Se suponía que debía salir con la primera o segunda tanda de la Línea Gaijin de EDT/Glénat, pero se pospuso en tantas ocasiones que al final desapareció la editorial y la obra se quedó en un aparente limbo, borrándose incluso de la memoria de muchos aficionados mientras que el resto ya dábamos por hecho que la autora no tendría otra que dejarla en un cajón o quizá compartirla en la Red. Pero para nuestra sorpresa Editorial Ivrea la rescató del olvido, y además la trajo en una edición de lujo.
Ani es una muchacha de desbordante imaginación que, se entiende, está pasando unos días en casa de su tía, por lo que comparte las horas de ocio con sus dos primos. Durante un partido de softball manda la pelota al quinto pino, al vertedero más exactamente, por lo que para recuperarla se tendrán que internar en él; pero no será una tarea tan sencilla como parece, algo se la ha llevado e irán tras sus pasos para recuperarla.
Llevaba prácticamente un año con el volumen de El delirio de Ani en mi poder, y en todo ese tiempo he sido incapaz de encontrar el momento para leerlo, pero al fin antes de que llegara un nuevo año (lo leí y escribí esta reseña a finales de 2016) logré ver un hueco y aprovecharlo para leer la obra de Andrea Jen, a la cual dedicó trabajo durante cuatro años, dando como resultado un cómic de un grafismo y colorido más que destacable, y una historia imaginativa a la par que divertida.
Está claro que lo primero que atrae de El delirio de Ani es su dibujo, sin duda su autora se lo ha currado y ha creado una obra que es todo un deleite para la vista, hecho que se ve acrecentado gracias al detalle nada baladí de que ha sido publicada a todo color, por lo que toda aquella persona que disfrute con los ojos seguro que la goza especialmente. El diseño de los personajes, y especialmente el de la protagonista, es fantástico y resultan muy expresivos, teniendo casi todos ellos dos versiones, la del mundo real y la del mundo imaginario creado por la delirante mente de Ani. Estando también los escenarios contagiados por esa dualidad, por un lado pueden ser un basurero repleto de cosas inútiles y destrozadas, por otro un lugar de enorme colorido poblado por las más extrañas e increíbles criaturas, y no todas ellas amables. Vamos, que en ese aspecto no se le puede poner ninguna pega, aunque sí que en alguna página la disposición de las viñetas puede resultar confusa para la lectura o, simplemente, la continuidad entre ellas no queda clara.
Respecto a la historia, nos encontramos ante una especie de viaje iniciático, una aventura de búsqueda donde los protagonistas terminan encontrando algo más que una pelota tanto para bien como para mal. Siendo en inicio eminentemente luminosa y haciéndose más oscura y hasta violenta a medida que avanzamos páginas, volviendo la luz en el final, aunque esta ya no es tan colorida como en las primeras páginas, sino la del atardecer (hecho que no creo que sea sin razón). Su desarrollo es muy entretenido, gracias en gran medida a la personalidad de Ani, alegre y siempre dispuesta a seguir adelante (en ocasiones de manera irresponsable) y a unos personajes variopintos con los que se van cruzando, desde el perro guardián sin nada que guardar hasta los gatos hambrientos (parientes lejanos de Totoro), pasando por un par de armadillos y un hamster. El único pero que le pongo es que veo forzoso el detalle de la frase que le dice la tía al final, uno no tiene muy claro cómo se ha dado cuenta de ello y, en todo caso, si lo que la autora quiere mostrar es que la niña ha pasado a ser adolescente (o al menos que ha madurado), con esa gran ilustración en la que se queda mirando el basurero queda patente (el lector rápidamente lo relacionará con una viñeta similar del inicio, donde Ani ve un paisaje de fantasía) el cambio que ha surtido en su interior.
En cuanto a la edición que, como ya he anotado, corre a cargo de Editorial Ivrea, es muy buena, no ya solo porque hayan tenido la osadía de publicarla en color, sino que además lo han hecho en tapa dura y a un precio muy competente (apenas 15 euros) para sus casi 200 páginas.
En todo caso, El delirio de Ani es un tebeo con un muy buen dibujo, una historia divertida que intenta no quedarse en algo solo superficial y cuenta con una estupenda edición y, encima, a un precio bastante ajustado. Merece la pena.
LO MEJOR:
-Muy buen dibujo y color, gran trabajo de Andrea Jen.
-Fantástica la edición por parte de Ivrea.
-Los variopintos personajes con los que se cruzan los protagonistas.
-La historia quizá sorprende menos que el dibujo, pero mantiene el interés y resulta divertida.
LO PEOR:
-Un poco forzada la frase que le dice al final la tía a Ani, aunque, ahora que lo pienso, quizá cierta copa de vino sea una metáfora sobre ello.
Ani es una muchacha de desbordante imaginación que, se entiende, está pasando unos días en casa de su tía, por lo que comparte las horas de ocio con sus dos primos. Durante un partido de softball manda la pelota al quinto pino, al vertedero más exactamente, por lo que para recuperarla se tendrán que internar en él; pero no será una tarea tan sencilla como parece, algo se la ha llevado e irán tras sus pasos para recuperarla.
Llevaba prácticamente un año con el volumen de El delirio de Ani en mi poder, y en todo ese tiempo he sido incapaz de encontrar el momento para leerlo, pero al fin antes de que llegara un nuevo año (lo leí y escribí esta reseña a finales de 2016) logré ver un hueco y aprovecharlo para leer la obra de Andrea Jen, a la cual dedicó trabajo durante cuatro años, dando como resultado un cómic de un grafismo y colorido más que destacable, y una historia imaginativa a la par que divertida.
Está claro que lo primero que atrae de El delirio de Ani es su dibujo, sin duda su autora se lo ha currado y ha creado una obra que es todo un deleite para la vista, hecho que se ve acrecentado gracias al detalle nada baladí de que ha sido publicada a todo color, por lo que toda aquella persona que disfrute con los ojos seguro que la goza especialmente. El diseño de los personajes, y especialmente el de la protagonista, es fantástico y resultan muy expresivos, teniendo casi todos ellos dos versiones, la del mundo real y la del mundo imaginario creado por la delirante mente de Ani. Estando también los escenarios contagiados por esa dualidad, por un lado pueden ser un basurero repleto de cosas inútiles y destrozadas, por otro un lugar de enorme colorido poblado por las más extrañas e increíbles criaturas, y no todas ellas amables. Vamos, que en ese aspecto no se le puede poner ninguna pega, aunque sí que en alguna página la disposición de las viñetas puede resultar confusa para la lectura o, simplemente, la continuidad entre ellas no queda clara.
Respecto a la historia, nos encontramos ante una especie de viaje iniciático, una aventura de búsqueda donde los protagonistas terminan encontrando algo más que una pelota tanto para bien como para mal. Siendo en inicio eminentemente luminosa y haciéndose más oscura y hasta violenta a medida que avanzamos páginas, volviendo la luz en el final, aunque esta ya no es tan colorida como en las primeras páginas, sino la del atardecer (hecho que no creo que sea sin razón). Su desarrollo es muy entretenido, gracias en gran medida a la personalidad de Ani, alegre y siempre dispuesta a seguir adelante (en ocasiones de manera irresponsable) y a unos personajes variopintos con los que se van cruzando, desde el perro guardián sin nada que guardar hasta los gatos hambrientos (parientes lejanos de Totoro), pasando por un par de armadillos y un hamster. El único pero que le pongo es que veo forzoso el detalle de la frase que le dice la tía al final, uno no tiene muy claro cómo se ha dado cuenta de ello y, en todo caso, si lo que la autora quiere mostrar es que la niña ha pasado a ser adolescente (o al menos que ha madurado), con esa gran ilustración en la que se queda mirando el basurero queda patente (el lector rápidamente lo relacionará con una viñeta similar del inicio, donde Ani ve un paisaje de fantasía) el cambio que ha surtido en su interior.
En cuanto a la edición que, como ya he anotado, corre a cargo de Editorial Ivrea, es muy buena, no ya solo porque hayan tenido la osadía de publicarla en color, sino que además lo han hecho en tapa dura y a un precio muy competente (apenas 15 euros) para sus casi 200 páginas.
En todo caso, El delirio de Ani es un tebeo con un muy buen dibujo, una historia divertida que intenta no quedarse en algo solo superficial y cuenta con una estupenda edición y, encima, a un precio bastante ajustado. Merece la pena.
LO MEJOR:
-Muy buen dibujo y color, gran trabajo de Andrea Jen.
-Fantástica la edición por parte de Ivrea.
-Los variopintos personajes con los que se cruzan los protagonistas.
-La historia quizá sorprende menos que el dibujo, pero mantiene el interés y resulta divertida.
LO PEOR:
-Un poco forzada la frase que le dice al final la tía a Ani, aunque, ahora que lo pienso, quizá cierta copa de vino sea una metáfora sobre ello.
2 comentarios:
El único de los gaijines de la primera hornada que le falta a mis estanterías. A ver si me topo con él en una tienda y lo adquiero, que por dejadez lo he estado dejando de lado...
Pues seguro que es una lectura que te satisface. El apartado gráfico está requetebien, la historia engatusa y la edición es magnífica, así que merece la pena.
Saludos, y gracias por tu comentario ^^
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