Una mujer espera en silencio. Alguien abre una puerta. La mujer le apunta con su arma, sigue los movimientos de la persona fuera de plano durante unos segundos. Dispara. Recoge el casquillo y la bala incrustada en la cabeza de la víctima para luego desaparecer entre las sombras.
Así de enigmático es el comienzo de Una ballena (ídem, 2025), película escrita y dirigida por Pablo Hernando (Berserker) que, desde sus primeros hasta sus últimos planos, plantea más preguntas que las respuestas que da. Y aún así, o precisamente por ello, me ha atrapado desde el primer instante y no por pocos motivos.
Quizás el principal motivo sea el misterioso personaje encarnado por Ingrid García-Jonsson (Explota Explota). Su imperturbable y fría mirada, ese extraño líquido que vierte recurrentemente, esa vida triste y vacía que parece llevar, ese insólito hecho de su pasado. Todo su pasado es una gran pregunta, lo que hace que nos cuestionemos por qué actúa así con el submarinista (la única persona corriente de la historia) y, todavía más, con Melville, especialmente al final, dada la frialdad y meticulosidad con la que la vemos trabajar al principio. García-Jonsson construye un personaje cuyas motivaciones son difícilmente deducibles, y cuyos gestos la acercan más a lo que entendemos como una máquina o un ser lejano a lo humano.
Una ballena es un film de pocos personajes, casi todos ellos oscuros y casi todos con mucho que ocultar. El mismo Melville lo es también, y aunque sus intenciones parecen estar muy claras, quizás no lo estén tanto, como se ve en el giro final. El veterano Ramón Barea (Cinco lobitos) es quien lo interpreta, y lo hace de tal manera que nos recuerda a cualquier abuelo, pero un abuelo que puede ser tan entrañable como turbio.
El segundo gran motivo por el que esta historia de Pablo Hernando es tan atrapante, incluso sobrecogedora, es su medida atmósfera. Tensa, pesada y fría, lograda gracias a una cuidada fotografía, un estupendo diseño de producción, una música que crea un ambiente que va entre la extrañeza y el desasosiego. Por supuesto, también la realización que apuesta por generar más incógnitas que certezas, moviendo la cámara sin prisas y logrando no pocos planos de gran potencia visual.
A pesar de su ritmo pausado, Una ballena no me ha resultado, como a otros sufridos espectadores, una película difícil de digerir. Justo al contrario, sus alegóricas y cautivantes imágenes, con hipnóticos planos; unos personajes oscuros, tan misteriosos como perturbados, una dirección planificada al milímetro y un guion tan audaz como arriesgado, han hecho que sea un viaje que ha merecido ser recorrido.
Así de enigmático es el comienzo de Una ballena (ídem, 2025), película escrita y dirigida por Pablo Hernando (Berserker) que, desde sus primeros hasta sus últimos planos, plantea más preguntas que las respuestas que da. Y aún así, o precisamente por ello, me ha atrapado desde el primer instante y no por pocos motivos.
Quizás el principal motivo sea el misterioso personaje encarnado por Ingrid García-Jonsson (Explota Explota). Su imperturbable y fría mirada, ese extraño líquido que vierte recurrentemente, esa vida triste y vacía que parece llevar, ese insólito hecho de su pasado. Todo su pasado es una gran pregunta, lo que hace que nos cuestionemos por qué actúa así con el submarinista (la única persona corriente de la historia) y, todavía más, con Melville, especialmente al final, dada la frialdad y meticulosidad con la que la vemos trabajar al principio. García-Jonsson construye un personaje cuyas motivaciones son difícilmente deducibles, y cuyos gestos la acercan más a lo que entendemos como una máquina o un ser lejano a lo humano.
Una ballena es un film de pocos personajes, casi todos ellos oscuros y casi todos con mucho que ocultar. El mismo Melville lo es también, y aunque sus intenciones parecen estar muy claras, quizás no lo estén tanto, como se ve en el giro final. El veterano Ramón Barea (Cinco lobitos) es quien lo interpreta, y lo hace de tal manera que nos recuerda a cualquier abuelo, pero un abuelo que puede ser tan entrañable como turbio.
El segundo gran motivo por el que esta historia de Pablo Hernando es tan atrapante, incluso sobrecogedora, es su medida atmósfera. Tensa, pesada y fría, lograda gracias a una cuidada fotografía, un estupendo diseño de producción, una música que crea un ambiente que va entre la extrañeza y el desasosiego. Por supuesto, también la realización que apuesta por generar más incógnitas que certezas, moviendo la cámara sin prisas y logrando no pocos planos de gran potencia visual.
A pesar de su ritmo pausado, Una ballena no me ha resultado, como a otros sufridos espectadores, una película difícil de digerir. Justo al contrario, sus alegóricas y cautivantes imágenes, con hipnóticos planos; unos personajes oscuros, tan misteriosos como perturbados, una dirección planificada al milímetro y un guion tan audaz como arriesgado, han hecho que sea un viaje que ha merecido ser recorrido.
LO MEJOR:
-Su atmósfera, la dirección y fotografía, su puesta en escena.
-Un buen trabajo actoral, especialmente Ingrid García-Jonsson y Ramón Barea.
-Sus efectos visuales y físicos. Tienen más de un momento sorprendente.
-Que se hagan producciones tan arriesgadas como esta en España.
LO PEOR:
-El cómo actúa el personaje de Ingrid en el desenlace. No se entiende del todo esa dependencia, o deuda, que tiene hacía Melville.
-David Pareja no me convence especialmente como Lacayo.
¿Quién debería verla?
Si te gustan las historias con mucho misterio y lejos del cine más comercial.
¿Y quién no?
Si no aguantas los ritmos lentos y planos sostenidos más de tres segundos.
Noir español:
-Su atmósfera, la dirección y fotografía, su puesta en escena.
-Un buen trabajo actoral, especialmente Ingrid García-Jonsson y Ramón Barea.
-Sus efectos visuales y físicos. Tienen más de un momento sorprendente.
-Que se hagan producciones tan arriesgadas como esta en España.
LO PEOR:
-El cómo actúa el personaje de Ingrid en el desenlace. No se entiende del todo esa dependencia, o deuda, que tiene hacía Melville.
-David Pareja no me convence especialmente como Lacayo.
¿Quién debería verla?
Si te gustan las historias con mucho misterio y lejos del cine más comercial.
¿Y quién no?
Si no aguantas los ritmos lentos y planos sostenidos más de tres segundos.
Noir español:
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