La ola verde (Que sea ley) fue la última película que vi en pantalla grande antes de que se decretara el estado de alarma, lo hice tres días antes de dicho día, en una sala cuyo aforo se había limitado a un tercio y que ni siquiera llegó a ese cupo. Tres meses y seis días más tarde he ido otra vez al cine, con las mismas limitaciones de aforo pero en esta ocasión con la obligatoriedad de la mascarilla y, supongo, un protocolo de seguridad más estricto (limpieza y desinfección, básicamente).
No tenía unas ganas enormes de volver al cine, he tenido que revisar varias veces la escueta cartelera para que al final me decantara por una película. De hecho, no tengo prisa por lanzarme a la llamada nueva normalidad, no tengo ansias de salir a ningún sitio como tampoco lo tenía por ir al cine. Pero la sinopsis de Little Joe (ídem, 2019) consiguió moverme de mi relativa comodidad y seguridad casera.