Laura Poitras empezó a recibir correos electrónicos encriptados de un tal Citizenfour, que afirmaba que tenía pruebas sobre los programas de vigilancia ilegal masiva de la NSA y otras agencias de “inteligencia”. Meses más tarde queda en Hong Kong con la misteriosa fuente, acompañada por dos compañeros periodistas, donde graba una serie de entrevistas.
Las revelaciones de Edward Snowden, al igual que pasó con Chelsea Manning (n. Bradley) y Wikileaks, sobre el espionaje a millones de ciudadanos que nada tenían de sospechosos de tener contactos con terroristas, así como incluso a gobernantes como Angela Merkel, causó un gran revuelo mediático y, a mi modo de ver las cosas, apenas alarma social. Damos por hecho, por tanto, que estamos siendo vigilados y, lo que es peor, nos importa un comino.
Citizenfour (ídem, 2014) es una película documental dirigida por Laura Poitras (My Country, My Country) que le da un toque de peli de suspense, de filme de espías, solo que aquí el espectador sabe a ciencia cierta que no está viendo una historia de ficción, sino que Snowden es un (ex)trabajador real de una agencia de espionaje que cuenta hechos verídicos acerca de lo que hay detrás de una gran infraestructura diseñada para acumular y analizar información de miles de millones de ciudadanos, un ojo que ve todo, o casi, lo que pasa en la red, en las líneas telefónicas (solo en España 60 millones de llamadas interceptadas) y que además usaban drones para tener permanentemente vigilados a personas.
Uno siempre puede decir “vale, es por nuestra seguridad”, pero vigilar a toda la población es algo que se sale del rango de la seguridad. No resulta ni lógico y, desde luego, tampoco lícito (aunque esté amparado en una ley, la Patriótica, que da poderes absolutos y autonomía a agencias como la NSA, llevando a, como ha sucedido, que haya un abuso de poder) que se trate a todos los ciudadanos como posibles terroristas. De hecho, como se ha comprobado, la mayor parte de la información recopilada poco o nada tenía que ver con la seguridad, sino que iba dirigida a fines, digamos, más comerciales..., entre otras cosas.
Edward Snowden es, junto con el soldado Manning, uno de los héroes de principios del siglo XXI, un joven que ha hipotecado su vida con tal de que el mundo sepa lo que pasa, que controlan nuestras comunicaciones, las páginas webs que visitamos y, también, dónde estamos (e incluso con quién) en cada momento, en definitiva, que quieren atarnos, coartar nuestras libertades y forzar a que nos autocensuremos.
Citizenfour es un documental necesario que muestra todo esto y más, comenzando dando gotas de información más o menos inconexas, a las que le faltan piezas, para minuto a minuto ir ampliándola y, a la par, creciendo la tensión e, incluso, transmitiendo por momentos la paranoia constante en la que se ven forzados a vivir tanto Snowden como los periodistas que están dispuestos a destapar la verdad. Un puzle incompleto que te deja con sensación de indefensión ante la enorme maquinaria gubernamental con la connivencia y colaboración de grandes compañías como Microsoft, Google o Apple.
LO MEJOR:
-La forma en que está narrado, que genera tensión poco a poco.
-Que salgan a la luz más detalles de la política de espiar a los ciudadanos de EEUU y otros países.
LO PEOR:
-En algún momento no queda claro de qué hablan (habitualmente se da uno cuenta poco más tarde).
¿Quién debería verla?
Cualquiera que esté mínimamente interesado por hasta dónde son capaces de llegar los gobiernos con tal de, no ya luchar contra el terrorismo, sino de controlar a la población.
¿Y quién no?
Quien no esté interesado en lo más mínimo en el mundo en el que vive.
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