En dos días talaron más de mil árboles, y a pesar de las protestas de vecinos y ecologistas, ni el ayuntamiento ni la propia junta de la comunidad autónoma (creo recordar que se trata de Castilla y León) hicieron nada hasta que un juez ordenó parar cautelarmente la tala. Lo malo de todo esto no es que el alcalde y sus secuaces (llamémosles concejales) estén de acuerdo con dicha tala, pues ya se sabe que el dinero que se van a embolsar va a ser más que sugerente, sino que la propia Junta de Castilla y León está de acuerdo con dicho despropósito.
Me parece increíble lo que son capaces algunos de hacer en nombre del " bien común y el progreso", dudo mucho que tal como afirmaba un concejal que el ochenta o el noventa por ciento de los habitantes del pequeño pueblo estén de acuerdo con talar un bosque para sustituirlos por casas e inútiles campos de golf, y si ése fuera el caso tampoco les da derecho a destruir un bosque que ha tardado años en crecer y del que nuestros futuros hijos y nietos ya no podrían disfrutar. ¿Por qué a tantos alcaldes con ínfulas de grandeza les da por hipotecar el futuro? Desde luego, creo, es que quieren asegurarse la jubilación a base de comisiones, y siempre ponen la misma excusa: ¿y de qué va a vivir nuestro pueblo si no es de la construcción? (o algo parecido).
Espero que las obras se cancelen y que obliguen a restaurar el daño que han causado, y de paso que echen al alcalde y los mamelucos que están junto a él.
Sólo el pasado año (2005) se construyeron en nuestro país ochocientas mil viviendas (¡¡800.000!!), más que en Inglaterra, Francia y Alemania juntas, junto a muchas de esas urbanizaciones se construyen campos de golf, cuyo único fin es el de vender más casas, porque ¿acaso hay tanta afición a ése deporte en España? No sé vosotros, pero yo no conozco a nadie que lo practique, y en mi pueblo también quieren hacer un campo de golf (¡y es una mierda de pueblo!), y en el pueblo de al lado también, y en otro pueblo no mucho más lejos también, y junto a todos esos campos quieren construir un buen puñado de unifamiliares.
Como continuemos así España se convertirá en una gran urbanización, cuyos bosques tan sólo serán un recuerdo de los más viejos, que mirarán los documentales de Félix Rodríguez de la Fuente con nostalgia.
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