Alma es una joven que trabaja en la granja de pollos familiar, y que tiene desde pequeña una estrecha relación con su abuelo, que gira alrededor del olivar de este y, sobre todo, de un viejo olivo que le despojaron por un puñado de euros. Desde entonces comenzó el declive del hombre y, ahora que su salud está empeorando, Alma se propone encontrarlo y traerlo de vuelta.
De Icíar Bollaín he visto dos de sus últimas películas, También la lluvia y Katmandú, un espejo en el cielo, dejándome no impresionado pero sí satisfecho en líneas generales. No obstante, no fue (principalmente) este hecho el que me motivó para visionar El olivo (ídem, 2016), sino que me atrajo la idea de la historia, la de un olivo milenario arrancado de raíz y llevado a un edificio de oficinas, trasladado del aire libre, donde soporta las inclemencias del tiempo pero goza de libertad, al estar en una jaula de cristal y acero que le ofrece protección de los fenómenos meteorológicos y una temperatura constante, pero le quita el sentirse mecer por el viento y el recibir de forma directa los rayos del sol.
Lo que hace Paul Laverty, que ya se ha convertido en el guionista habitual de la realizadora madrileña, es contarnos la crisis del ladrillo español, la desmedida especulación inmobiliaria que se dio en España (y a la que parece que se quiere regresar) a raíz de la Ley del Suelo de Aznar, y a la que media España se sumó con alegría y jolgorio, y para ello toma el olivo como metáfora, culpando de dicho modo no solo a los banqueros y constructores, sino también a la base de toda pirámide, la gente de a pie, que de uno u otro modo fueron partícipes de la gran fiebre que asoló el país. Dicha fiebre está personificada en la figura de los hijos de Ramón, sobre todo en uno de ellos, que le reprocha que viva en el pasado, y aunque si bien actúan pensando en sus hijos, lo hacen aparentemente sin reflexión previa, o al menos sin cuestionarse si todo tiene un precio (si merece pagarlo) y hacía dónde les lleva a ellos y al resto toda esa vorágine.
Alma es hija de esa época, una chica con problemas de identidad y autoestima, que se arranca mechones (de raíz), cuando las cosas se tuercen y le vence la ansiedad; Anna Castillo (Fuera de foco) es la encargada de interpretar y convencer con este impulsivo personaje. Por otra parte, Javier Gutiérrez (La isla mínima) es su tío, un tipo un poco ingenuo que vivía cómodamente durante los años del “milagro económico” español, y que ahora sobrevive como puede; mientras que Ramón, el abuelo, está interpretado por Manuel Cucala, que le da una gran autenticidad a su personaje; y Pep Ambròs (Les coses grans), por otra parte, da vida a Rafa, que suspira por Alma, por la que está dispuesto a hacer cualquier cosa.
Creo que algo que dice mucho acerca de El olivo es lo que ocurrió cuando la vi. Habitualmente, al finalizar la proyección, los espectadores suelen salir en desbandada nada más comienzan a aparecer los títulos de créditos finales, pues aquí toda la sala permaneció sentada y en silencio durante un largo momento, empezándose a mover el personal solo cuando se encendieron las luces. Así pues, estamos ante una película que deja su mella, y que además lo hace entreteniendo durante todo el viaje que realizan los personajes, mezclando humor y drama acertadamente. Véanla y juzguen.
LO MEJOR:
-Un buen reparto, encabezado por Anna Castillo y Javier Gutiérrez.
-Un guion sencillo pero bien escrito que ha sabido trasladar perfectamente Icíar Bollaín a imágenes.
LO PEOR:
-Al final parece que regresan muy rápido los personajes, aunque tienen un gran motivo para ello.
¿Quién debería verla?
A quien también le gustase los trabajos anteriores de la directora, así como quien guste del cine social en cualquiera de sus vertientes.
¿Y quién no?
Quienes suspiren por otra burbuja inmobiliaria.
2 comentarios:
Buena reseña. Esta peli me llamaba la atención pero no lo tenía claro. Bastante probable que me anime a verla tras tu opinión.
Es cine social con buenas dosis de humor y drama, el trabajo de sus protagonistas es destacable y no solo entretiene, sino que consigue que el espectador reflexione. O sea, no es mala opción.
Gracias y saludos ^^
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