatismo parece ganar cada vez más terreno a la cultura y la razón. Deja un regusto agridulce que invita a la reflexión.
LO MEJOR:
-Muy buena la dirección de Amenábar, así como la fotografía y el cuidado diseño de producción.
-Gran trabajo actoral, destacando a Karra Elejalde y Eduard Fernández.
-También tiene una buena música, compuesta igualmente por Amenábar.
-El discurso final de Unamuno.
LO PEOR:
-Nada sustancial se me ocurre.
¿Quién debería verla?
Quien disfrute de las historias donde los personajes son el centro de la misma, aquellos interesados en la figura de Miguel de Unamuno, así como quien desee explorar un poco más tan turbulenta y oscura etapa de la historia de España.
¿Y quién no?
¿Los nostálgicos del régimen franquista?
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