17 mayo 2018

Isla de perros

Atari es un niño de doce años que va en busca de su querido perro Spots, el cual, al igual que el resto de canes de la ciudad de Megasaki, ha sido confinado en Isla Basura por el malvado alcalde.

No soy seguidor del cine de Wes Anderson, todavía no he terminado de ver El Gran Hotel Budapest (y no porque no me gustara lo que vi) y sí que visioné por completo su primera cinta de animación, Fantástico Sr. Fox, pero sin duda si me enseñan un fotograma de alguna de sus películas, casi con toda seguridad, sabré reconocer su autoría. Y es que se trata de uno de los cineastas con un estilo más personal de los que están en activo, con un gusto obsesivo por la simetría tal, que cada plano de sus trabajos tiene una precisa composición, además de un gusto muy particular (y estudiado) por los colores (con el inteligente y llamativo uso de colores complementarios, por ejemplo). Cuento esto porque su estética es uno de los grandes atractivos de sus trabajos, además de unas historias un tanto rocambolescas y unos personajes, cuanto menos, peculiares.

Isla de perros (Isle of Dogs, 2018) sigue manteniendo (y, probablemente, potenciando) sus señas de identidad, primero con una historia notablemente imaginativa, que transcurre en un mundo, diría yo, alternativo, similar pero también muy diferente al nuestro, y segundo con una magnífica imaginería visual, potenciado todo ello gracias al hecho de que haya decidido mostrar lo que cuenta mediante animación fotograma a fotograma.

Los perros son, inicialmente, los protagonistas absolutos, y es este comienzo (toda la presentación del mundo y los canes protagonistas, y un poco más allá de cuando llegue Atari) donde está lo mejor de la película, donde es más fresca y divertida. Y es que las ocurrencias caninas (ese enfrentamiento por la basura, por ejemplo, es impagable) son de lo más divertidas, resulta casi imposible no mantener una sonrisa constante durante todo ese tramo pero, por desgracia, la frescura se va y, aunque en el plano estético el film sea en todo momento sublime, solo quedan una concatenación de momentos más o menos simpáticos y divertidos, que no logran atrapar en ese extraño y atrayente mundo como al principio.

Como ya he comentado, en el plano estético Isla de perros es una maravilla, con escenarios trabajadísimos y unos personajes muy simpáticos y extravagantes, teniendo la animación un gran nivel (incluso el mar me ha parecido que lo han hecho, en algunos planos al menos, mediante stop motion), y utilizando, aparentemente, otras técnicas de animación cuando los personajes salen en pantallas y monitores. Solo por la animación y la estética ya merece la pena su visionado, aunque por suerte tiene otros valores, como la propia historia (aunque no sea redonda), y la música de Alexandre Desplat.

Isla de perros es otra muestra del particular mundo de Wes Anderson, una cinta que empieza con mucha fuerza, pero que por desgracia pierde frescura y, sin dejar de ser divertida, termina siendo simplemente una aventura simpática.


LO MEJOR:
-Su cuidada estética y animación.
-Su inicio, muy divertido.
-La música de Alexandre Desplat.

LO PEOR:
-Tras la presentación del mundo y los protagonistas pierde fuelle, sigue siendo divertida, pero no engancha.

¿Quién debería verla?
Quien guste el cine de Anderson y el de animación, quien disfrutara con Fantástico Sr. Fox seguro que lo hace también con esta, de hecho es superior.

¿Y quién no?
Difícilmente gustará a quien no termine de convencer otras películas del realizador de Moonrise Kingdom.

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