12 septiembre 2024

Alien: Romulus

Rain Carradine vive atrapada en una colonia minera (cuya atmósfera recuerda mucho a Blade Runner) con la única compañía del sintético Andy. Tyler, quien tiene una nave, le ofrece la oportunidad de escapar rescatando unas criocápsulas de una nave abandonada de la corporación Weyland-Yutani que orbita a la deriva. Una vez allí descubrirán los motivos de su abandono.

Tras el fracaso de la segunda precuela de la saga del xenomorfo, parecía que el monstruo había muerto definitivamente, pero con la compra de 20th Century Fox por parte de Disney, esta última no quería desaprovechar el potencial pecuniario de las franquicias con más solera de la compañía.

Era complicado que le volvieran a confiar a Ridley Scott las riendas de una nueva historia (aunque un servidor vería encantado una tercera precuela), pero que se lo encargaran a un realizador que ya revitalizó una vieja saga como Posesión infernal, Fede Álvarez, daba cierta seguridad. Hace unos meses Scott nos hizo tener más ilusión al compartir unas impresiones muy positivas de Alien: Romulus (ídem, 2024), de la que dijo que era una maldita genialidad, y eso para un cineasta que no se anda con chiquitas en sus declaraciones era algo que daba pie al optimismo (siempre con reservas).

Situada temporalmente entre las dos primeras entregas, el personaje protagónico vuelve a recaer sobre una fémina de aspecto frágil pero de mucha fuerza. Ella, junto a una joven tripulación, deberá enfrentarse a una pesadilla alienígena que el espectador conoce bien y que, como ya venían anunciando, regresa a los orígenes, apostando por mostrar a las criaturas lo menos posible, así como reducir el uso de los efectos visuales y apostar por los prácticos.
Siendo así, Fede Álvarez y Rodo Sayagues, los guionistas, se toman su tiempo para presentar a los personajes, sus circunstancias y la situación límite en la que viven, con la corporación Weyland-Yutani controlando sus vidas como a presos, y cuya única vía de escape que atisban es una apuesta arriesgada pero, de entrada, no mucho más que quedarse trabajando en las minas. Así que la primera criatura tarda en aparecer, tomándose mucho tiempo para mostrarnos las inequívocas señales de que algo horrendo se encuentra en la estación, hecho que va incrementando poco a poco la sensación de peligro, y que finalmente te salta en la cara como lo haría un Facehugger (criatura, por cierto, muy bien aprovechada).

Se nota el respeto por el film original por detalles como los monitores y los controles de la nave de los protagonistas, donde impera lo analógico, así por no pocos planos (muchos sacados de los dos primeros films) y diálogos (con frases calcadas), pero por suerte eso no se traduce en una película previsible o aburrida, puesto que guarda más de una sorpresa y muchas secuencias de alta tensión (esos cientos de Abrazacaras, o el momento en el que deben atravesar el pasillo repleto de ácido), teniendo elementos comunes a la saga, que contentarán hasta los fanáticos más acérrimos deseosos de cazar referencias, junto algunos toques de nueva cuña.

Cailee Spaeny es la nueva heroína, la intérprete yanqui hizo una buena labor en la última película de Alex Garland y aquí ha tenido la suerte de defender un papel no menos difícil. Personalmente la veía demasiado joven para el papel (la chica tiene cara de estar en la adolescencia aunque ya se acerque a la treintena), pero hay que reconocer su buena labor y la del resto del reparto. Especialmente la de David Jonsson (Industry), que da vida a Andy, el inseparable compañero de Rain, un humano artificial cuya directriz principal y única es cuidarla, pero que, a pesar de su naturaleza, evolucionará a lo largo del film. Le acompañan Archie Renaux (Morbius), quien interpreta a Tyler, de quien se intuye es un viejo amor de la prota; Spike Fearn (Aftersun), a quien le ha tocado el antipático de Djorn, un individuo que odia a los sintéticos y tiene la manía de ser sincero hasta la ofensa (y que solo le falta tener un cartel de muerto en la frente). Completan la tripulación Isabela Merced (Dora y la ciudad perdida) y Aileen Wu (en la que es su primera participación en un largometraje).
Unos espectadores muy guarros (de verdad que no era necesario absorber tanto la bebida con la dichosa pajita, por no hablar que con su forma de comer palomitas me recordaron a ciertos momentos de El viaje de Chihiro) que tenía de vecinos no opinarán igual, pero con Alien: Romulus Fede Álvarez no reniega de ninguna de las películas precedentes. Esto es más que evidente en su tramo final y el enfrentamiento contra la criatura híbrida (echando un ojo a los créditos y los temas musicales que se reutilizan caben menos dudas), sino que las abraza todas en uno o varios instantes, toma lo que quiere de ellas y nos ofrece una buena historia, con muchos sustos, dosis de acción e incluso unas pizcas de humor. Pero, bueno, siempre hay un pero.

Como digo, Fede Álvarez, afortunadamente, no reniega de ninguna de las películas de la franquicia, aunque está claro que principalmente se mira en el espejo de las dos primeras, también hay frases o imágenes que rememoran y homenajean a las otras cuatro. Ahora bien, este respeto cuasi reverencial hace que, a pesar de los giros, apenas haya sorpresas, ofreciendo al espectador lo que pide pero dejando, o al menos a mí así me pasó, con una sensación de haber visto un film casi sobresaliente en todos sus apartados, pero sin la inquietud en el cuerpo con la que salías de la sala en pelis previas y, lo que es peor, sin haber visto nada novedoso. Tiene todo lo que se puede esperar de una película de Alien, punto por punto, y precisamente por ese mismo motivo no ha dejado apenas espacio a la innovación, aun teniendo algunos destellos interesantes al respecto (el que Weyland-Yutani sea dueña de la vida de los protas, o el sintético Andy, sin duda el personaje más interesante de esta entrega a mi juicio), resulta conservadora en general. Y, aún así, no deja de ser una buena película que merece la pena ver.

 
LO MEJOR:
-Buen guion y dirección, fotografía y música.
-El reparto cumple la mar de bien.
-Que sabe mantener en tensión y dosificar los sustos.
-Excelentes efectos, una inteligente combinación de digitales y prácticos.

LO PEOR:
-Hablando de los efectos... ese ultrafalso (aunque al final uno se acostumbre... un poco). No era necesario, como tampoco era necesario repetir una mítica frase de la entrega inaugural de la saga.
-Que a pesar del interés, y del buen guion y dirección, no depara ni grandes sorpresas ni da nuevos aires a la saga (cosa que intentó Scott con las precuelas).

¿Quién debería verla?
No creo que decepcione a los fanáticos de Alien, ni a los amantes del terror en general.

¿Y quién no?
Si esperas ver algo nuevo y revolucionario.
 
Otras reseñas:

2 comentarios:

Santiago Bobillo dijo...

Pues como fan de la saga a un servidor si que le ha decepcionado un poco, tal y como con incongruencias con respecto a las otras películas (la velocidad de crecimiento o los ciclos de los xenomorfos, por ejemplo) o con lo innecesario de tener que usar digitalmente el rostro del fallecido Ian Holm y alguna frase de la cinta original.

Por otra parte, concuerdo contigo en que hay buenas escenas (los ataques y persecuciones de los abrazacaras, las esquivas del ácido...) y que Andy es el mejor personaje... y yo añadiría que su actor, además, el mejor intérprete.

Scabbers dijo...

Sosa. Mo es mala tal como comentas, pero sales del cine con un "meh". Quizás la corta edad de los protagonistas, o la falta de algo bien chocante, pero es una cinta prescindible. Los efectos muy buenos, eso sí.