Estamos en 1980, la democracia todavía está en pañales y Juan y Pedro, dos policías de ideologías opuestas, son enviados desde Madrid a las marismas del Guadalquivir para resolver un caso de desaparición de dos adolescentes.
Alberto Rodríguez me sorprendió gratamente con su drama social 7 vírgenes y me encandiló con Grupo 7, en ambos filmes lograba una magnífica atmósfera y ambientación, y un gran nivel de empatía con los personajes, además de grandes dosis de verosimilitud. Con La isla mínima (ídem, 2014) vuelve a crear (junto con Rafael Cobos, con el quien co-escribe el libreto) unos personajes tangibles y una magnífica atmósfera, tensa y desasosegante.
Atmósfera de la que mucho tienen que ver el director de fotografía, Alex Catalán, y el compositor de la banda sonora, Julio de la Rosa, creando un ambiente que recuerda a muchas cintas estadounidenses cuyos principales escenarios son las zonas pantanosas. Y sin duda nada más ver los títulos iniciales del film, con esos planos cenitales, uno se pregunta por qué nadie había aprovechado esos fascinantes escenarios para crear una historia oscura como ha hecho Alberto Rodríguez. La respuesta es, quizá, que a nadie se le había ocurrido o, simplemente, que las duras condiciones del entorno no invitan a rodar en él, porque está claro que la humedad, el fango, la lluvia torrencial y el calor pocas veces son aliados.
Pero por muy sugerente ambiente que se tenga, si la historia no va de la mano poco hay que hacer. En este caso, obviamente, es así. Las marismas, el barro, la decadencia y depresión, son las bases en las que se construyó nuestra democracia, el tira y afloja de los que reprimieron y los que fueron reprimidos, de los que salieron indemnes y de los que siempre reclamaron justicia y fueron silenciados; una lucha que se mantiene de fondo a lo largo de la investigación de los policías protagonistas, cuya moral y acciones en ambos casos llegan a atravesar el límite, aunque uno de ellos quizá siempre estuvo fuera del mismo. Los deseos de libertad e igualdad de la mayoría chocan con los señoritos, los caciques y las viejas instituciones que los protegen aún; la libertad encarnada por las jóvenes que ansían escapar de la opresión, la represión personificada en los hombres, tanto de la vieja guardia como la nueva generación que se aprovecha de la inocencia de las primeras.
En el reparto hay que destacar los nombres de sus dos protagonistas, tanto Javier Gutiérrez (Águila Roja, Zipi y Zape y el club de la canica) como Raúl Arévalo (La gran familia española), hacen un trabajo excelente, el primero incluso se llevó la Concha de Plata en la 62ª edición del Festival de Cine San Sebastián. Por otra parte también tienen un pequeño papel Antonio de la Torre (Tarde para la ira), Jesús Castro (que mejora respecto a El niño), Jesús Carroza (que parece se ha convertido en un actor fetiche del director), Nerea Barros (Nena) y Jesús Ortiz, entre otros.
La isla mínima es una cinta de protagonistas antagónicos y ambientes decadentes y en transformación, es impecable cine policíaco, de atmósfera tensa y densa, sobrecargada por las inquinas y el rencor, por las heridas abiertas que nunca fueron cerradas.
LO MEJOR:
-La conseguida atmósfera, la fotografía, la realización.
-Raúl Arévalo y Javier Gutiérrez.
LO PEOR:
-Ese hilo que se queda sin coser...
¿Quién debería verla?
Quien guste del buen cine negro.
¿Y quién no?
Quien espere un film de acción.
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