01 febrero 2018

Loving Vincent

Vincent van Gogh es uno de los pintores más conocidos, prácticamente todo el mundo, aunque no tenga ni pajolera idea de arte, te lo podría mencionar. El hecho de que revolucionara en gran medida la pintura y su dramática historia, con toda una leyenda negra detrás (como que solo vendiera un cuadro en vida), hacen que probablemente esto sea así.

Loving Vincent (ídem, 2017) viene a ser un biopic del malogrado artista, centrándose, eso sí, en sus últimas semanas de vida. La excusa argumental es la última carta que quedó por entregar a Theo van Gogh, hermano del pintor, al que estaba muy unido, y, prácticamente, la única persona que lo apoyó en todo momento. Dicha misiva está en manos de Armand Roulin, al que le encarga su progenitor entregarla. A pesar de las reticencias iniciales del impetuoso joven, irá en búsqueda de Theo, por el camino irán surgiendo preguntas y dudas acerca de la muerte del artista.

Uno de los detalles más publicitados de esta coproducción polaco-británica, es el cómo han mostrado la historia: con 65.000 óleos. Sí, y es que además de usar la técnica del rotoscopio (lo que es filmando previamente a los actores), han pintado los planos al óleo como si fuesen cuadros de Van Gogh, dando como resultado una de las películas más hermosas en lo que a estética se refiere. Es como una exposición de la obra del genio neerlandés (de hecho entre los planos se cuentan varias de sus pinturas o fragmentos de estas), donde los cuadros cobran vida, siendo el efecto de la animación un tanto extraño en ocasiones (los movimientos de los personajes van dejando una especie de halo) y no siendo siempre fluida (hay momentos en los que un personaje puede hablar y moverse mientras que otro se queda cual estatua), pero mirando al conjunto de cada cuadro y al total de la obra, y teniendo en cuenta lo osado de la propuesta visual y su dificultad, el resultado final es magnífico. Algunos planos son maravillosos y, al final, es complicado no sumergirse en ese extraño mundo repleto de pinceladas, de colores y de sombras.
La historia, escrita por los realizadores, Dorota Kobiela (La máquina voladora) y Hugh Welchman (productor del 'cortometraje' ganador del Oscar Pedro y el lobo), junto a Jacek Dehnel, es básicamente una investigación detectivesca sin detective, puesto que Roulin, a la postre el protagonista, en su búsqueda va encontrándose con diferentes personas a las que le pregunta sobre Van Gogh. A partir de estos fragmentos de la historia del pintor, mostrados mediante flashbacks en blanco y negro, vamos conociendo la vida del mismo (o al menos lo que cada uno cree saber) y creandose dudas y formulando preguntas, muchas de las cuales tienen respuestas en el siguiente encuentro, pero que a su vez generarán otras cuestiones, cerrándose el círculo, aparentemente al menos, con el encuentro final con el doctor Gachet. Gracias a esta estructura de entrevistas, aunque en apariencia pueda resultar repetitivo, lo cierto es que se genera intriga en el espectador y, a la par, da una visión más amplia del artista, viendo así tanto la imagen amable que tenían muchos con los que se encontró en sus últimas semanas de vida, como la más oscura de otros.

Detrás de los personajes tenemos algunos intérpretes bastante conocidos, como Saoirse Ronan (Hanna) como la hija del doctor Gachet, siendo este último interpretado por Jerome Flynn (Juego de Tronos); Douglas Booth (El destino de Júpiter) como Armand Roulin y Chris O'Dwod (El hogar de Miss Peregrine para niños peculiares) como el padre de este, Joseph Roulin. Aidan Turner (El Hobbit: La desolación de Smaug) como el barquero y Eleanor Tomlinson (Jack el caza gigantes) como la risueña Adeline Ravoux (ambos, por cierto, han coincidido en la serie Poldark). Siendo el desconocido, para un servidor, Robert Gulaczyk (Prosta historia o morderstwie) el encargado de dar vida al “loco del pelo rojo”.

No estoy convencido de que Loving Vincent sea una película que pueda gustar a todo el mundo, pero quien se vea engatusado por su maravilloso apartado estético y quien se deje atrapar por su intrigante historia, estoy seguro que la va a disfrutar mucho. Se merece el Oscar a mejor película de animación.


LO MEJOR:
-Una maravilla visual. Realmente hermosa.
-Buena realización, música y apartado sonoro.
-Lo que es a mí la historia me atrapó por completo, no obstante tengo la sensación de que tanto su propuesta de forma como de fondo puede resultar indiferente (o difícil de ver) a algunas personas.

LO PEOR:
-Esos (escasos) planos en los que un personaje se queda quieto.

¿Quién debería verla?
Quien tenga un mínimo interés por la figura de Vincent van Gogh, quien disfrute mucho con el sentido de la vista y cualquiera que le guste que le sorprendan a través de algunos de los cinco sentidos.

¿Y quién no?
Quien se aburra cuando los personajes hablan mucho.

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