Hoy, en el metro, y como en tantas otras ocasiones, me he encontrado con una mujer que pedía unas monedas para poder dar de comer a sus hijos. Yo, al igual que la mayoría de los pasajeros negábamos con la cabeza, frunciendo a la vez los labios, ante los ruegos de la mujer, para después apartar la mirada: mirar hacia el suelo, hojear el periódico, mirar al lado contrario. Otros sin embargo ni se molestaban en mirarla, y no apartaban sus ojos del libro, diario, móvil o cualquier otra cosa que tuvieran en las manos.
Siempre que me pasa esto no puedo evitar reflexionar sobre el hecho de que todo el mundo aparte la vista, que todos alejen la mirada ante la visión de una persona que, en la mayoría de los casos, es más que evidente que está pasando necesidades, y siempre me pregunto lo mismo: ¿por qué lo hacemos? ¿Por qué no podemos mirarla a los ojos? Quizás las respuestas sean múltiples, puede que algunos no osen en hacerlo porque no soporten las lastimeras miradas de aquellos que piden; otros quizás crean estar un nivel por encima de ellos y por ello no merecen ese "privilegio"; mientras que otros pueden que se vean reflejados en los mendigos, o quizás teman convertirse en uno de ellos, o que si lo miran no podrán evitar darle unas migajas.
Yo no sé con certeza el porqué, tal vez no me guste ver los ojos tristes y suplicantes de dichas personas, puede que no quiero que vean mis ojos apesadumbrados; pero difícilmente suelo mantener la vista en alto, en cuanto escucho a alguien que está (ya sea músico, o simple mendigo) pidiendo cerca, mi mirada baja o se vuelve automáticamente, como si de ese modo pudiera evitar que se me acerque con una bandejita, un monedero o una simple mano abierta.
En Madrid hay miles de personas viviendo por debajo de la pobreza, sin hogar donde cobijarse, no es raro cruzarse con una de ellas (pidiendo, o no). En Madrid hay también miles de casas vacías, esperando a que se agrieten sus paredes para ser luego derribadas y vendidos los solares a precio de oro, eso las casas que no son nuevas y que cada vez más cuesta vender a las inmobiliarias, las que llevan años engordando sus arcas a base de estrujarnos los bolsillos, las que ahora se quejan por el estado del mercado. Y a todo ello ahí están esas personas que ni tan siquiera tienen padres para poder vivir con ellos, ahí están los sintecho, o los que viven entre cuatro paredes de madera y chapa, ahí están aquellos ante los que siempre giramos la mirada. Pero nosotros, ¿qué podemos hacer? ¿Verdad?
Yo no sé con certeza el porqué, tal vez no me guste ver los ojos tristes y suplicantes de dichas personas, puede que no quiero que vean mis ojos apesadumbrados; pero difícilmente suelo mantener la vista en alto, en cuanto escucho a alguien que está (ya sea músico, o simple mendigo) pidiendo cerca, mi mirada baja o se vuelve automáticamente, como si de ese modo pudiera evitar que se me acerque con una bandejita, un monedero o una simple mano abierta.
En Madrid hay miles de personas viviendo por debajo de la pobreza, sin hogar donde cobijarse, no es raro cruzarse con una de ellas (pidiendo, o no). En Madrid hay también miles de casas vacías, esperando a que se agrieten sus paredes para ser luego derribadas y vendidos los solares a precio de oro, eso las casas que no son nuevas y que cada vez más cuesta vender a las inmobiliarias, las que llevan años engordando sus arcas a base de estrujarnos los bolsillos, las que ahora se quejan por el estado del mercado. Y a todo ello ahí están esas personas que ni tan siquiera tienen padres para poder vivir con ellos, ahí están los sintecho, o los que viven entre cuatro paredes de madera y chapa, ahí están aquellos ante los que siempre giramos la mirada. Pero nosotros, ¿qué podemos hacer? ¿Verdad?
5 comentarios:
Hay algunos que no tienen nada, y no tienen mas remedio q vivir así. Pero también hay muchos que les gusta esa vida y aunque se les ofrezca algún sitio en condiciones (o mas o menos en condiciones) para vivir, lo rechazan... no se sabe bien el porqué, pero así es.
Saludos!
Hermana de Sandra :-)
Es cierto que se han dado algunos casos de ancianos mendigos que una vez muertos se ha descubierto que tenían una fortuna, pero esos casos se pueden contar con los dedos.
Un asaludo y merçi por tu comentario
Bueno, yo personalmente, no los miro, porque si los miro, y es un misero tramposo que se aprovecha de la caridad de la gente para sacar mas dinero que yo al mes y gastarselo sabe dios en que ... como los hay a pares en jerez, seguramente, acabare dandole aunque sea unos miseros centimos sin saber ke me esta timando... y si es de verdad, que piden porque no les queda otro remedio, tambien acabaría dandole, aunque no sea lo mas justo, ya que, como dice Raul, el dia de mañana yo podría estar igual que ellos y no esque tenga un sueldo como para ir dandole a todo el que lo necesite.
Yo, prefiero coger parte de mi dinero, pagar una cuota en mi organización, y luchar, porque el dia de mañana, no me haga falta apartar la mirada de una pobre mujer que pide en el metro, o de un pobre chaval que pide en RENFE por temor a que me venga a pedir, y sea otro estafador mas ... que trata de aprovecharse de mi caridad y de lo poco que tengo, así pues, como yo no soy culpable de sus problemas (de los que probablemente ellos tampoco sean culpables sino victimas) luchare en general contra este sistema, que permite que unos pocos se creen un cielo en la tierra, y que para muchos, la unica esperanza sea que exista otra vida mejor, despues de esta vida de tortura y malestar, oportunidad que dudo que exista.
Por eso, hay que acabar con los culpables de esta situación, hay que acabar con este sistema, hay que acabar con las instituciones que tienen un cielo en la tierra mientras predican por el reino de los cielos, hay que acabar con las desigualdades sociales, hay que acabar, a fin de cuentas, con el sistema capitalista ...
Afiliate al militante y lucha por el socialismo
Un saludo pa los madrileños, que me pico con los temas y me olvido de vosotros ... muakas, Carlos
A mí también me han timado alguno en la Renfe de Jerez, pues iban pidiendo algo para coger el tren, se lo daba, y después salían por la puerta que no era (o sea, que salían de la estación). Aunque, por ejemplo, en Puerto Real me han pedido en 1 ó 2 ocasiones y sí que cogieron el tren, son en esos casos cuando uno respira tranquilo, pero en el primero de los casos se pone uno de mala leche; y es que por desgracia hay gente que, como bien dices, se aprovechan de la solidaridad y buena fe de los demás.
Ah, y gracias por tu comentario.
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