He escrito una reseña después de haber pasado dos meses de haber visto una película, fue de Intocable, el fenómeno francés del momento (me pregunto qué tal habrá envejecido), pero antes y tras ello mayoritariamente soy de los que gustan escribir opiniones nada más salir de la sala o leer la última página. Así que esta es la segunda ocasión a la que me enfrento al folio (virtual) en blanco habiendo dejado un espacio de tiempo considerable entre la finalización de la degustación de la obra y la escritura de lo que me sugiere la misma.
Fue hace alrededor de tres meses (y escribí estas líneas en septiembre) cuando terminé Ghibli, una historia de amor, las segundas memorias empresariales que se publican en España centradas en Studio Ghibli, siendo además su autor el conocido productor Toshio Suzuki, sin cuya implicación el estudio de animación más conocido y reconocido de Japón (y uno de los más importantes del mundo) probablemente nunca hubiera existido. Desde luego no podía dejar de leerlas y tampoco podía dejar de escribir sobre las mismas.
Fue hace alrededor de tres meses (y escribí estas líneas en septiembre) cuando terminé Ghibli, una historia de amor, las segundas memorias empresariales que se publican en España centradas en Studio Ghibli, siendo además su autor el conocido productor Toshio Suzuki, sin cuya implicación el estudio de animación más conocido y reconocido de Japón (y uno de los más importantes del mundo) probablemente nunca hubiera existido. Desde luego no podía dejar de leerlas y tampoco podía dejar de escribir sobre las mismas.