Life (Vida)

 

Al ver por primera vez el tráiler de Life (Vida) (Life, 2017) inevitablemente me acordé de Alien, el octavo pasajero, pero si decidí verla no fue porque simplemente me recordara a la mítica cinta de Ridley Scott, sino porque era un avance que te dejaba con ganas de más, que mostraba imágenes con buena factura y un elenco con caras que dan cierta confianza.

La acción se sitúa en un futuro próximo en la Estación Espacial Internacional, donde la tripulación aguarda impaciente la llegada de una muestra de Marte. Después de una aparatosa recuperación de la misma, comienzan a realizar experimentos, comprueban que lo que era una célula se muestra como un ser más inteligente de lo que esperaban y, como el propio ser humano, con un fuerte instinto de supervivencia.

Del director sueco Daniel Espinosa (El invitado, El niño 44) no había visto nada hasta la fecha, pero con esta, su sexta película, a mí me ha dejado contento. Y es que ha sabido imprimir un buen ritmo y atmósfera al guion escrito por Rhett Reese y  Paul Wernick (guionistas de Deadpool), además de conseguir que, tanto mientras están haciendo experimentos con la diminuta criatura como cuando están intentando aniquilarla, sintamos temor ante ese primer contacto con vida alienígena.

Sin duda el momento paradigmático a ese respecto es cuando uno de los personajes mantiene una especie de danza con su dedo y la criatura, y cómo esta parece acariciar el guante que lo protege, mientras el resto de la tripulación observa entre fascinados y temerosos; dicha danza, dicha caricia, se vuelve en un fuerte abrazo poco después, en uno de las secuencias más tensas (y la más publicitada) del filme, siendo a partir de ahí una lucha contra un ser que demuestra tener una capacidad de supervivencia y aprendizaje asombrosos. Es esta parte quizá a la que más similitudes se le puede sacar respecto a ciertos partes de Alien (cuando el xenomorfo todavía está en estado “infantil”), tras ello la cinta de Espinosa va tomando su camino, sobre todo en lo que se refiere al desarrollo de una criatura cuyos diferentes diseños me han gustado mucho, tornándose cada vez más amenazadora.

En inicio Ryan Reynolds (Green Lantern) iba a ser el protagonista, pero la agenda finalmente no le cuadró y se quedó con un papel más pequeñito pero gracias al cual tiene un notable (y desagradable) momento; fue Jake Gyllenhaal (Código fuente) quien lo sustituyó y, como suele ser habitual en el intérprete nacido en Los Angeles, cumple bien con su papel. Otro personaje destacable es al que da vida Rebecca Ferguson (Misión: Imposible – Nación secreta), que viene a ser la Ripley de la ISS; estando ahí también Ariyon Bakare (Rogue One: Una historia de Star Wars), que es el que establece la relación “amistosa” inicial con el ser, Olga Dihovichnaya, que da vida a la comandante, y Hiroyuki Sanada (La leyenda del samurái).

Puede que haya algún instante en el que los personajes no actúen de forma lógica o racional a pesar de ser científicos, o que científicamente se trate de un film cuestionable (desconozco qué tipo de experimentos harían en caso de encontrar algún ser unicelular alienígena, la verdad), pero lo que no se le puede acusar a la película de Daniel Espinosa es de ser aburrida. Es emocionante y llega a ser perturbadora, de hecho uno de sus logros es mantener esa inquietud incluso cuando uno ha salido de la sala.

LO MEJOR:

-Que te hace sentir temor ante el momento en el que el ser humano encuentre vida extraterrestre.

-Buena banda sonora compuesta por Jon Ekstrand.

-Buena realización, conseguida atmósfera y tono.

-El final es un poco tramposillo con el montaje, pero mola igualmente.

LO PEOR:

-Cuando Sho decide salir de su cápsula, y cuando sus compañeros se lanzan a por él a sabiendas de que tiene el bicho pegado. Es la secuencia menos lógica, diría yo.

¿Quién debería verla?

Quien guste del cine de terror, especialmente en su vertiente espacial (lo que incluye, obviamente, a los fans de la saga Alien).