17 diciembre 2020

Josep

Cuenta la historia de Josep Bartolí, su exilio a Francia y su reclusión en un campo de concentración.

Josep (ídem, 2020) casi se escapa de mi órbita. Conocí de su existencia por un cartel en un cine, donde no se indicaba fecha de estreno, y cuando llegó a las salas (muy pocas y con escasísimos pases) me enteré de pura chiripa. Suerte que tuve.

He de reconocer que durante toda la película no sabía quién era Josep, solo al final, cuando mencionan su apellido, me di cuenta de que era un nombre que me sonaba, pero tampoco certeramente. Pero ello, el no conocer la figura de la que se narra la historia, no es óbice para que deje de resultar interesante, aunque para quien la conozca probablemente sea un valor añadido.

Y da igual porque los hechos que se nos muestran y cómo se nos muestran (buena parte de ellos desde el punto de vista de un carcelero, que es quien nos cuenta la historia) afectan a todo ser humano de la misma manera, se sea artista, panadero o gendarme, aunque el primero dejará un testimonio diferente a los segundos, obviamente. Y la animación es el medio ideal para mostrarlos, una animación austera y áspera, cruda, con un tono casi documental, de colores apagados cuando se desarrolla en el campo, dejándonos claro que aquello era un infierno, y tonos más vivos y luminosos al salir de ellos (y animación más tradicional), porque a pesar de todo hay esperanza.

Los campos de concentración donde recluyeron en unas pésimas condiciones sanitarias, sin alimentos y prácticamente a la intemperie a medio millón de exiliados de la Guerra Civil es una vergüenza para la historia reciente de Francia y España; para los primeros por no mostrar solidaridad con un pueblo que había luchado contra los fascistas y para los segundos por caer en el olvido de las instituciones, por descontado por el régimen franquista y, peor, con los posteriores gobiernos democráticos de todo signo político.

Josep no solo sirve como recordatorio de unos sucesos ya casi olvidados, sino también como reivindicación de la memoria de aquellos que sufrieron en sus carnes una injusticia tras otra y a los que, a día de hoy, todavía no se les ha ofrecido reparación alguna.


LO MEJOR:
-El poder de muchas de sus imágenes.
-Que haya salido un proyecto como este, exigente con el espectador pero que lo sabe recompensar.
-Que recupere para viejas y nuevas generaciones unos hechos más que censurables.
-La música.

LO PEOR:
-Que sea un trozo de nuestra historia tan desconocido.

¿Quién debería verla?
Para aquellos que deseen adentrarse en una parte casi oculta de nuestra historia.

¿Y quién no?
Quien busque un film ligero, de fácil digestión.

La pregunta:
¿Le estamos dando un trato mejor a los refugiados actuales?

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