05 diciembre 2024

Ghibli, una historia de amor, de Toshio Suzuki

He escrito una reseña después de haber pasado dos meses de haber visto una película, fue de Intocable, el fenómeno francés del momento (me pregunto qué tal habrá envejecido), pero antes y tras ello mayoritariamente soy de los que gustan escribir opiniones nada más salir de la sala o leer la última página. Así que esta es la segunda ocasión a la que me enfrento al folio (virtual) en blanco habiendo dejado un espacio de tiempo considerable entre la finalización de la degustación de la obra y la escritura de lo que me sugiere la misma.

Fue hace alrededor de tres meses (y escribí estas líneas en septiembre) cuando terminé Ghibli, una historia de amor, las segundas memorias empresariales que se publican en España centradas en Studio Ghibli, siendo además su autor el conocido productor Toshio Suzuki, sin cuya implicación el estudio de animación más conocido y reconocido de Japón (y uno de los más importantes del mundo) probablemente nunca hubiera existido. Desde luego no podía dejar de leerlas y tampoco podía dejar de escribir sobre las mismas.

Al ser unas memorias, están narradas mayoritariamente en orden cronológico, pero Suzuki se toma sus licencias y, como nos pasa cuando estamos conversando con un viejo amigo, hace saltos temporales a menudo para explicar mejor lo que quiere (como, por ejemplo, la forma de trabajar de Miyazaki). No suele marear al lector con una retahíla de fechas aunque, al tratarse de una edición revisada en 2014 de una obra publicada originariamente en 2008, sí que tiene momentos confusos. Así que más que centrarse en una película durante un capítulo, lo hace en una idea o concepto y, a partir del mismo se expande y habla sobre una o varias cintas. Lo mismo te habla de Ponyo en el acantilado y El castillo ambulante y, en el siguiente apartado, se centra en Mi vecino Totoro, y lo hace de forma que resulta coherente, enlazando anécdota con anécdota.
Tras un prólogo del mismo autor a la edición revisada, una introducción del editor, algunas fotografías (Suzuki con melena) e ilustraciones varias, entra en materia por el principio, antes de conocer a Miyazaki y Takahata, cuando le propusieron que se hiciera cargo de una novedosa revista llamada Animage pocas semanas antes del lanzamiento de la misma. Como todo aficionado sabe, el que le encargaran ponerse al frente de dicha revista posibilitó que conociera a Isao Takahata y Hayao Miyazaki y, con ello, que se iniciara una relación de trabajo y amistad que dura hasta nuestros días. Aquí podemos leer de primera mano el divertido pasaje en el que Suzuki contacta por teléfono con Takahata para dedicar un artículo a Las aventuras de Hols y este se pasa una hora explicando los motivos por los que rechaza su ofrecimiento, o que Miyazaki exigió 16 páginas para hablar sobre esta película; o el primer encuentro físico con este último, todo un duelo de voluntades que, sorprendentemente, fue el germen de algo que ni ellos mismos imaginaron.

El tercer capítulo se centra principalmente en la creación de Nausicaä del Valle del Viento. Aquí sorprende un poco lo cerca que estuvo de no acabarse, aunque el hecho de que a Takahata le costase tanto aceptar ser productor de la misma no causa menor sorpresa, por no hablar del interés del pasaje referido a cómo convencieron a Miyazaki a cambiar el final o el monumental enfado de este al leer una entrevista de Suzuki a Takahata. Este capítulo recoge, muy brevemente, la fundación de Ghibli.

En el cuarto capítulo, y como ocurre en los posteriores, toca más producciones, de hecho en este nos cuenta un acontecimiento importante en la manera que tiene de crear cine Hayao Miyazaki, que parte de una idea o un detalle concretos que se expanden, y curiosidades tan interesantes como los tours por los cines que hacía (y quizás hace) y los criterios tan extraños por los que podía parecerle interesante una película.

Aunque en algunas vivencias se echan en falta más detalles (como en la mencionada creación del estudio, por ejemplo), estamos ante unas memorias con muchas e interesantes relatos, que nos detalla la filosofía de trabajo de Suzuki y mucho sobre su personalidad y la de los maestros Takahata y Miyazaki. Además, también rinde un pequeño homenaje a Yasuyoshi Tokuma, una personalidad fundamental para la fundación de Ghibli y todo un personaje (su filosofía con el dinero y los bancos es hilarante) como ya pude comprobar en las memorias de Steve Alpert. Más allá de ello nos descubre algo que ya sabemos los que seguimos las obras de Ghibli y sus creadores desde hace tiempo: que no es un estudio que tenga como objetivo principal generar beneficios, sino que su fin es crear buenas películas, arte cinematográfico, y, posteriormente, se puede pensar en crear mercadotecnia si tiene el suficiente impacto, y no al revés como parecen empeñadas muchas compañías.
Algo que también resulta de harto interés es la gestión de los recursos humanos, del talento. En el séptimo capítulo trata sobre ello, y suelta algunas perlas como que prefiere animadores que, aunque no sean especialmente talentosos, estén muy implicados con el estudio y se complementen con otros de sus compañeros a grandes estrellas de la animación. Tampoco es que no les gusten tener a estos últimos, solo que no intentan retenerlos cuando deciden marcharse. No quieren a trabajadores que se sientan satisfechos por el hecho de estar en Ghibli, así que prefieren a personas inquietas.

El libro no ocupa un periodo importante del estudio, como su parón después del fiasco en taquilla de El recuerdo de Marnie y la producción de El chico y la garza, pero sí muestra la preocupación de Suzuki por el futuro y nos narra someramente (aunque eludiendo polémicas) las vicisitudes por los que pasó durante la creación de sus (pen)últimas cintas, pero resume casi 30 años de historia de Ghibli, poniendo luz a muchos aspectos de la creación de sus películas y la filosofía de las mentes detrás de las mismas.
 
Debió tener suficiente acogida Cómo piensan los niños..., puesto que Confluencias Editorial se animó a publicar otro apetecible libro dedicado a Ghibli. En esta ocasión no lo publicó de entrada en tapa dura, pero la cartulina Modigliani me encanta a la vista y al tacto, además de que la imagen de portada (de El cuento de la princesa Kaguya) es magnífica. También cuentan las diversas fotografías, imágenes y material gráfico vario, son un valor añadido importante, sumando en total 282 páginas por un precio de salida de 18,90 euros. En esta ocasión la traducción ha estado a cargo de una sola persona, lo que ayuda a dar mayor coherencia, aún así me ha dado la impresión de que hay más erratas a medida que se avanzan las páginas, y algunos párrafos me han resultado farragosos, siendo en general una traducción mejorable a mi juicio, aunque también es posible que, como parece, parte de una versión inglesa, por lo que una porción del problema esté ahí. Eso sí, me da la impresión de que la traductora tiene algunas lagunas respecto a Ghibli, y me molesta que no haya un criterio claro respecto a la traducción de los títulos de las películas. Es posible que estos errores se hayan solventado en la edición, en tapa dura y con portada diferente, de marzo de 2024.

Ghibli, una historia de amor es muy fácil de leer. Aunque los capítulos son más o menos largos, están divididos en subapartados (con título pero sin numerar) donde Suzuki detalla una anécdota o vivencia concreta relacionada con el título del capítulo y, a partir de ahí, se explaya en una u otra dirección, adelante o atrás en el tiempo. Una lectura amena que ningún aficionado debería dejar escapar.


LO MEJOR:
-Que recoge información de primera mano de uno de los fundadores de Ghibli.
-Que es todo un regalo para los amantes del estudio creador de tantas obras maestras.
-Que aclara aspectos de la personalidad y las filosofías de Takahata y Miyazaki, el propio Suzuki y, por tanto, de Studio Ghibli en general.

LO PEOR:
-La traducción es irregular. Es el segundo libro que leo de Confluencias y el segundo con problemas importantes en este aspecto.
-Veo cierta inconsistencia en los títulos de los filmes, deberían ser directamente los de España o no, pero dejarlo claro desde el principio con una nota o introducción de la traductora.
-Que Suzuki no profundice en algunos temas.

Ghibli y sus creadores:

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