Bond está disfrutando de su retiro con Madeleine, pero la paz de un 007 no puede ser muy duradera y los espectros del pasado no tardan en aparecer.
Como otras grandes producciones, el Bond 25 fue un estreno largamente postergado y del que se habló incluso que se podría estrenar directamente en alguna plataforma, pero por suerte llegó a salas y lo hizo exitosamente (con una potente campaña promocional mediante).
Tras el considerable bajón de Spectre, lo cierto es que no lo tenían muy difícil para hacer una película mejor, y teniendo en cuenta que en Sin tiempo para morir (No Time to Die, 2021) Daniel Craig se despedía del personaje, habría sido un poco feo que les saliese un film mediocre (opine lo que opine Pérez-Reverte).
Fue Cary Joji Fukunaga (Sin nombre) quien tomara el toro por los cuernos y relevara finalmente a Sam Mendes, aunque sustituyendo al inicialmente previsto Danny Boyle, con la difícil misión además de darle un desenlace digno a la exitosa etapa de Craig, y lo cierto es que lo logró y con nota.
Curiosamente, Sin tiempo para morir es, probablemente, la aventura del agente 007 donde el malo maloso en cuestión menos protagonismo tiene. El megalómano traumatizado de Rami Malek (Mr. Robot) sigue las pautas de todo malvado que se precie de la franquicia, solo que aparece poco, aunque su amenaza esté presente en la sombra. Sí que conocemos más del personaje de Léa Seydoux (Dune: Parte dos), de hecho buena parte del clásico prólogo está dedicado a ella (a su pasado, más concretamente) y en el resto de la historia también es clave; es por ella por lo que también se nos muestra el lado más humano y sensible de James Bond, que da pie a que Craig se luzca dramáticamente hablando, y en el lado de la acción tampoco es que falten momentos (en el mencionado prólogo hay excelentes momentos, por ejemplo).
De hecho, si por algo destaca Sin tiempo para morir es por la sabia combinación de fantásticas set pieces de acción, momentos dramáticos y un desarrollo de personajes coherente con lo que se ha ido mostrando en los filmes previos; todo ello medido al milímetro de tal manera que los 163 minutos de metraje no se hagan largos en ningún momento y participemos en las indagaciones de los agentes, desde la primera incursión en Cuba (no estaría mal que el personaje interpretado por Ana de Armas apareciera en futuras entregas) hasta la infiltración final en la isla refugio de Safin.
Además de los mencionados intérpretes, habría que nombrar a los recurrente Naomie Harris (Proyecto Rampage), Ben Whishaw (El atlas de las nubes) y Ralph Fiennes (El regreso de Ulises) y Jeffrey Wright (The Batman); y saludar a Lashana Lynch (La mujer rey), que lleva el título de 007 durante gran parte de la cinta, Dali Benssalah (Las dos caras de la justicia) como un enemigo durillo de matar; David Dencik (El topo) un científico loco podríamos decir y, por supuesto, Christoph Waltz (Frankenstein), quien vuelve a encarnar al ahora recluido líder de Spectre y, aunque aparece brevemente, lo cierto es que es una destacable escena.
Por suerte, Sin tiempo para morir, a mi juicio, se cuenta entre lo mejor de James Bond. Tiene una buena combinación de vibrantes secuencias de acción con instantes más dramáticos y sus puntos de humor; nos muestra a un Bond más humano y ponen punto y final digno, y hasta valientemente, a una de las etapas más exitosas del espía británico.
Como otras grandes producciones, el Bond 25 fue un estreno largamente postergado y del que se habló incluso que se podría estrenar directamente en alguna plataforma, pero por suerte llegó a salas y lo hizo exitosamente (con una potente campaña promocional mediante).
Tras el considerable bajón de Spectre, lo cierto es que no lo tenían muy difícil para hacer una película mejor, y teniendo en cuenta que en Sin tiempo para morir (No Time to Die, 2021) Daniel Craig se despedía del personaje, habría sido un poco feo que les saliese un film mediocre (opine lo que opine Pérez-Reverte).
Fue Cary Joji Fukunaga (Sin nombre) quien tomara el toro por los cuernos y relevara finalmente a Sam Mendes, aunque sustituyendo al inicialmente previsto Danny Boyle, con la difícil misión además de darle un desenlace digno a la exitosa etapa de Craig, y lo cierto es que lo logró y con nota.
Curiosamente, Sin tiempo para morir es, probablemente, la aventura del agente 007 donde el malo maloso en cuestión menos protagonismo tiene. El megalómano traumatizado de Rami Malek (Mr. Robot) sigue las pautas de todo malvado que se precie de la franquicia, solo que aparece poco, aunque su amenaza esté presente en la sombra. Sí que conocemos más del personaje de Léa Seydoux (Dune: Parte dos), de hecho buena parte del clásico prólogo está dedicado a ella (a su pasado, más concretamente) y en el resto de la historia también es clave; es por ella por lo que también se nos muestra el lado más humano y sensible de James Bond, que da pie a que Craig se luzca dramáticamente hablando, y en el lado de la acción tampoco es que falten momentos (en el mencionado prólogo hay excelentes momentos, por ejemplo).
De hecho, si por algo destaca Sin tiempo para morir es por la sabia combinación de fantásticas set pieces de acción, momentos dramáticos y un desarrollo de personajes coherente con lo que se ha ido mostrando en los filmes previos; todo ello medido al milímetro de tal manera que los 163 minutos de metraje no se hagan largos en ningún momento y participemos en las indagaciones de los agentes, desde la primera incursión en Cuba (no estaría mal que el personaje interpretado por Ana de Armas apareciera en futuras entregas) hasta la infiltración final en la isla refugio de Safin.
Además de los mencionados intérpretes, habría que nombrar a los recurrente Naomie Harris (Proyecto Rampage), Ben Whishaw (El atlas de las nubes) y Ralph Fiennes (El regreso de Ulises) y Jeffrey Wright (The Batman); y saludar a Lashana Lynch (La mujer rey), que lleva el título de 007 durante gran parte de la cinta, Dali Benssalah (Las dos caras de la justicia) como un enemigo durillo de matar; David Dencik (El topo) un científico loco podríamos decir y, por supuesto, Christoph Waltz (Frankenstein), quien vuelve a encarnar al ahora recluido líder de Spectre y, aunque aparece brevemente, lo cierto es que es una destacable escena.
Por suerte, Sin tiempo para morir, a mi juicio, se cuenta entre lo mejor de James Bond. Tiene una buena combinación de vibrantes secuencias de acción con instantes más dramáticos y sus puntos de humor; nos muestra a un Bond más humano y ponen punto y final digno, y hasta valientemente, a una de las etapas más exitosas del espía británico.
LO MEJOR:
-Las secuencias de acción.
-Un buen guion, dirección y música.
-Que tiene un ritmo excelente, a pesar de superar las dos horas y media no se hace larga.
-El competente reparto.
-Aunque algunos piensen lo contrario, que nos muestre a un Bond más humano y vulnerable.
LO PEOR:
-Rami Malek no se luce especialmente como malo.
¿Quién debería verla?
Quien haya disfrutado con el Bond de Daniel Craig dudo que no lo haga con su desenlace.
¿Y quién no?
Pérez-Reverte y compañía.
-Las secuencias de acción.
-Un buen guion, dirección y música.
-Que tiene un ritmo excelente, a pesar de superar las dos horas y media no se hace larga.
-El competente reparto.
-Aunque algunos piensen lo contrario, que nos muestre a un Bond más humano y vulnerable.
LO PEOR:
-Rami Malek no se luce especialmente como malo.
¿Quién debería verla?
Quien haya disfrutado con el Bond de Daniel Craig dudo que no lo haga con su desenlace.
¿Y quién no?
Pérez-Reverte y compañía.
De agentes secretos:


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