Ciertamente mi primera película me costó sacarla de la memoria, eran tan solo unas pocas imágenes sueltas sin ningún atisbo de argumento. No obstante, el recuerdo de mi primer cómic es mucho más claro..., aunque tampoco recuerde su argumento (sí a los personajes).
Mi primer tebeo no fue el primero que compré, este fue un ejemplar de Super Zipi y Zape, que me agencié en el kiosco de la plaza de mi pueblo. Allí fui raudo y contento (probablemente en bici) con la intención de comprarme uno de Mortadelo y me dijo el quiosquero que no había, que lo único que tenía era el de los traviesos hermanos creados por Escobar.
El motivo por el que fui a comprarme un tebeo de Mortadelo y Filemón, fue el hecho de que mi padre me hablara con pasión sobre el dúo de agentes especiales, así que me entraron una ganas enormes de leer sus aventuras, por lo que fue una pequeña decepción el que en ese momento no tuvieran ningún número, pero tampoco me desagradó agenciarme la revistilla de Zipi y Zape. A la semana siguiente probé de nuevo con Mortadelo y tuve la fortuna de que había, no estoy al ciento por ciento seguro, pero es posible que fuera su número 100 (es el único ejemplar que conservo de aquélla época, ya que en un desafortunado préstamo perdí los otros tres o cuatro que tenía), aunque lo más probable es que fuera el 96 o el 97... A partir de ese momento se inició mi amor por el noveno arte, leía tebeos de Mortadelo con ganas y los adquiría con más ganas aún (llegado un momento en mi pueblo era imposible encontrarlos, así que cuando iba a una ciudad cercana por cualquier motivo procuraba pasar por un kiosco que tenía ejemplares la mar de sorprendentes -antiguas ediciones de Bruguera la mayoría-). Al final terminé por leerme todos los volúmenes de Super Humor que había en la biblioteca de mi pueblo, así como los tomos de otros personajes, como Asterix y Obélix.
El manga tardó un poco en llegar a mi vida, de hecho los medios de comunicación no es que lo trataran bien (hubo una campaña bastante fuerte y crítica contra el mismo en los 90), así que llegué a tener cierta animadversión por el cómic nipón aún sin haber leído ninguno. Sin embargo Bola de Dragón, la serie animada, me encantaba...
Fue pasada la primera mitad de los años noventa cuando tuve acceso al manga en la localidad donde estudiaba, allí descubrí (o me descubrió un amigo, no lo recuerdo) una librería especializada llamada Sopa de letras (en la cual, por desgracia, hace pocas semanas hice mi última compra, pues estaban liquidando todo el material que les quedaba para cerrar definitivamente), donde no pude evitar hacerme un ejemplar de la serie roja (no recuerdo el número, pero Goten y Trunks estaban en la portada) y caí rendido por completo ante la narrativa japonesa. Dragon Ball fue, por tanto, como para otros muchos, mi primer contacto con el cómic japones. Luego la curiosidad me llevaría a comprar una fantástica revista, Neko, con la que fui conociendo más autores y series y sintiendo más interés por el cómic nipón que, a día de hoy, es el que compro casi exclusivamente (aunque tampoco es que compre mucho).
En Sopa de letras, por cierto, pasé muchos tiempos muertos, hojeando revistas y tebeos de casi todo tipo y dando un poco por saco (sobre todo, aunque no exclusivamente) a Manolo; que por desgracia nos abandonó hace unos años (coincidimos en el hospital...), siendo un tipo realmente genial (magnífica persona y paciente tendero)... de ahí que siempre me acuerde de él con cariño y un poco de pena (fue quien me dio, por ejemplo, el último empujón para que me comprara Akira, y agradecido que le estoy eternamente), y que lo recuerde aquí de nuevo.
Pero, yendo al meollo de la cuestión, mi primer tebeo se remonta mucho tiempo antes de leer aquel cómic en blanco y negro de Bola de Dragón, e incluso antes de comprar aquel Super Zipi y Zape, mi primer tebeo se remonta a los días que pasaba en casa de mi abuela, a las tardes eternas sin saber qué hacer, donde me dedicaba a mirar sus revistas del corazón..., de las cuales solo me interesaba una cosa: las historietas que incluían. En aquel tiempo eran de El capitán Trueno, el mítico personaje creado por Víctor Mora y Ambrós (que hace poco volvieron a resucitar) y que recuerdo, si no leerlo, al menos mirarlo y remirarlo para pasar algo mejor aquellos interminables días de mi infancia.
Mi primer tebeo no fue el primero que compré, este fue un ejemplar de Super Zipi y Zape, que me agencié en el kiosco de la plaza de mi pueblo. Allí fui raudo y contento (probablemente en bici) con la intención de comprarme uno de Mortadelo y me dijo el quiosquero que no había, que lo único que tenía era el de los traviesos hermanos creados por Escobar.
El motivo por el que fui a comprarme un tebeo de Mortadelo y Filemón, fue el hecho de que mi padre me hablara con pasión sobre el dúo de agentes especiales, así que me entraron una ganas enormes de leer sus aventuras, por lo que fue una pequeña decepción el que en ese momento no tuvieran ningún número, pero tampoco me desagradó agenciarme la revistilla de Zipi y Zape. A la semana siguiente probé de nuevo con Mortadelo y tuve la fortuna de que había, no estoy al ciento por ciento seguro, pero es posible que fuera su número 100 (es el único ejemplar que conservo de aquélla época, ya que en un desafortunado préstamo perdí los otros tres o cuatro que tenía), aunque lo más probable es que fuera el 96 o el 97... A partir de ese momento se inició mi amor por el noveno arte, leía tebeos de Mortadelo con ganas y los adquiría con más ganas aún (llegado un momento en mi pueblo era imposible encontrarlos, así que cuando iba a una ciudad cercana por cualquier motivo procuraba pasar por un kiosco que tenía ejemplares la mar de sorprendentes -antiguas ediciones de Bruguera la mayoría-). Al final terminé por leerme todos los volúmenes de Super Humor que había en la biblioteca de mi pueblo, así como los tomos de otros personajes, como Asterix y Obélix.
El manga tardó un poco en llegar a mi vida, de hecho los medios de comunicación no es que lo trataran bien (hubo una campaña bastante fuerte y crítica contra el mismo en los 90), así que llegué a tener cierta animadversión por el cómic nipón aún sin haber leído ninguno. Sin embargo Bola de Dragón, la serie animada, me encantaba...
Fue pasada la primera mitad de los años noventa cuando tuve acceso al manga en la localidad donde estudiaba, allí descubrí (o me descubrió un amigo, no lo recuerdo) una librería especializada llamada Sopa de letras (en la cual, por desgracia, hace pocas semanas hice mi última compra, pues estaban liquidando todo el material que les quedaba para cerrar definitivamente), donde no pude evitar hacerme un ejemplar de la serie roja (no recuerdo el número, pero Goten y Trunks estaban en la portada) y caí rendido por completo ante la narrativa japonesa. Dragon Ball fue, por tanto, como para otros muchos, mi primer contacto con el cómic japones. Luego la curiosidad me llevaría a comprar una fantástica revista, Neko, con la que fui conociendo más autores y series y sintiendo más interés por el cómic nipón que, a día de hoy, es el que compro casi exclusivamente (aunque tampoco es que compre mucho).
En Sopa de letras, por cierto, pasé muchos tiempos muertos, hojeando revistas y tebeos de casi todo tipo y dando un poco por saco (sobre todo, aunque no exclusivamente) a Manolo; que por desgracia nos abandonó hace unos años (coincidimos en el hospital...), siendo un tipo realmente genial (magnífica persona y paciente tendero)... de ahí que siempre me acuerde de él con cariño y un poco de pena (fue quien me dio, por ejemplo, el último empujón para que me comprara Akira, y agradecido que le estoy eternamente), y que lo recuerde aquí de nuevo.
Pero, yendo al meollo de la cuestión, mi primer tebeo se remonta mucho tiempo antes de leer aquel cómic en blanco y negro de Bola de Dragón, e incluso antes de comprar aquel Super Zipi y Zape, mi primer tebeo se remonta a los días que pasaba en casa de mi abuela, a las tardes eternas sin saber qué hacer, donde me dedicaba a mirar sus revistas del corazón..., de las cuales solo me interesaba una cosa: las historietas que incluían. En aquel tiempo eran de El capitán Trueno, el mítico personaje creado por Víctor Mora y Ambrós (que hace poco volvieron a resucitar) y que recuerdo, si no leerlo, al menos mirarlo y remirarlo para pasar algo mejor aquellos interminables días de mi infancia.
- Otros capítulos:
2 comentarios:
Muy míticos todos, también recuerdo haber pasado horas leyendo Asterix y Obélix, y en menor medida, los tebeos de Bruguera, particularmente los de Mortadelo y Filemón.
Realmente es una pena que ya no existan revistas con historietas (salvo "El Jueves") de diferentes autores, era algo que me gustaba mucho y que, a día de hoy, me sigue atrayendo. Pero los personaje siguen ahí, la mayoría sin nuevas historias, pero con muchas 'viejas' historias por descubrir.
Saludos y gracias por tu comentario ^^
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