Plastic Planet

Después de una temporada (lo que viene a ser un mes y cuatro días) sin encontrar hueco para dedicarle al blog, al fin he podido hacer uno y darle los últimos (o penúltimos) toques a una vieja reseña que espero que os abra el apetito cinéfilo.

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Hay películas que tienen la extraña capacidad de hacer que te encojas en la butaca y apenas pestañees mientras te asombra, en algunos casos es porque visualmente es maravillosa, en otros porque la atmósfera está tensamente lograda o porque sus diálogos e interpretaciones son brillantes, pero en todos los casos el espectador se siente tranquilo en el fondo y una vez sale de la sala una sonrisa aparece en sus labios. Sin embargo, hay ocasiones en los que uno no se siente seguro, porque ve que lo que te están contando forma parte de la vida diaria, porque tratan sobre temas que son el pan nuestro de cada día. Ese es el caso de Plastic Planet (ídem, 2009), un documental que tuve la oportunidad de ver gracias al XII Ciclo de Cine Foro “La otra actualidad” que organizó Economistas sin Fronteras en noviembre del año pasado (que este año está al filo de no poder celebrarse), y que se había estrenado pocos meses atrás en unas pocas salas.

Como su propio nombre da a entender, Plastic Planet es un documental sobre el plástico. Su director y “protagonista” (al modo de Moore, pero menos egocéntrico), Werner Boote, cuyo abuelo se dedicaba a la fabricación de plástico, se realizaba muchas preguntas acerca de un material que está presente en casi todo lo que tocamos, así que intentó resolverlas con este film, en el que entrevista desde fabricantes hasta científicos que estudian o han realizado estudios sobre el material.

Con un gran ritmo, y siempre con sentido del humor, vamos siendo testigos de las diferentes entrevistas, o más bien de los intentos de Boote de saber cómo fabrican los plásticos o qué “sustancias especiales” usan para ello, dándose de bruces con la opacidad de la industria. Cuando sus pasos van al lado de los científicos se encuentra con gente más abierta y halla que algunos por puro azar han descubiertos los efectos que causan las sustancias que desprenden los plásticos en los seres vivos: una mujer relata la lucha de un pariente contra su propia empresa, que aun siendo consciente de que los productos a los que estaban expuestos sus trabajadores en la fábrica de PVC eran cancerígenos, no hacían nada para al menos protegerlos de su contacto; o cómo otra científica estudia los peces de un río contaminado por residuos industriales, donde muchos de los peces, debido a la exposición a las sustancias, son hermafroditas; o algo tan terrorífico como que en pleno océano pacífico se puedan pescar trozos de plástico, y que los peces se lo coman pensando que es plancton..., y así continue el ciclo de la cadena trófica, regresando con ello a sus creadores...

Todos estos inquietantes ejemplos y muchos más se pueden encontrar en Plastic Planet, por lo que uno termina con cierta sensación de desasosiego. Aun así recomiendo su visionado, creo que es necesario que mucha gente cobre consciencia sobre el gran problema al que nos enfrentamos y que tarde o temprano se le debe de hacer frente. No se puede poner en riesgo la salud de las personas y el medioambiente para satisfacer los deseos de una industria que no solo es que mantenga en secreto las substancias que utiliza, sino que además sabe que muchas de las mismas son nocivas para la salud y el entorno. Y esa es una realidad de la que no podemos escapar.

LO MEJOR:

-Que es directo y para nada condescendiente con el espectador.

-Es tremendamente ameno.

LO PEOR:

-Que documentales tan interesantes como este pasen desapercibidos.

¿Quién debería verla?

Si te gustó Inside Job y otros documentales que muestran verdades incómodas, este también lo hará.

¿Y quién no?

Personas especialmente aprensivas.