Y ya comenzamos la cuenta atrás, pues contando ésta son tres (bueno, ya dos) las películas que me quedan por comentar de la 8ª Muestra Syfy. La que toca es otro film asiático, el tercero de la muestra, una atípica historia de vampiros.
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Sang-hyeon (Son Kang-ho, The Host) es un sacerdote que decide presentarse voluntario para probar una vacuna de una rara enfermedad, durante el transcurso de la prueba muere para al instante resucitar. Al volver a su vida normal va sintiendo poco a poco que algo ha cambiado, y más aún cuando se reencuentra con Tae-ju (Kim Ok-bin, Arang) una amiga de la niñez, y mujer de un antiguo amigo.
El cineasta surcoreano Park Chan-wook es mundialmente conocido por su trilogía de la venganza y muy especialmente por el que es el segundo título de dicha trilogía, la adaptación del manga de Garon Tsuchiya y Nobuaki Minegishi Oldboy (un cómic, por cierto, muy interesante, aunque los últimos tomos resulten poco creíbles), con el que triunfó en festivales de todo el mundo. Con Thirst (Bakjwi, 2009) generó una gran expectación pero ha tenido una fría acogida por parte de la crítica, de hecho en la Muestra Syfy fue una de las películas que más llenó la sala, y probablemente una de las que hizo que más se revolviera el personal en sus asientos (y más con los culos un tanto cuadrados de estar ya tres días sobre una butaca).
De Thirst se puede asegurar sin arriesgarse que es un film de vampiros atípico (como lo fue en la muestra de 2009 Déjame entrar), y también que no es de fácil digestión, puesto que se mueve desde momentos que son realmente hermosos (los saltos por los tejados de Sang mientras tiene en brazos a una divertida Tae), apasionados (la escena de sexo en el hospital) e impactantes (la caza de víctimas y las peleas matrimoniales) para pasar de vez en cuando (a veces más de lo que uno desearía) al uso y abuso de la metáfora visual directa y clara, o sea, a la ida de olla. Quitando o acortando esos momentos, según mis gustos, el resultado hubiese sido más redondo. A pesar de ello, Chan-wook nos regala escenas que sorprenden, y no me refiero ya a que impacten, sino a, por ejemplo, como una simple secuencia donde los protagonistas están alrededor de una mesa se convierte en un momento memorable, un constante cruce de miradas mientras la cámara hace giros y movimientos que te dejan alucinados (es que no dejé de preguntármelo, ¿cómo puede mover así la cámara en ese espacio, cómo consigue esos planos?).
En definitiva, que Thirst me gustó a ratos, su comienzo me enganchó, pero tras una escena de pesca se mezclaban los momentos buenos con otros que impacientaban más que otra cosa; sin embargo, es una película que en términos generales es buena. Indicada especialmente a los amantes del cine oriental.
LO MEJOR:
-Los interpretes, destacando la pareja protagonista.
-La dirección de Park Chan-wook, increíble la forma de mover la cámara de este hombre (o de su operador de cámara en todo caso).
LO PEOR:
-La irregularidad del guión, va de los momentos brillantes a las ida de olla sin (aparentemente) venir a cuento.
-El tipo con la piedra encima.
¿Quién debería verla?
Los que gusten del cine asiático y en especial de Park Chan-wook; también aquellos que estén interesados en ver un filme sobre vampiros distinto.
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