La ciudad al atardecer narra la historia de Minami, una joven que, como todos en Hiroshima, intenta vivir a pesar del fantasma, el trauma, de la bomba atómica, que estalló diez años atrás sobre el azul cielo de la ciudad. Mientras que El país de los cerezos está dividido en dos partes, el primero de los capítulos transcurre a finales de los años 80, en Hiroshima, y nos cuenta la historia de amistad entre Nanami y Toko, así como el viaje que hacen para visitar al hermano enfermo de la primera. En el segundo de los capítulos la historia se desplaza tanto en el tiempo, transcurriendo en 2004, como geográficamente, ya que Nanami y su familia viven ahora en Tokio. Nanami y su hermano Nagio temen por la salud de su padre, que está a punto de jubilarse, ya que realiza unos sospechosos y largos paseos, por lo que un día decide seguirle para averiguar adónde va y los motivos; durante el trayecto se encuentra con una viaje amiga que le ayudará en su particular investigación.
Mucho antes de terminar de leer las dos mangas que componen el volumen, me quedó muy claro la ausencia de almíbar y la omnipresencia de la grandísima sensibilidad de la autora. La ciudad al atardecer es una historia muy breve, de apenas treinta páginas, y de corte costumbrista, donde solo vemos el día a día de la protagonista, donde se nos muestra, nunca se nos explica, cómo era la vida en Hiroshima una década después de que estallara la gran bomba, la miseria, las ganas de vivir y, también, la culpabilidad de aquellos que sobrevivieron. Porque, frente a la aparente normalidad con la que los personajes viven su día a día, se esconde un trauma que se despierta en la protagonista al sentir felicidad, al ser consciente de que podría tener una vida normal y corriente cuando dejó atrás a tantos seres queridos, cuando vio morir a tantos sin (poder) hacer nada para evitarlo. La ciudad al atardecer parece liviana al principio, pero al final golpea casi tan duro como aquella luz cegadora que acabó con tantas vidas inocentes.
Los personajes principales en El país de los cerezos viven intentando ignorar el trágico pasado. En la primera parte por ser niños, porque lo que más desean es vivir y descubrir la vida, y en la segunda parte ya de forma consciente, al menos en el caso de Nanami, la cual incluso procura enterrar su infancia en Hiroshima. Pero el viaje que se ve forzada a realizar hace que se reconcilie consigo misma y sus recuerdos, a la par que nos muestra los de su padre Asahi, que también tiene cuentas pendientes que saldar con su pasado. Así mismo, en esta última parte, y aunque ya hayan pasado casi 60 años del lanzamiento de la bomba, todavía existe el estigma de la misma, el de los hibakusha, las víctimas de la bomba atómica, tal fue la marca de aquella explosión.
A mí modo de ver, el dibujo de Fumiyo Kouno es un fiel reflejo de su sensibilidad como autora. La mirada entre triste, melancólica e incluso soñadora de los personajes, el cuidado por el detalle, con viñetas en las que no escatima elementos y con las que consigue una gran autenticidad a la par que naturalidad, y todo ello con un trazo imperfecto, que en ocasiones, especialmente a la hora de mostrar las imágenes más duras, simplifica al extremo, consiguiendo no obstante impactar al lector.
Respecto a la edición, como he indicado en el primer párrafo, fue Glénat, allá por 2007, la editorial que se arriesgó a publicarla, dentro de su Colección Chix (en la que incluyó obras de diversos autores, dirigidas a lectoras principalmente), en un tomo de 15x21, tapa blanda con sobrecubiertas y 102 páginas, 3 de ellas a color y 4 dedicadas a la bibliografía, notas de la autora, un mapa del centro de Hiroshima y un epílogo escrito por Kouno que igualmente merece mucho la pena leer. Obviamente, al haber desaparecido la editorial, el tomo está más que descatalogado, pero todavía se puede encontrar en las secciones de saldo de librerías especializadas y a través de algunas webs, aunque lo ideal sería que alguna editorial se atreviera a insuflarle nueva vida reeditándola.
La ciudad al atardecer / El país de los cerezos es una pequeña joya de la autora de En este rincón del mundo, dos bellas y sensibles historias capaces de desgarrar hasta los corazones más duros, dos historias donde se dan la mano la belleza de la vida y la crudeza de la muerte sobrevenida por el horror, y el fantasma, de la bomba atómica.
LO MEJOR:
-La inmensa sensibilidad con la que Fumiyo Kouno cuenta las historias, además de la capacidad de impactar de las mismas.
-El dibujo, de trazo imperfecto pero a la par cuidado al detalle.
LO PEOR:
-Que parece que el ser humano es incapaz de aprender de sus errores.
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