Así, pensando fríamente, mi primer libro fue el Micho. Me acuerdo muy bien de ese librito, heredado de mis hermanos, de tapas rojas (que aún conservo en un cajón, aunque por desgracia no lo tengo a mano para echarle una fotico) y portada gatuna, de cómo mis padres se esforzaban para que aprendiera las letras, y de lo que, por algún motivo desconocido para mí, me costaba la u. Era superior a mí.
Pero claro, el Micho, al fin y al cabo, es un libro de texto, así que no lo puedo poner como mi primer libro, si acaso como mi primer libro de texto. Mi primer libro (que recuerde), el que contaba una historia, fue uno de esas lecturas que te mandan en la escuela, en la EGB más exactamente, no sé si sería en segundo o tal vez en tercero, pero lo que sí que tengo claro es que pertenecía a la colección El Barco de Vapor de la editorial SM.
Dudo entre dos libros, aunque me decanto claramente por uno, porque sin duda Gruñón y el mamut peludo fue el primero que tuve, y que empecé a leer, pero creo recordar que no lo terminé hasta tiempo después. Realmente por aquella época, aunque los libros despertaban mi curiosidad, me costaba encontrar uno que me mantuviera pegado a sus páginas desde el principio hasta el final y, si la memoria no me falla, el primero que lo consiguió fue El dragón de Jano.
Escrito por Irina Korschunow, era una historia tierna a la par que dramática de un niño un poco gordito y un tanto marginado por sus compañeros, un día, creo, dibujaba sobre la tierra un pequeño dragón que cobró vida y con el que a partir de entonces labró una bonita amistad, el cual le ayudó a salir adelante, a tener confianza en sí mismo. El final de la historia, con Jano y el dragón en el mismo lugar donde nació este último, consiguió emocionarme. Vamos, que mi primer libro fue una novelita infantil sencilla pero con una historia que consiguió conectar conmigo (siempre me han gustado los dragones, quizá fuera un detalle que influyera).
De El Barco de Vapor creo que hubo solo otro libro más que me engatusó y también emocionó. Era un libro que le habían mandado a leer a mi querida hermana y que yo leí porque se me apetecería, su título es Rosa, mi hermana Rosa, su autora Alice Vieira y, básicamente, contaba la historia de una niña a la que le había salido competencia del cariño de sus padres con su recién nacida hermana, y por la que sentía bastantes celos. Así que narra el camino que recorre hasta aceptar a su hermana, o al menos comprender que no era una competidora.
Pero, si hablamos del libro que me marcó inevitablemente, que hizo que cayeran prejuicios y que me alucinó en colores, hablamos de un clásico maravilloso que todos deberían leer de pequeños y también de mayores, pero es imprescindible que se lea cuando se es infante.
Era un libro de lectura obligada, y cuyo título, nada más informarme el maestro cuál era, me pareció cursi y nada interesante, encima costaba 500 pesetas, así que lo adquirí hasta con mala leche, me cabree y todo (lo mismo porque con ese dinero me podía comprar al menos un par de tebeos de Mortadelo), lo recuerdo perfectamente. Pero empecé a leerlo y pasé del enfado al asombro, del ceño fruncido a la sonrisa y a la certeza de que Antoine de Saint-Exupéry había dado en el clavo por completo, que era un hombre que entendía la infancia y lo que significaba ser niño, que había firmado una obra maestra. Tiempo después, cuando me lo releí (quizá por tercera o cuarta vez, pero ya crecidito) seguía opinando lo mismo, y es que no me cabe duda de que El Principito es una auténtica joya de la literatura, que logró, entre otras cosas, que dejará de juzgar simplemente por el título o la portada, y que provocó el inicio de mi amor (quizá un tanto turbulento, pero amor al fin y al cabo) por los libros.
Tras este pequeño pero maravilloso libro seguía siendo durillo a la hora de engancharme a un libro, uno de los que lo lograron rápidamente fue Los viajes de Gulliver (maravilloso), pero no cogí carrerilla con la lectura hasta que no leí mi primera obra de ciencia ficción: Fundación, de Isaac Asimov. A partir de entonces me decanté todavía más por la literatura de género, comprándome o leyendo de la biblioteca más libros de Asimov y también descubriendo obras tan geniales (y hablo de otro de mis puntos de inflexión literarios) como Hyperion, de Dan Simmons.
En fin, desde entonces, algunos años más y otros menos, no he dejado de leer y de descubrir autores, como Javier Negrete y su Saga de Tramórea, Jack Vance y El jardín de Suldrun (aún no me he leído las otras dos novelas de Lyonesse), John Brunner y su Rebaño ciego o El atlas de las nubes de David Mitchell (entre muchos otros).
Y con esto se pone fin a la serie de posts dedicados a la primera película, cómic... y libro de un buen número de blogueros (15, si no me fallan los cálculos, más un servidor), pero con ello no se termina de celebrar el décimo aniversario del blog, porque espero poder empezar a publicar una serie de entradas sobre una de mis sagas cinematográficas preferidas (haciendo especial hincapié en su primera entrega) en las próximas semanas, además tengo un concurso pendiente que me gustaría poner en marcha antes de que termine el año... o tal vez lo deje para el undécimo aniversario, quién sabe.
En todo caso, espero que estas entradas especiales os hayan resultados divertidas e instructivas, y que las que están por venir también os agraden ;)
Pero claro, el Micho, al fin y al cabo, es un libro de texto, así que no lo puedo poner como mi primer libro, si acaso como mi primer libro de texto. Mi primer libro (que recuerde), el que contaba una historia, fue uno de esas lecturas que te mandan en la escuela, en la EGB más exactamente, no sé si sería en segundo o tal vez en tercero, pero lo que sí que tengo claro es que pertenecía a la colección El Barco de Vapor de la editorial SM.
Dudo entre dos libros, aunque me decanto claramente por uno, porque sin duda Gruñón y el mamut peludo fue el primero que tuve, y que empecé a leer, pero creo recordar que no lo terminé hasta tiempo después. Realmente por aquella época, aunque los libros despertaban mi curiosidad, me costaba encontrar uno que me mantuviera pegado a sus páginas desde el principio hasta el final y, si la memoria no me falla, el primero que lo consiguió fue El dragón de Jano.
Escrito por Irina Korschunow, era una historia tierna a la par que dramática de un niño un poco gordito y un tanto marginado por sus compañeros, un día, creo, dibujaba sobre la tierra un pequeño dragón que cobró vida y con el que a partir de entonces labró una bonita amistad, el cual le ayudó a salir adelante, a tener confianza en sí mismo. El final de la historia, con Jano y el dragón en el mismo lugar donde nació este último, consiguió emocionarme. Vamos, que mi primer libro fue una novelita infantil sencilla pero con una historia que consiguió conectar conmigo (siempre me han gustado los dragones, quizá fuera un detalle que influyera).
De El Barco de Vapor creo que hubo solo otro libro más que me engatusó y también emocionó. Era un libro que le habían mandado a leer a mi querida hermana y que yo leí porque se me apetecería, su título es Rosa, mi hermana Rosa, su autora Alice Vieira y, básicamente, contaba la historia de una niña a la que le había salido competencia del cariño de sus padres con su recién nacida hermana, y por la que sentía bastantes celos. Así que narra el camino que recorre hasta aceptar a su hermana, o al menos comprender que no era una competidora.
Pero, si hablamos del libro que me marcó inevitablemente, que hizo que cayeran prejuicios y que me alucinó en colores, hablamos de un clásico maravilloso que todos deberían leer de pequeños y también de mayores, pero es imprescindible que se lea cuando se es infante.
Era un libro de lectura obligada, y cuyo título, nada más informarme el maestro cuál era, me pareció cursi y nada interesante, encima costaba 500 pesetas, así que lo adquirí hasta con mala leche, me cabree y todo (lo mismo porque con ese dinero me podía comprar al menos un par de tebeos de Mortadelo), lo recuerdo perfectamente. Pero empecé a leerlo y pasé del enfado al asombro, del ceño fruncido a la sonrisa y a la certeza de que Antoine de Saint-Exupéry había dado en el clavo por completo, que era un hombre que entendía la infancia y lo que significaba ser niño, que había firmado una obra maestra. Tiempo después, cuando me lo releí (quizá por tercera o cuarta vez, pero ya crecidito) seguía opinando lo mismo, y es que no me cabe duda de que El Principito es una auténtica joya de la literatura, que logró, entre otras cosas, que dejará de juzgar simplemente por el título o la portada, y que provocó el inicio de mi amor (quizá un tanto turbulento, pero amor al fin y al cabo) por los libros.
Tras este pequeño pero maravilloso libro seguía siendo durillo a la hora de engancharme a un libro, uno de los que lo lograron rápidamente fue Los viajes de Gulliver (maravilloso), pero no cogí carrerilla con la lectura hasta que no leí mi primera obra de ciencia ficción: Fundación, de Isaac Asimov. A partir de entonces me decanté todavía más por la literatura de género, comprándome o leyendo de la biblioteca más libros de Asimov y también descubriendo obras tan geniales (y hablo de otro de mis puntos de inflexión literarios) como Hyperion, de Dan Simmons.
En fin, desde entonces, algunos años más y otros menos, no he dejado de leer y de descubrir autores, como Javier Negrete y su Saga de Tramórea, Jack Vance y El jardín de Suldrun (aún no me he leído las otras dos novelas de Lyonesse), John Brunner y su Rebaño ciego o El atlas de las nubes de David Mitchell (entre muchos otros).
Y con esto se pone fin a la serie de posts dedicados a la primera película, cómic... y libro de un buen número de blogueros (15, si no me fallan los cálculos, más un servidor), pero con ello no se termina de celebrar el décimo aniversario del blog, porque espero poder empezar a publicar una serie de entradas sobre una de mis sagas cinematográficas preferidas (haciendo especial hincapié en su primera entrega) en las próximas semanas, además tengo un concurso pendiente que me gustaría poner en marcha antes de que termine el año... o tal vez lo deje para el undécimo aniversario, quién sabe.
En todo caso, espero que estas entradas especiales os hayan resultados divertidas e instructivas, y que las que están por venir también os agraden ;)
- Otros capítulos:
2 comentarios:
Desde luego que estas entradas han sido interesantes, tanto como lector y escritor que he sido de ellas, por lo que implican a la hora de conocer las experiencias y puntos de vistas de otros y por a su vez hacer indagar en los recuerdos propios.
Estaré atento a las siguientes reseñas que señalas, a ver que comentas en ellas.
Me alegro que haya sido así, Santiago, y esperemos seguir compartiendo experiencias blogueras por mucho tiempo :)
Gracias por todo (y más pronto que tarde vendrán las entradas comentadas) ^^
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