Joanne regenta una piscina en un pueblo entre montañas. Tiene una niña con una extraña (o extraordinaria) capacidad olfativa. Un día tienen una visita inesperada que desenterrará hechos pasados.
La imagen de Adèle Exarchopoulos mirando hacia atrás mientras algo arde al frente es una imagen poderosa. Y lo es por el contraste entre las llamas y las figuras humanas en la oscuridad reinante, y también lo es porque la protagonista de La vida de Adèle es un potente reclamo.
Y es un potente reclamo porque todavía conservo un extraordinario recuerdo de una extraordinaria interpretación, una autenticidad que impactaba y que hacia que todo se silenciara y ocupaba todo lo que tenía ante mí, y aunque en Los cinco diablos (Les cinq diables, 2022) no buscaba ni por asomo dicha intensidad, al final el ser humano intenta encontrar la seguridad de lo conocido aunque luego se tope con algo totalmente distinto.
Dirigida por Léa Mysius (Ava) y escrita por esta misma junto a Paul Guilhaume (director de fotografía de, entre otras, París, distrito 13), Los cinco diablos es una película que se niega en enmarcarse en un género, puesto que llega a ser tan inquetante como una cinta de terror, tiene momentos intensamente dramáticos, una pizca de temática social, un importante toque fantástico, una historia de amor que se va desvelando a medida que nos vamos adentrando en los singulares viajes de cierto personaje y hasta podríamos estar hablando de una especie de superpoder (desarrollado a partir de... ¿gel lubricante?). Una mezcla muy bien combinada que nos va dando información poco a poco a la par que generando, desde el primer plano, curiosidad por saber qué sucedió (o va a suceder) en eso momento exacto, cuando Joanne mira atrás (¿y a qué o quién mira?) mientras algo arde al frente.
Adèle Exarchopoulos está magnífica otra vez, su interpretación es digna de elogios, pero también lo es la de la niña Sally Dramé, sobre sus hombros recae una parte muy importante de la historia, de hecho sin ella no habría historia. Por comparación los papeles de Moustapha Mbengue (Un pequeño plan... como salvar el planeta) y Swala Emati no destacan tanto, pero al primero Joanne ya le reprocha eso mismo y la segunda tiene un gran trauma que superar, como Nadine, que interpreta Daphne Patakia (Benedetta).
En definitiva, Los cinco diablos es una cinta que te atrapa, poco a poco, generando intriga, y mostrando a unos personajes (adultos) tocados por algo que no se sabe muy bien qué es, aunque en algunos de ellos sean visibles sus huellas.
La imagen de Adèle Exarchopoulos mirando hacia atrás mientras algo arde al frente es una imagen poderosa. Y lo es por el contraste entre las llamas y las figuras humanas en la oscuridad reinante, y también lo es porque la protagonista de La vida de Adèle es un potente reclamo.
Y es un potente reclamo porque todavía conservo un extraordinario recuerdo de una extraordinaria interpretación, una autenticidad que impactaba y que hacia que todo se silenciara y ocupaba todo lo que tenía ante mí, y aunque en Los cinco diablos (Les cinq diables, 2022) no buscaba ni por asomo dicha intensidad, al final el ser humano intenta encontrar la seguridad de lo conocido aunque luego se tope con algo totalmente distinto.
Dirigida por Léa Mysius (Ava) y escrita por esta misma junto a Paul Guilhaume (director de fotografía de, entre otras, París, distrito 13), Los cinco diablos es una película que se niega en enmarcarse en un género, puesto que llega a ser tan inquetante como una cinta de terror, tiene momentos intensamente dramáticos, una pizca de temática social, un importante toque fantástico, una historia de amor que se va desvelando a medida que nos vamos adentrando en los singulares viajes de cierto personaje y hasta podríamos estar hablando de una especie de superpoder (desarrollado a partir de... ¿gel lubricante?). Una mezcla muy bien combinada que nos va dando información poco a poco a la par que generando, desde el primer plano, curiosidad por saber qué sucedió (o va a suceder) en eso momento exacto, cuando Joanne mira atrás (¿y a qué o quién mira?) mientras algo arde al frente.
Adèle Exarchopoulos está magnífica otra vez, su interpretación es digna de elogios, pero también lo es la de la niña Sally Dramé, sobre sus hombros recae una parte muy importante de la historia, de hecho sin ella no habría historia. Por comparación los papeles de Moustapha Mbengue (Un pequeño plan... como salvar el planeta) y Swala Emati no destacan tanto, pero al primero Joanne ya le reprocha eso mismo y la segunda tiene un gran trauma que superar, como Nadine, que interpreta Daphne Patakia (Benedetta).
En definitiva, Los cinco diablos es una cinta que te atrapa, poco a poco, generando intriga, y mostrando a unos personajes (adultos) tocados por algo que no se sabe muy bien qué es, aunque en algunos de ellos sean visibles sus huellas.
LO MEJOR:
-Una buena historia y realización, que te mantiene atento e interesado.
-El buen trabajo actoral, destacando, como siempre, a Exarchopoulos, y a la niña.
LO PEOR:
-Hay incógnitas alrededor de Julia en las que habría estando interesante ahondar.
-Al final le falta una vuelta de tuerca para dejar al espectador pegado al asiento.
-Una buena historia y realización, que te mantiene atento e interesado.
-El buen trabajo actoral, destacando, como siempre, a Exarchopoulos, y a la niña.
LO PEOR:
-Hay incógnitas alrededor de Julia en las que habría estando interesante ahondar.
-Al final le falta una vuelta de tuerca para dejar al espectador pegado al asiento.
¿Quién debería verla?
Si te gusta su actriz protagonista ya es de obligado visionado, y ya luego si te gusta el cine fantástico en su más amplio sentido... también.
¿Y quién no?
¿Quien no soporte los olores fuertes?
La pregunta (con respuesta):
Una vez vista se ve la respuesta, pero tampoco se ve la cuestión a la primera: ¿qué es lo que intenta apagar Joanne bañándose en agua helada y casándose con un bombero (por no hablar de en lo qué trabaja)?
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