10 abril 2025

K, de Shiro Tosaki y Jiro Taniguchi

K es un misterioso, habilidoso y taciturno alpinista al que suelen recurrir en cuanto se tuercen las cosas en las múltiples expediciones que ascienden los diferentes picos del Himalaya.

Al tener noticia de que Planeta iba a reeditar K, me entraron ganas de releerlo, por lo que acudí a la edición previa de Otakuland, la cual reposaba, no podía ser de otro modo, en la parte más alta y de difícil acceso de una de mis estanterías.

Guionizado por Shiro Tosaki y dibujado por Jiro Taniguchi, K es una muestra más de la versatilidad del segundo, el cual igual te dibuja (y/o escribe) una historia contemplativa, como un drama paternofilial, un thriller o ciencia ficción postapocalíptica. Aquí se adentra en un tema que también tocaría en mangas como La cumbre de los dioses, y, junto al mencionado Tosaki, firma una obra muy destacable.

Se trata de un tomo único que recopila cinco historias, teniendo el común denominador de transcurrir en la cordillera del Himalaya y que K aparece en todas, excepto en una, para acudir al rescate. Normalmente le ofrecen una cantidad muy importante de dinero para realizar la labor, pero nunca dice sí a la primera, haciéndose de rogar hasta aceptar sea porque no le convence la actitud de las personas que piden auxilio o por algún otro motivo (es difícil adivinar lo que le pasa por la cabeza dada su personalidad).

En la primera de ellas, titulada K2, un arrogante hijo de un arrogante ricachón se queda atrapado en la cara más difícil del monte del título y le piden que lo salve. Una historia que funciona como la presentación de nuestro estoico héroe y de la dureza de la montaña, que no entiende de clases. Empezamos a averiguar que K tiene un estricto código moral y fuertes convicciones, a la par que un ritual particular antes de subir a la montaña.

En el segundo capítulo varía la excusa de la escalada, no le dan opción al protagonista y, aún así, actúa como lo haría en una situación normal (si es que existe la normalidad en tan extremo entorno), lo que hace que su frío e implacable acompañante se sorprenda una y otra vez. Es muy notable su final, donde conocemos un importante detalle que matiza, y mucho, todo lo que acaece.

El tercer, cuarto y quinto capítulos están divididos en dos partes, el primero está dedicado al Everest, el segundo al Makalu y el último al Kailash. El comienzo del tercero también supone una variación a la estructura básica, pues se inicia con el protagonista deambulando como un zombi con una botella en las manos. Por alguna razón que desconocemos, ha caído en un estado depresivo y se ha refugiado en la bebida, al menos hasta que aparece otro montañero que da las claves de su situación, tras lo cual, y gracias en gran medida a la insistencia de Lena, su compañera, se reactiva y decide enfrentarse a aquello que le ha hecho sumirse en la oscuridad. Este capítulo sirve para ver que K, al fin y al cabo, también es humano, que está lejos de ser perfecto y que tiene sus miedos y fantasmas. Es la primera vez que le vemos perder el control sobre sí mismo.

Aunque en K2 ya se adelantaban algunas detalles sobre nuestro callado protagonista, es en Makalu donde se confirma y amplía la información. Una vez más tendrá que ir al rescate, para lo cual se encuentra con una dolorosa parte de su pasado. La segunda entrega de este penúltimo capítulo es especialmente intensa, con un final que lo redondea todavía más. Eso sí, todavía no desaparece el halo de misterio que envuelve al personaje principal.
La quinta y última de las historias, nuestro héroe también irá al rescate, con más reticencias de las habituales, puesto que la persona en apuros es otro niño de papá que se ha atrevido a subir al Kailash (escrito como Kailas en esta edición), una montaña sagrada para todas las religiones de la India, Nepal y del Tíbet. Pero la motivación, a pesar de su inmerecida fama, va más allá de enfrentarse a los elementos o salvar una vida, sino la de ayudar a un conocido. Este manga es similar al inicial del tomo, pero tiene los suficientes puntos diferenciales como para tener interés en sí mismo, de hecho tiene algunos de los momentos más sorprendentes y sobrecogedores del volumen, lo que hace que sea un excelente broche final.

Taniguchi era un perfeccionista en su arte, cuidando mucho los detalles, cosa que también hizo en K. Su estilo realista viene que ni pintado, recreándose tanto en los vastos paisajes montañosos como en los entornos rurales o en las vestimentas y equipamiento que utilizan. Consigue meternos en tan hostil entorno y generar la sensación de peligro, e incluso vértigo, sin abusar de planos aberrantes (de hecho, se diría que es parco en su uso), impactando con algunas escenas y viñetas donde la climatología extrema golpea especialmente fuerte (esa ilustración a página completa en el capítulo 4 es impresionante, o la aterradora helada en el Kailash). Por ponerle una pega diría que me sorprende que algunos afirmen muy fácilmente que K es japonés cuando no veo apenas diferencia en sus rasgos de los de personajes occidentales (¿algún bigote quizás, o será por el acento?).

A diferencia de la mayoría del tebeo japonés, en K sí que usan un narrador, tanto para explicar la forma de actuar del protagonista, cuestiones culturales o técnicas, así como para plantear preguntas. Gracias a ello, somos conocedores de la filosofía del escalador, lo que le diferencia de otros habilidosos y audaces alpinistas, como es su aprendizaje de las tribus locales, de las cuales además de conocimientos extrae el respeto y, especialmente, la capacidad de observación del entorno, todo ello, y altas dosis de fortuna, son los ingredientes esenciales por los que sale bien parado de sus peligrosas aventuras. El recurrir a estos textos, como decía, es un recurso que viene bien para acelerar la narración y mejorar la comprensión de lo que acontece, pero quizás en algún punto (quizás uno o dos) sí que pienso que se podría haber dejado al lector una mayor libertad de interpretación. Cuestiono sobre todo el del final del primer capítulo, cuya necesidad no veo por ningún lado.

La nueva edición de Planeta Cómic, como era de suponer, mejora (aunque tuvo que retirar la primera tirada por un error) a la de 2005, añadiendo páginas a color, una nueva traducción (tampoco puedo asegurar que sea mejor), formato A5, una nueva ilustración de sobrecubierta (y añade una en la cubierta), la rotulación está más cuidada, etc... La antigua, que, como anoto arriba, se encargó Otakuland, también tiene un tamaño A5, consta de 290 páginas de cómic, con una ilustración en la sobrecubierta llamativa (y representativa del contenido) pero unas tapas muy sosas de color azul sin ningún dibujo (y con un error en el lomo, que confunde guionista y dibujante). A lo largo del libro hay alguna que otra errata, pero no son más sangrantes de las que, a día de hoy (salvo ese "ha" quizás) se siguen cometiendo; de hecho la traducción, en líneas generales y teniendo en cuenta que soy un lego en la materia, me parece buena. Su precio de salida, por cierto, fue de 10 €.

Se sea un entusiasta de la alta montaña o no, K es un manga que puede agradar a cualquiera que guste de las historias de aventuras. Su protagonista es alguien a quien no llegamos a conocer, del que no se desvelan explícitamente sus motivaciones ni su pasado, y quizás por eso hace que sea más interesante. Un cómic notable, de gran dibujo y elaborado guion, muy ameno y hasta emocionante.
 
 
LO MEJOR:
-El cuidado dibujo de Taniguchi, que transmite el peligro y el vértigo de las situaciones por las que pasa K.
-Una buen guion de Tosaki.
-El respeto que profesa por las montañas y la cultura de sus habitantes.

LO PEOR:
-¿Era necesario adelantar al final del primer capítulo la verdadera identidad de K? Yo creo que no.
-¿Por qué algunos llaman al prota K y otros Ka? ¿Hay alguna sutil diferencia (además de la cercanía)? (En la nueva edición no existe esa distinción.)

¿La clave de K?
Para mí la clave para entender por qué K no desea volver a contactar con su pasado está en el flashback con su antigua pareja, en ese paseo y la conversación que tiene con ella.

Otro manga reseñado de Jiro Taniguchi:
Crónicas de la Era Glacial

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