30 enero 2020

Los niños del mar

Ruka, una jovenzuela que está entrando en la adolescencia, conoce en el acuario que trabaja su padre a Umi y Sora, dos misteriosos hermanos que se criaron entre dugongos. Una noche ven dos estrellas fugaces a las que Umi llama espíritus, y empiezan a suceder cosas cada vez más extraordinarias.

Ayumu Watanabe (Doraemon y el pequeño dinosaurio) dirige esta adaptación del premiado manga de Daisuke Igarashi (quien se ha implicado en el film escribiendo el guion y participando en la realización del storyboard), una cinta de ritmo pausado que vira entre una historia relativamente convencional sobre una niña a la que le cuesta encajar, pero que juega a dejar muchas preguntas (u ofrecer respuestas que generan más preguntas), y un último tramo donde se bombardea sensorialmente al espectador con todo un espectáculo visual y sonoro abstracto y abierto a todo tipo de especulaciones.

Sin duda el trabajo de Studio 4ºC, responsables de otras maravillas visuales como Tekkonkinkreet o locuras como Mutafukaz, es uno de los puntos más destacables del largometraje. La animación es de gran nivel, tanto en lo que se refiere a su parte 2D como 3D, teniendo una buena combinación de ambas, sin que destaque en exceso la segunda técnica sobre la primera; además de hacer un gran uso del color y tener unos diseños de personajes a la altura de los originales (no cabe duda de que el estilo de Igarashi es muy reconocible). A ello se le suma unos escenarios y fondos también muy trabajados y preciosistas, así como una buena recreación de un elemento tan esencial para la historia como el agua (véase el momento en el que Ruka monta en bici durante una tormenta).

Los niños del mar (Kaijû no kodomo, 2019) podría ser una historia fantástica más con estudiantes de secundaria como protagonistas, pero en su último tramo vira hacia terrenos más pantanosos, con momentos fascinantes en el terreno audiovisual pero abstractos y metafóricos en todo lo demás (aunque algunos diálogos previos, un tanto crípticos, dan ya pistas de hacia dónde podía ir el desenlace), hecho que hace que pueda ser un hueso duro de roer para una parte de los espectadores. Pero, aún así, no deja de ser un hermoso viaje de descubrimiento y creación.


LO MEJOR:

-Su magnífica animación y preciosa estética.
-La música del gran Joe Hisaishi.

LO PEOR:
-El clímax se torna tan alucinante como abstracto.

¿Quién debería verla?
Amantes del anime y de las películas que te dejan con la sensación de no saber muy bien qué has visto. Supongo que los lectores de la historia original (que en España ha publicado ECC) también gustarán de verla.

¿Y quién no?
Quien espere un film fácil y convencional.

2 comentarios:

Santiago Bobillo dijo...

Confieso que no conocía la película y que he tenido que buscar qué era un dugongo, ja, ja, ja, ja. Pues por lo que cuentas habrá que darle una oportunidad, aunque temo que el final me va a dejar a cuadros.

Neovallense dijo...

Dale una oportunidad, solo por el plano audiovisual merece ser vista en pantalla grande, y el final ha conquistado a más de un espectador, así que lo mismo tú eres uno de ellos, ¿quién sabe? ^^