Hasta ahora no había visto ninguna película de Spike Jonze (Adaptation, Cómo ser John Malkovich), no obstante eso no me impedía saber que es uno de los adalides del cine indie estadounidense y que tiene un estilo bastante personal. Ahora que he visto esta película, supuestamente destinada al público infantil (al menos eso entiendo viendo la publicidad), no dejo más que confirmar que sí, que Jonze es un director con un estilo bastante peculiar.
Al ver, hace unos meses, el primer trailer de Donde viven los monstruos (Where the Wild Things Are) me quedé un tanto perplejo, ello se debió sobre todo al diseño de los monstruos que me resultaron bastante feos aunque a la par entrañables, un poco como me ocurrió en su día con títulos como Dentro del laberinto, El cristal oscuro o La historia interminable. De hecho ni siquiera sabía que la película se basaba en el cuento ilustrado de Maurice Sendak, que fue publicado por primera vez en el año 1963. Viendo el cuento, que no llega a las 40 páginas, es evidente que los diseños del film son fieles a los originales, y que haber hecho un largometraje de hora y media inspirándose en una historia tan corta (sus escasas frases se leen en pocos minutos), y a la par ser tan fiel a su espíritu tiene bastante mérito.
Max (Max Records, todo un descubrimiento que espero ver en futuros proyectos) es un niño que se siente ignorado. Su hermana no le hace mucho caso y prefiere estar con los amigos, su madre (Catherine Keener) tiene problemas en el trabajo por lo que dedica mucho tiempo a solucionarlos, y su padre no está en casa ya que sus progenitores se divorciaron. Una noche de esas que Max reclama la atención de su madre y ésta no le hace mucho caso debido a que está con el novio (Mark Ruffalo, en un brevísimo papel), Max tiene una pataleta y su progenitora también pierde los estribos, así el chico sale huyendo de casa y acaba entre unos árboles a la orilla del mar, allí ve una pequeña barca en la que no duda embarcarse. Tras un largo viaje llega a una isla habitada por unos extraños y enormes seres, de los cuales Max acabará convirtiéndose en rey, pues piensan que los podrá unir para así nunca volver a estar tristes.
Ya desde el momento en que aparece los logotipos de la Warner y demás estudios y productoras (todos pintarrajeados con dibujos infantiles) vemos que no nos vamos a encontrar con una película de temática infantil al uso, hecho que se corrobora nada más ver las primeras imágenes, con Max jugando en su iglú. Y es que el estilo visual escogido por Jonze es muy realista, hecho que acentúa el uso continuo de la cámara en mano y la fotografía, más cercana a filmes dramáticos que a productos dirigidos a niños. Este hecho se hace más patente cuando Max llega a la isla, donde más que conservar ese estilo pasa a ser más oscuro, a veces muy oscuro, con momentos como el encuentro del pequeño con los monstruos en el que están a punto de zampárselo, y que según mi punto de vista debe de cagar de miedo a cualquier niño. Con todo esto quiero indicar que no nos encontramos con un filme que realmente vaya dirigido a los niños, sino que estamos ante una obra adulta con envoltorio infantil (una prueba de ello es que en la sala había, además de mí, un padre con su hija pequeña, que se fueron mucho antes del final porque la niña tenía miedo). Prácticamente durante todo el metraje no pude dejar de sentir desasosiego, muy especialmente en los momentos que el protagonista permanece en la isla, donde no dejaba de pensar que tarde o temprano terminarían por comérselo, y es que las criaturas son más siniestras que adorables, con unos dientes que dan desconfianza a cualquiera, y muchas con un carácter para nada agradable.
Tal y como yo lo veo, cada uno de los monstruos (muy especialmente Carol) son alter egos de Max, partes de su personalidad: una nunca está de acuerdo con nada y es agresiva, otro es tímido y nadie le escucha, otro no habla, otra es dulce, otro se deja llevar, y el carácter de otro puede cambiar hasta convertirse en muy peligroso... Todos ellos son caras de la misma moneda, y a todos ellos les cuesta llevarse bien, ya que sus diferentes formas de ser son complicadas de reconciliar, o sea, que son como cualquier persona: contradictorios.
Donde viven los monstruos es una atípico film que estoy seguro disfrutarán sobre todo aquellos que en su niñez leyeron (o les leyeron) el cuento original, pero que veo difícil que entusiasme a los infantes actuales, al menos a aquellos que tengan menos de 8 ó 9 años ya que no sólo resulta oscura en lo que se refiere a lo visual, sino también en lo argumental. De hecho su propio director ha dicho que no quería hacer una película infantil, sino sobre la infancia.
LO MEJOR:
-La recreación del oscuro mundo impúber de Max, poblado de no menos oscuros personajes.
-Que se haya hecho tal y como se ha hecho, a pesar de lo arriesgado de la propuesta. Es muy raro ver eso en el Hollywood actual.
-Lo expresivos que son los monstruos.
LO PEOR:
-La cámara marea en ocasiones.
¿Quién debería verla?
Los antiguos lectores del cuento de Maurice Sendak.
¿Y quién no?
No es una película infantil al uso, de hecho si la consideramos adulta tampoco lo sería, por lo que no se la recomiendo a aquellos que sean espectadores "al uso".
Taquilla:
A veces arriesgar merece la pena. En Estados Unidos ha obtenido un notable éxito (con más de 60 millones recaudados hasta el mes de noviembre) y en el resto del mundo, sin ser un exitazo, tampoco parece que le haya ha ido mal.
Leer critica Donde viven los monstruos en Muchocine.net
2 comentarios:
Pues poco que añadir. Es una película sobre la infancia, difícil y árida, pero que premia a aquel que consigue introducirse en su universo.
A mí me pareció un peliculón, pero entiendo perfectamente que haya gente que no logre conectar con las imágenes.
Un saludo.
A mí me gustó, desde luego, eso sí, se ve que no me llegó tanto como a tí. No es una cinta fácil, pero sí recomendable.
Saludos y gracias por pasarte por aquí ^^
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