19 mayo 2016

El primer tebeo de... (2)

Después de leer los recuerdos de los primeros cómics de los nueve blogueros (aunque espero se sumen más) que se han animado a volver atrás en el tiempo, se podría decir que el cómic franco-belga parece haber ganado la partida, aunque le anda a la zaga el nacional, con Mortadelo y Filemón a la cabeza. Pero eso realmente da igual, lo importante es que sus historias lograron engancharlos y hacer no solo que pasaran muy buenos ratos, además de ayudar a que se aficionaran a la lectura en general.

Y aún diría más, puesto si bien creo que a todos los lectores habituales los tebeos nos han marcado en nuestra forma de ser y de entender la vida, también hay a quienes se la ha cambiado como se demuestra poco más abajo; de hecho, creo que casi todos los que los hemos leído desde nuestra infancia o juventud, hemos coqueteado con la idea de dedicarnos a dibujar historias, y seguro que el 99,99% ha dibujado (o copiado) más de una aventura comiquera.

No me enrollo más. Espero que esta entrega os resulte interesante y amena, e incluso que os descubra alguna obra y/u os abra el apetito por catarla o quizá volver a descubrirla.

Manu Robles - Studio Ghibli Weblog (autor de Antología del Studio Ghibli Vol.1 y 2)
En mi familia nunca hubo mucha afición por los cómics. Mi vínculo con el Noveno Arte se inició gracias a mi afición por las videoconsolas: primero con las Game & Watch y posteriormente la Game Boy y la Super Nintendo. Como no tenía mucho dinero, me compré una promoción de El cerebro de la bestia que incluía el videojuego Street Fighter II, un título en el que me había dejado parte de mis pagas en las diferentes versiones para recreativa. Con el tiempo acabé teniendo algún que otro juego, pero Street Fighter II —junto a Super Mario Kart— siempre fue uno de mis favoritos.

No sé cómo sucedió, pero tengo el recuerdo de estar en una librería especializada y ver la portada del cómic Street Fighter II, editado por Ediciones Glénat en 1994, en color y con ese olor a nuevo tan característico que tienen los cómics. Lo compré, lo leí de un tirón (cosas del formato grapa), y a partir de entonces reservaba las 225 pesetas que costaba cada nuevo número, de un total de ocho que tendría la colección.

Lejos de quedarme ahí, mi afición por las viñetas no hizo más que empezar. Cada vez dedicaba más dinero a comprar cómics y revistas especializadas y mi colección fue aumentando. Participé en fanzines y fanediciones editados en papel (antes del boom de internet). Colaboré en revistas de tirada nacional y, con el tiempo, acabé trabajando en el mundo del cómic, como rotulista y diseñador. Echando la vista atrás, podría decir que el manga de Street Fighter II cambió mi vida.

Héitor – El penúltimo Starfighter
Tengo suerte de que mi padre me inició en ciertos vicios que han marcado mi personalidad, sin ser él mismo demasiado fan de los mismos. Sin ser un cinéfilo empedernido fue él el que me acercaba al videoclub del barrio a alquilar películas de fantasía y ciencia ficción. Sin ser un lector insaciable me enseñó el universo de J. R. R. Tolkien y Stephen King. Sin ser un gran deportista, me inscribió en natación y tae-kwon-do.

Por otra parte, siendo un gran fumador, nunca he sentido la curiosidad por el tabaco. Así que podemos decir que hizo un buen trabajo.

En el mundo de los tebeos, también fue él el encargado de abrirme las puertas de tapa dura. Antes de los cómics de Don Mickey, de Super Humor, de Lucky Luke, de Marvel, de Kiss Comix (ejem, borren eso de sus mentes) o de Pulgarcito, mi padre puso en mis manos las aventuras de una pequeña aldea gala que resistía aún y siempre al invasor. Con el tiempo, llegué a hacerme con toda la colección de los irreductibles galos, tomos apócrifos incluidos y aunque no me acordase de cuál fue el primero que llegó a mi estantería, podría deducirse con facilidad prestando atención a los lomos de los ejemplares, que indican la antigüedad como si fuesen los anillos del tronco de un árbol.

Pero sí me acuerdo. Un viaje en barco, Astérix, Obélix e Idéfix racionando una manzana en una barca destartalada, el descubrimiento de un nuevo continente, pieles rojas que se camuflaban en la espesura... sin duda, La gran travesía fue la primera colección de viñetas que devoré con fruición hasta dejar amarillentas las esquinas de las páginas y el primer culpable de gran parte de mi frikez y de mi amor por el noveno arte.

Gracias papá y gracias Uderzo y Goscinny.

Eter – La torre del nigromante
No tengo un recuerdo claro del primer cómic que leí, posiblemente fuera alguno de Ibáñez, pero no podría asegurarlo. Lo que si que recuerdo muy bien es que el primero que compré fue Astérix y los Juegos Olímpicos. Puede hacer más de 20 años desde que lo leí por última vez, pero aún recuerdo a esos romanos que llegaban al unísono y le sacaban la lengua a los protagonistas al mismo tiempo (un recurso que ahora me parece algo infantil, pero que es tremendamente efectivo), a ese coloso de Rodas apaleando a sus rivales a pesar de ser “el débil” de la familia, a ese legionario élite humillado por los protagonistas.

Poco se puede decir de esta serie que no se haya dicho ya. El dibujo de Uderzo era precioso, detallado y rico en matices, y los guiones de Goscinny sencillamente rebosaban de una inteligencia que hacían que en cada relectura se descubrieran nuevos detalles y que la interpretación de las historias creciera conforme lo hacía el propio lector. No se me ocurre ningún cómic mejor, y pocas obras veo comparables (quizás los Simpsons de su primera década). Por esta serie, sencillamente, no pasa el tiempo.

Dan Kawaguchi – Mediarama
Desde que soy pequeño, casi todos los veranos paso unas semanas de vacaciones en una pequeña aldea gallega. Como el viaje en autobús o tren era bastante largo (de siete horas no bajaba), mi padre me compraba un tebeo para que pudiese leer un rato durante el trayecto entre cabezada y vomitona.

Mortadelo y Filemón fueron mis principales compañeros de viaje y acabé con una buena colección en mis manos. No recuerdo exactamente cuál fue el primero pero Los monstruos (de 1973, ni más ni menos) posiblemente lo sea. Me hacía mucha gracia cómo Ibáñez parodiaba las típicas historias de vampiros, hombres lobo y Frankensteins, además de que me enamoré del personaje de Mortadelo (¿y quién no?). Qué tonto, embustero y carismático que era.

Ese fue el comienzo de una adicción que duró muchos años y muchos tebeos, de los cuales es difícil elegir mi favorito (quizá El Quinto Centenario, era el niño raro que pillaba todos sus chistes políticos) pero, desde luego, Los monstruos sigue estando entre los primeros.

Max Plaza – Los mangas de Max
Hacer este tipo de ‘instrospección’ en mi mente para saber cuál fue mi primer tebeo... realmente es complicado…así que haré algo de trampa... Explicaré mi experiencia inicial en el mundillo hasta llegar a cierto punto de inflexión.

Lo que sí recuerdo leer primero son los Mortadelo y Filemón, Pepe Gotera y Otilio, el botones Sacarino, 13, Rue del Percebe... y un largo etcétera de mediados y finales de los 80. Todavía recuerdo con ternura, el día que accedí a una biblioteca para adultos cuando todavía no tenía edad para ello. Pero la amable bibliotecaria me dejaba sentar sin hacer ruido y leer (yo diría devorar) los cómics y tebeos que tenían disponibles. Allí pude degustar obras como Tintín, Lucky Luke, Astérix, Eric Castel... Pero lo realmente importante que ha hecho que siga leyendo tebeos actualmente, todavía estaba por llegar.

La primera serie que realmente me metió de lleno en el mundillo del coleccionismo fue Bola de Drac (Dragon Ball) en 1992. Tenía que comprar el ‘cómic’ de la serie que veía en televisión… Quizás la primera impresión fue de rechazo, porque estaban en blanco y negro!!! No me lo podía creer. Veías todos esos cómics y tebeos en la tienda a color… y se te caía el mundo… pero pude solventar esa barrera psicológica. También degusté por aquella época series americanas de superhéroes. Pero Japón había depositado su semilla en mí... Eso fue mi inicio en este mundillo tal y como lo entiendo más de 20 años después, y después llegaron otras series niponas y para mí el manga en general es la principal de mis aficiones. Y con permiso de ustedes he llegado a la conclusión de que tengo claro que el ‘tebeo’ que más me ha marcado ha sido Dragon Ball a pesar de no ser el primero.

  • Otros capítulos: 
           El primer tebeo de... (1)
           El primer tebeo de... (3)
           Mi primer tebeo
           La primera peli de... (1)
           La primera peli de... (2)
           Mi primera peli
           El primer libro de... (1)
           El primer libro de... (2)
           Mi primer libro

2 comentarios:

eter dijo...

Je, el irreductible galo for the win :)

Aunque me costó no elegir alguna obra del gran Ibáñez.

Neovallense dijo...

Por poco, pero sí, se puede dar por ganador... si esto fuera una competición, je, je, je...

Ibáñez es mucho Ibáñez, ciertamente ^^

¡Gracias!