17 septiembre 2020

Erin, de Esther Lecina

Una las historietas que más me gustaban de las que se publicaban en el encarte de la extinta (y no muy longeva) revista Guru Guru, era Erin: Memorias de una mercenaria, un tebeo de una tal Esther Lecina, que antes de eso me sonaba por otro tebeo que publicó en otra revista sobre manganime, Neko (Ramsés, era el título del cómic, también muy entretenido). La cuestión es que andaba yo un día tuiteando, y observé que la autora estaba por Twitter, así que ni corto ni perezoso le dediqué estas palabras: “Lo que molaba 'Erin, memorias de una mercenaria'”, a lo que ella respondió “Con un poco de suerte habrá Erin en un futuro no muy lejano”. Y no fue muy lejano (pero tampoco muy cercano), ya que la autora, aunque no me lo dijo, estaba enfrascada en la realización de la versión definitiva de su manga de fantasía heroica, que vería la luz finalmente en 2017.

Erin es una jovenzuela que intenta labrarse un futuro como mercenaria, oficio que ejerció su admirado tatarabuelo, pero nadie la toma en serio. Tras cierta negra jornada, donde ha perdido el empleo y se le ha quedado pegado a la cabeza un adorable bicho negro, emprende viaje y por el camino se tropieza con una elfa en apuros que se unirá gustosamente a ella, y con la cual elegirán la primera misión: ir en busca del Corazón de Akmar.

Lo que me sedujo de aquella primera versión, y también de esta otra, de la que ahora se titula Erin “a secas”, fue especialmente su sentido del humor y, por supuesto, su ambientación fantástico-medieval y la propia protagonista, una romántica soñadora (en el fondo lo es) con una férrea voluntad y buenas intenciones, pero a la que le falta tacto y mucha buena suerte; un personaje que, como Esther Lecina, no se resigna y lo intenta tantas veces como sea necesario hasta conseguir su objetivo. Su relación con Lilyth, la elfa, es de lo más divertida, sin duda le da mucha salsa a una historia no carente de los tópicos de la fantasía épica (la autora partió, como tantos otros lo han hecho, de un personaje que estaba usando en un juego de rol), con sus varipintas razas, sus magos, sus malvados (me encanta esa presentación de la guarida del rey orco) y los típicos encuentros y desencuentros, incluyendo la incorporación paulatina de componentes al equipo, así como las sospechas fundadas entre algunos de ellos y, por supuesto, el rescate correspondiente, dado que la misión inicial, obviamente, se torcerá y transmutará en otra muy distinta y mucho más peligrosa.

Gracias en buena medida a los personajes, y especialmente a la protagonista, Lecina consigue que la historia no se convierta en una sucesión de tópicos, aún así considero que se podía haber obtenido más cohesión en el desarrollo. Da la impresión de improvisación en algún punto, o quizá es que simplemente no se ve clara la evolución de un personaje que va ganando importancia como es Raitsdan, cuyas motivaciones parecen ser puramente egoístas pero, cuando no lo son, no queda patente por qué es así (¿solo porque le cae bien Erin?). También anotaría como punto negativo la dilución de Kharas, un elfo campesino vilipendiado por los clasistas de sus compañeros; aparentemente es un personaje que solo está ahí para ser usado y luego ser un apartado, en parte de forma lógica, ya que en el último tramo la historia gana en “epicidad” y justificar su presencia no sería fácil, pero el porqué de su desaparición también debería ser mostrada.
Detalle de una ilustración de una versión previa, extraida de la web dedicada a Erin.
La evolución de la obra, desde aquella primigenia primera versión de Guru Guru, es más que notable. Desde el dibujo (y eso que Esther, tras una temporada sin empuñar los lápices, tuvo que entrenar duro para recuperar la forma), de trazo limpio, figuras estilizadas y buen gusto por la anatomía (Raistdan seguro que gusta a muchas lectoras y lectores), con un gran cuidado por los detalles (fijarse en ellos es crucial para entender bien ciertos pasajes, sobre todo en los primeros compases) y una expresividad muy lograda en los rostros (no sé si influenciada por el cine animado), además de currarse los fondos y escenarios, aunque a ese respecto se nota cierto agotamiento en el clímax y en el epílogo (con ese bosque tan desarbolado). También en el lenguaje narrativo hay una evolución muy pronunciada, donde antaño utilizaba solo las clásicas viñetas cuadradas o rectangulares, ahora juega más con la composición de la página, haciendo la lectura más fluida a la par que espectacular.

La editorial a la que hay que agradecerle la resurrección de Erin (además de a la propia persistencia de Esther Lecina, por supuesto) es Ediciones Babylon, que lo publicó dentro de su colección Manga Occidental. El tomo 17x12 cm, tapa blanda con sobrecubierta, tiene un generoso número de páginas, 228, de las cuales 208 están dedicadas a las aventuras de la mercenaria y sus amigos, otras 10 son un cómic donde Esther nos cuenta con gran sentido del humor la historia de la gestación de la obra (desde la primera versión) y en las últimas páginas podemos ver una muestra de lo publicado en Guru Guru (que, por cierto, en mi tomo al menos una página está repetida). Una edición muy maja por solo 8,95 euros.

A pesar de que se le pueden poner sus peros, Erin es una obra con la que he disfrutado. Ha sido en parte, y esto es exclusivamente a título personal, un agradable viaje al pasado, a esos tiempos en los que tenía más pelo, menos años y presupuesto, donde gozaba con las revistas manganime e iba ampliando el horizonte con manga venido de oriente, pero también procedente de provincias cercanas. Pero para quien no tenga el factor nostálgico será una amena lectura aventurera con buenas dosis de humor y mucha fantasía, ¿qué más se puede pedir?


LO MEJOR:
-Que Esther insistiera y Ediciones Babylon le dieran la oportunidad de dar un fin a la historia.
-Su sentido del humor, y Erin y Lilyth.
-Un buen dibujo, se nota el empeño y el cariño que ha puesto su autora.
-La historia no es perfecta, pero gustará a todos los amantes del rol y la fantasía en general (Crónicas de Dragonlance es la primera obra que me viene a la mente al terminarlo).

LO PEOR:
-Las motivaciones de Raistdan no quedan claras: ¿qué es lo que quería al principio?, ¿por qué cambió de parecer?
-Tampoco me ha quedado totalmente claras las instrucciones del funcionamiento del bicho.
-La historia, aunque mola, no fluye de forma orgánica en todo momento.
-Que Esther Lecina no haya publicado ninguna otra obra.

2 comentarios:

Santiago Bobillo dijo...

Lástima no haber seguido la historia serialmente como tú (no conocía la revista...), pero vamos, que la próxima vez que la vea en la librería habitual, caerá.

Neovallense dijo...

Tiene sus añitos la revista, de principios de siglo, y no duró mucho, así que creo que es normal que no te suene. Luego prosiguió con la historia en otra revista 'Shirase', que lo mismo te suena de algo, aunque como no era una publicación que comprara de forma habitual no sé hasta dónde llegó la historia.

En todo caso, con este manga seguro que te lo pasas bien, es una agradable lectura.