01 junio 2008

Pérez y otros personajes históricos

Puede que alguno de vosotros esperaseis que esta entrada fuera de Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal, pero aunque ya vi la pasada semana dicho filme en ningún momento se me ha apetecido escribir sobre el mismo, además sé que prácticamente todos vais a ir a verlo, así que escribiré sobre cualquier cosa, probablemente divagaré sobre diversos temas, pues aún no están muy formado en mi mente sobre lo que trataré.

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El ratoncito Pérez ya tiene dueño, sí, como leéis, a partir de ahora no podremos decirle a los churumbeles que dicho roedor va a regalarles una monedita o cualquier otra cosa cuando se le caiga un diente, pues probablemente irá acompañado de una factura. Que a nadie se le ocurra hacer otra peli sobre Pérez, puesto que es probable que se vea obligado a desembolsar varios millones en derechos. ¿Y eso?, os preguntaréis, pues es bien simple, y es que Vitaldent (sí, los que venden sonrisas) han registrado al "Ratoncito Pérez", o sea, que ahora este personaje del acervo popular pasa a ser propiedad de una empresa con el simple objetivo de ganarse a los niños y con ello a sus padres. ¿Debería ser acusada esta empresa de apropiación indebida? ¿Cómo pueden tener tanta cara como para registrarlo? El organismo encargado de los registros, ¿cómo puede consentirlo? Este hecho no es aislado, y no es ni mucho menos el más grave, pues al fin y al cabo es un personaje de ficción, no se come con él, pero hay casos más que sí tienen importancia real en los que grandes multinacionales se apropian de productos con los que muchas poblaciones locales han estado usando o comerciando desde siglos atrás.

Suelen tratarse de industrias agroquímicas y farmacéuticas, las cuales se quedan con remedios (ya sean potingues de cualquier tipo o simples infusiones de plantas) tradicionales de tribus, las sintetizan y las registran, apropiándose de este modo de ellas, y sin compensar en ningún momento a las poblaciones indígenas a las que se las robaron, de hecho lo único que suelen hacer es expoliarlos más.

Hace algunos años creo que uno de estos pueblos indígenas reclamó lo que les pertenecía por derecho y lo consiguieron en parte al menos, no lograron mucho, pero desde luego fue un avance para preservar sus derechos y su cultura. A día de hoy la lucha de las tribus, ya sean de la amazonía o de cualquier otra parte del mundo, sigue en pie. En la mayoría de los países los indígenas que lo poblaban con anterioridad a que llegara el hombre blanco son unos parias, unos marginados a los que mantienen en unas míseras reservas de tierras infértiles, habiéndoles expulsados hace años e incluso siglos de las tierras que les pertenece por derecho (y ellos no la consideran como de su propiedad, como solemos hacer los occidentales de mentalidad cerrada y eminentemente capitalista). En Latinoamérica, por ejemplo, hay un fuerte movimiento de este colectivo, el cual cada vez reclaman más sus derechos, a veces con suerte y otras veces con menos suerte, pues no sólo tienen que pelear contra los gobiernos, sino contra las multinacionales madereras, las petrolíferas, las farmacéuticas, los narcotraficantes, y a eso habría que añadir a los furtivos, los paramilitares y mercenarios varios. No cabe la menor duda que es una lucha muy desigual.

Las multinacionales son las que tejen los hilos del Nuevo Mundo, las que han organizado una Globalización a su medida, las que se están apropiando de las semillas que usaban nuestros abuelos, de las plantas que usaban y usan las tribus indígenas, de la cultura popular, se apropian de valores que nos pertenecen a todos desde que el hombre es hombre; y nos hacen pagar por ello precios desorbitados, de hecho, los que aportan las materias primas suelen ser los que no pueden disfrutar de esos productos.

Unos pocos señores se están haciendo con toda la riqueza de nuestro planeta, mientras que miles de millones se mueren de hambre y asco. No sé hasta qué punto podremos aguantar así, de hecho yo siempre he sido pesimista respecto a nuestro futuro, creo que películas como Blade Runner o Minority Report muestran un futuro más que probable, para nuestra desgracia; aunque también soy de los que opinan que somos nosotros quienes decidimos cómo va ser nuestro mundo dentro de unos años. Siendo así, no lo veo mucho mejor, estamos demasiados atontados, alineados con el sistema que rige nuestras vidas como para intentar saltárnoslo, es el miedo a perder nuestras cosas (y cuando digo cosas me refiero a objetos), el hecho de no querer renunciar a las pocas comodidades que tenemos, el hecho de que somos simples borregos que balamos a la par, que nos movemos con la muchedumbre, nos dejamos arrastrar por nuestros miedos primarios, miedos de los que se aprovechan los que nos gobiernan, los que nos manejan como titiriteros... hasta que los hilos se rompan.

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