Hace poco más de un año se estrenó en nuestras salas La herencia Valdemar, una cinta de terror clásico que no era una obra maestra, pero que sí me resultó muy entretenida. Su final era muy abierto, quedaba mucho por cerrar, y no sólo eso, sino que encima su último plano te dejaba con la intriga, por lo que tenía ganas de ver la conclusión de la historia. La herencia Valdemar II: La Sombra Prohibida (ídem, 2011) no es, por lo tanto, una secuela al uso, sino que estamos hablando del final de la trama comenzada con el anterior film (como es Revolutions a Reloaded, o En el fin del mundo a El Cofre del hombre muerto).
Tras la desaparición de Luisa (Silvia Abascal), sus compañeros Ana (Norma Ruíz) y Eduardo (Rodolfo Sancho) van en su búsqueda por insistencia de su jefe, Maximilian (Eusebio Poncela), quien no está dispuesto a llamar a la policía, y por eso mismo contrata los servicios de Nicolás (Óscar Jaenada), detective privado que también buscará a la desaparecida. Sin embargo, ninguno es consciente a lo que se enfrentan en realidad.
En esta segunda parte la acción se desarrolla con nocturnidad y alevosía, la mayor parte de los acontecimientos acaecen a horas intempestivas, pero la verdad es que es un detalle insignificante, está claro que ambienta, que la atmósfera es diferente, pero aún así no es más oscura que la anterior, de hecho, la verdad de las verdades es que nunca llega a poner en tensión. Uno de los defectos de La Sombra Prohibida es que uno nunca acaba por creérsela, los personajes, lo que acontece, casi todo, carece de emoción y, por lo tanto, como no nos transmiten nada, nada nos importa y nada nos creemos. Su director y guionista, José Luis Alemán, a pesar de sus evidentes esfuerzos, nunca logra dar con el tono adecuado, se queda en terreno de nadie y al final deja al espectador con un gesto de circunstancias. Me da la impresión de que ha querido abarcar tanto que se ha quedado sin nada.
En definitiva, de La herencia de Valdemar II: La Sombra Prohibida sólo esperaba una cosa: que siguiese la estela de su primera parte. Por desgracia, se ha quedado en un descafeinado intento de film de terror-aventurero clásico, cuyos mayores aciertos son unos buenos efectos especiales y una ambientación cuidada; pero cuyo guión y personajes (salvándose, un poco, uno de ellos) son como los escenarios de muchos de aquellos filmes que tanto nos fascinaban de pequeños: de cartón piedra.
Tras la desaparición de Luisa (Silvia Abascal), sus compañeros Ana (Norma Ruíz) y Eduardo (Rodolfo Sancho) van en su búsqueda por insistencia de su jefe, Maximilian (Eusebio Poncela), quien no está dispuesto a llamar a la policía, y por eso mismo contrata los servicios de Nicolás (Óscar Jaenada), detective privado que también buscará a la desaparecida. Sin embargo, ninguno es consciente a lo que se enfrentan en realidad.
En esta segunda parte la acción se desarrolla con nocturnidad y alevosía, la mayor parte de los acontecimientos acaecen a horas intempestivas, pero la verdad es que es un detalle insignificante, está claro que ambienta, que la atmósfera es diferente, pero aún así no es más oscura que la anterior, de hecho, la verdad de las verdades es que nunca llega a poner en tensión. Uno de los defectos de La Sombra Prohibida es que uno nunca acaba por creérsela, los personajes, lo que acontece, casi todo, carece de emoción y, por lo tanto, como no nos transmiten nada, nada nos importa y nada nos creemos. Su director y guionista, José Luis Alemán, a pesar de sus evidentes esfuerzos, nunca logra dar con el tono adecuado, se queda en terreno de nadie y al final deja al espectador con un gesto de circunstancias. Me da la impresión de que ha querido abarcar tanto que se ha quedado sin nada.
En definitiva, de La herencia de Valdemar II: La Sombra Prohibida sólo esperaba una cosa: que siguiese la estela de su primera parte. Por desgracia, se ha quedado en un descafeinado intento de film de terror-aventurero clásico, cuyos mayores aciertos son unos buenos efectos especiales y una ambientación cuidada; pero cuyo guión y personajes (salvándose, un poco, uno de ellos) son como los escenarios de muchos de aquellos filmes que tanto nos fascinaban de pequeños: de cartón piedra.
LO MEJOR:
-Los efectos especiales son muy notables.
-Santiago, el pueblerino al que da vida el actor Santi Prego.
-Que se nota que está realizada con respeto y amor al género.
LO PEOR:
-La historia está desaprovechada, los diálogos chirrían, el guión es flojo, está mal desarrollado, nunca se encuentra el tono adecuado.
-La mayoría de los personajes son insulsos, a veces estúpidos.
¿Quién debería verla?
Recomendada más que nada a los que quieran concluir la historia.
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