Fui al cine con la intención de ver Vaiana, un film colorido donde el mar es un factor importante, pero me topé con la sorpresa de que solo quedaban butacas en la primera fila. Así que descompuesto al lado me aparté (nos apartamos en realidad) y observé las películas que había en la cartelera... A punto estuve de desistir, pero al final opté por ver una cinta que llamaba mi atención un poco, pero que no esperaba ni tenía planeado ver en pantalla grande, y donde el mar también es un factor importante...
Beto es un tipo solitario, un guarda de una reserva de la Patagonia que tiene una relación muy especial con las orcas del lugar. Lola lo vio en un documental y cómo su hijo Tristán, que es autista, reaccionó ante la visión de las orcas y del contacto que mantenían con el guarda. Es por ello que desde España emprenden rumbo a la Argentina, esperando que Roberto les pueda acercar a los fascinantes cetáceos, esperando que su hijo logre conectar un poco más con su entorno de esta manera.
Entrelobos fue una de las películas que me sorprendió en 2010, la historia del niño que se crió entre una manada de canes me engatusó, siendo Gerardo Olivares su realizador. El mismo que se encarga de dirigir El faro de las orcas (ídem, 2016), una coproducción hispano-argentina con guion del mismo realizador, Lucía Puenzo y Shallua Sehk, basándose en el libro Agustín corazón abierto de Roberto Bubas (que es la persona real que consiguió la afinidad con las orcas). La película, obviamente, tiene elementos en común con Entrelobos, pues al fin y al cabo también habla de una relación especial entre un hombre y unos animales salvajes, pero en esta ocasión se podría afirmar que Olivares pule las aristas de la primera cinta, manteniendo un buen ritmo y desarrollo narrativo durante todo su metraje.
Consigue además (y ahí influye mucho su experiencia como documentalista) transmitir toda la belleza del salvaje entorno y a la par que la paz con la que viven los personajes en él. Unos personajes perdidos o a punto de gastar sus últimas esperanzas, como Lola, interpretada muy convincentemente por Maribel Verdú (Fin). Otros solitarios que han hallado su lugar en el mundo a pesar de encontrarse en soledad, como es el caso de Beto, al que interpreta Joaquín Furriel (Cien años de perdón), actor que tiene un gran parecido al auténtico Roberto y que logra que el espectador sienta esa fascinación y atracción por las mal llamadas ballenas asesinas; y por supuesto Joaquín Rapalini (Las Ineses), el niño que encarna a Tristán. A los que habría que sumar los papeles de Ana Celentano (La isla del viento) y Osvaldo Santoro (Séptimo), los cuales son los secundarios que ejercen una acción más directa con los protagonistas.
Así pues, El faro de las orcas fue una muy agradable sorpresa de entre los estrenos del pasado año, pues cuenta una historia sencilla pero hermosa a través de la mirada de un niño muy especial, con un agreste y hermoso paisaje de fondo, con unas criaturas tan violentas (los momentos en los que cazan lobos de mar) como tiernas (ese plano final), y lo hace con gran sensibilidad, logrando que las emociones afloren (ese instante en el que los personajes duermen). En definitiva, una cinta que merece la pena ver.
LO MEJOR:
-Muy buena la realización de Gerardo Olivares, que firma una gran película.
-El trío protagonista.
-La banda sonora, compuesta por Pascal Gaigne.
LO PEOR:
-Nada que empañe el conjunto.
¿Quién debería verla?
Quien disfrutara con Entrelobos seguro que lo hace con esta película también; aunque también lo harán cualquiera que tenga un poco de amor hacia la naturaleza.
2 comentarios:
Me parece una película interesante, especialmente por ver como encara el encuentro del niño autista con las orcas y el entorno en el que viven.
Sí que lo es, por eso mismo del niño que mencionas y por otras muchas cosas (los personajes adultos, que es donde se incide más en realidad, el paisaje...).
¡Muchas gracias por pasarte por aquí y comentar! ^^
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