La vida de Adèle fue un filme polémico (fundamentalmente por sus escenas de sexo, así como por algunas declaraciones de sus protagonistas) que cautivó a la mayoría de la crítica y que, a un servidor, le encantó, me dejó poso y desde luego no salí del cine igual a como entré. Así que, probablemente, la decisión de visionar Un amor de verano (La belle saison, 2015) tenga mucho que ver con las sensaciones que me transmitió la cinta de Abdellatif Kechiche, de, quizá, querer volver a quedarme con esa impresión de pérdida.
Delphine es una chica que vive en el campo, trabajando en la granja de sus padres, que mantiene en secreto su homosexualidad; por algún motivo va a París a trabajar y conoce por casualidad a un grupo de activistas feministas, de una de las cuales, Carole, termina prendada, aunque esta nunca imaginó que le pudiesen gustar personas de su mismo sexo.
Querer revivir lo que se sintió con una película en particular es algo que a todos nos pasa, si no, entiendo, las franquicias y sagas no tendrían tanto éxito. Lo malo es que el hecho de comparar una obra con otra no siempre es bueno ni acertado, puesto que sus creadores no tienen porqué compartir intenciones a pesar de tratar temas similares. Un amor de verano, que está dirigida y co-escrita por Catherine Corsini (la otra guionista es Laurette Polmanss), aunque comparte puntos en común con La vida de Adéle, no va por los mismos derroteros, ya que en gran medida está contada en clave política, puesto que los movimientos por la igualdad y emancipación de las mujeres son una parte importante (así como el tema de la homosexualidad, la familia... todo ello en una década de notables luchas y conquistas sociales como fueron los 70), es uno de sus grandes ejes y sobre ello van muchas de las conversaciones (como la de la tierra del norte donde la protagonista “se hunde” mientras que en el sur es todo lo contrario). Además, también trata el hecho de que antes incluso de querer que te acepten los demás como eres, uno se debe aceptar a sí mismo, aunque en ocasiones pueda ser doloroso, solo así se puede conseguir liberarse realmente (de ahí se explica la decisión de Delphine al final), y andar con la cabeza alta sin preocuparse por el qué dirán.
Todo ello se cuenta manteniendo siempre la relación de Delphine y Carole en un primer plano, sus vidas, más la de Carole si cabe, cambian por completo y ambas han de aceptar con naturalidad lo que las une si quieren seguir adelante. La suya es, en definitiva, una historia de amor en una época de luchas y de cambios, donde lo que hoy se ve como algo normal (y según en qué sectores todavía se demoniza o se trata como si fuese una enfermedad) en aquella época se luchaba por su aceptación, una lucha que era tanto exterior como, en ocasiones, interior.
Un amor de verano está dominado por dos actrices, una es toda una veterana, como lo es Cécile de France (Más allá de la vida), y la otra algo más joven y a la que un servidor no conocía, Izïa Higelin (Samba) (que me recuerda en la mirada y en los labios a Adéle Exarchopoulos), ambas bordan sus papeles, hay química entre ellas y sus secuencias están llenas de naturalidad. Otros rostros que las acompañan son Noémie Lvovsky (Casa de tolerancia), como la madre de Delphine, una mujer trabajadora y resignada que saca lo peor de sí en uno de los momentos más intensos del filme; siendo Jean-Henri Compère (Asesino en el tiempo) el padre; mientras que Benjamin Bellecour (Bon voyage) es el sufridor novio de Carole. Entre otros, que suman un reparto interesante que realizan una buena labor.
Tiene momentos que se alargan (o simplemente se hacen largos) un poco, pero en la mayor parte mantiene el interés tanto por la historia como por los personajes, terminando de forma inmejorable, dejando al espectador pegado a la butaca, emocionado y sin poder evitar reflexionar sobre lo visto.
LO MEJOR:
-Que al final te deja pegado a la butaca, emociona y te hace reflexionar.
-Gran trabajo de Cécile de France e Izïa Higelin, muy buena la realización de Catherine Corsini.
-La banda sonora, compuesta por Grégoire Hetzel.
LO PEOR:
-Esos tramos que se hacen un poco largos.
¿Quién debería verla?
Quien guste de historias de amor a la par que películas reivindicativas.
¿Y quién no?
¿Miembros de la conferencia episcopal?
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