Después de que How to Talk to Girls at Parties dejara a la mayoría de los asistentes a la 15 Muestra Syfy con una sonrisa, llegaba el turno de la sesión más golfa, con la última entrega de una saga donde el gore y el humor se dan de la mano.
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Andrew (Parry Shen) es el único superviviente conocido de una matanza que aconteció hace diez años ya, aunque todo el mundo cree que si es así es porque él es el asesino. A pesar de ello, intenta ganarse la vida vendiendo un libro sobre aquel traumático suceso, y cuando le ofrecen hacerle una entrevista donde aconteció todo por una escandalosa cifra acepta sin dudarlo. Por otra parte, Chloe (Katie Booth), Alex (Chase Williamson) y Rose (Laura Ortiz) quieren hacer una película sobre Victor Crowley, para ello van al lugar, que actualmente es toda una atracción para los turistas y, junto a un aspirante a actor local, se disponen a grabar un tráiler para vender su idea.
De la saga Hatchet solo he tenido la oportunidad (no he buscado tampoco tenerlas) de ver su segunda entrega, lo hice también en una Muestra, la octava, y aunque alguna imagen se me quedó grabada (como la decapitación durante un acto libidinoso), lo cierto es que no fue una película que hiciera mucha mella en mí. Por tanto, Victor Crowley (ídem, 2017), la que es la cuarta entrega de la franquicia, no es que despertara grandes esperanzas y sí que suponía un bache que había que pasar.
Y es que la sangre por litros, las vísceras y los desmembramientos en general no van con mis gustos cinematográficos, y tampoco me hacen especial gracia a pesar de ser exageradamente exagerados o paródicos, más bien consiguen revolverme el estómago y darme sudores fríos. Todo eso lo tiene el film de Adam Green (Holliston), incluyendo la cualidad de dejarme mal cuerpo en ciertos instantes, no obstante he de reconocer que me lo pasé muy bien.
Y eso es porque la película, desde el minuto uno, apuesta por el humor, a través de situaciones absurdas (un buen ejemplo es el lanzamiento de hacha del final) y, sobre todo, con unos personajes que dan mucho juego, especialmente el más hiperbólico de todos, Dillon (Dave Sheridan), que me recordó bastante a Bruce Campbell, un tipo tan idiota que te tienes que reír sí o sí de sus ocurrencias.
A pesar de que el grueso de la acción transcurre en un escenario (el avión y el exterior del mismo), han sabido sacar provecho de tan parco entorno y medios y ofrecer diversión directa sin complejos, dejando a los personajes en un serio aprieto ante un psichokiller que tampoco es un lumbreras.
LO MEJOR:
-Su sentido del humor, es una película que no se toma en ningún momento en serio a sí misma.
-Dillon, un personaje de lo más descerebrado.
LO PEOR:
-Sangre a borbotones, vísceras, sesos y demás elementos gore.
¿Quién debería verla?
Supongo que los fans del deforme personaje la disfrutarán, así como aquellos que busquen una película con mucha sangre y humor sin complejos.
¿Y quién no?
Quien no tenga resistencia a las escenas gore.
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