A pesar de que Michael Bay llevaba amenazando que no iba a dirigir ninguna entrega más desde Transformers: La venganza de los caídos, no solo realizó la mil millonaria tercera entrega, El lado oscuro de la Luna, sino que además también ha llevado a cabo esta cuarta parte que, el mismo Bay prometió, iba a ser completamente diferente a las anteriores.
Tras la gran batalla de Chicago las cosas han cambiado mucho y los Transformes han dejado de ser amigos para convertirse en un “problema” que se encarga de erradicar un ultrasecreto grupo de la CIA. Sin quererlo ni beberlo Cade Yeager, un rural inventor texano, se topa con dicho grupo al comprar un camión que resulta ser el mismísimo Optimus Prime, así que para proteger a su hija Tessa y a sí mismo no le queda otra que huir con el líder de los robots extraterrestres.
Como ya sabemos todos, que alguien prometa algo no quiere decir que lo cumpla, porque Transformers: La era de la extinción (Transformers: Age of Extinction, 2014) no es lo que se dice radicalmente diferente a las tres películas precedentes, realmente lo más novedoso de la misma son las nuevas caras del elenco y los nuevos robotejos (incluyendo los Dinobots). Obviamente es un intento de hacer un reinicio de la saga sin dejar de ser continuistas, y para ello hacía falta desprenderse de Sam Witwicky y compañía, que aquí ni se les menciona (¿habrán sido víctimas de la CIA?, ¿habrán huido a Europa?), e incorporar rostros guapos (que de eso entiende Bay) y más o menos conocidos.
Y lo cierto es que si bien el guion de Ehren Kruger (Ghost in the Shell: El alma de la máquina) no es para tirar cohetes precisamente, sí que consigue, mal que bien, un comienzo para una nueva trilogía, eso sí, hay que ser muy tolerante, dejarse llevar sin cuestionarse lo que pasa ni de dónde aparece tal o cual personaje, porque si no inevitablemente uno acaba echando pestes de los creadores de tal despropósito (que es lo que es, hecho que creo -o eso espero- son conscientes tanto el guionista como el director).
Y lo cierto es que si bien el guion de Ehren Kruger (Ghost in the Shell: El alma de la máquina) no es para tirar cohetes precisamente, sí que consigue, mal que bien, un comienzo para una nueva trilogía, eso sí, hay que ser muy tolerante, dejarse llevar sin cuestionarse lo que pasa ni de dónde aparece tal o cual personaje, porque si no inevitablemente uno acaba echando pestes de los creadores de tal despropósito (que es lo que es, hecho que creo -o eso espero- son conscientes tanto el guionista como el director).
Después de muchos rumores que indicaban que Jason Statham (querido de Rosie Huntington-Whiteley, la prota de la tercera entrega) iba a ser la nueva estrella de la franquicia, finalmente fue Mark Wahlberg (El incidente, The Figther) quien se quedó con el papel de científico loco, culturista, sobreprotector, con muchas deudas y texano, que cumple con su papel más que nada porque sobre todo se dedica a correr de aquí para allá, porque como inventor no da mucho el pego aunque se ponga gafas. El papel de Stanley Tucci (Los juegos del hambre) viene a ser como el de John Turturro en las anteriores películas, al menos me lo parece al estar siempre entre la seriedad y la comicidad (o lo ridículo), mientras que el gran Kelsie Grammer (Frasier, X-Men: La decisión final) no es para nada cómico, siendo el malo humano junto con Titus Welliver (Argo). La chica guapa de esta entrega es más jovencita de lo que eran Megan Fox y Huntington-Whiteley, Nicola Peltz, Katara en la denostada Airbender: El último guerrero y que también deberían reconocer los que hayan visto la serie Bates Motel, y que aún no ha cumplido los veinte (en 2014) y sin duda es una chica la mar de guapa; Jack Reynor (Cold, ¡Menudo fenómeno!) es su interés romántico. Otros papeles son encarnados por Sophia Myles (Outlander) cuyo personaje aparece y desaparece por arte de magia continuamente, Bingbing Li (El reino prohibido), que la han fichado fundamentalmente para atraer al público chino; T.J. Miller (Buscando un amigo para el fin del mundo) y James Bachman (Heart of Lightness), entre otros.
Total, que quien quiera ver un film serio y coherente ni lo intente, a los demás sí que le podría recomendar Transformers: La era de la extinción a pesar de su extenso metraje se hace entretenida si, como he comentado antes, se es un espectador tolerante.
LO MEJOR:
-Que es más entretenida de lo que parecía.
-Al igual que las otras tres, su gran despliegue de efectos especiales y secuencias espectaculares (aunque no todos los momentos tienen el mismo acabado).
-La buena labor de Steve Jablonsky con la BSO.
LO PEOR:
-Un guion con boquetes por todos lados.
-Que no supone para nada una renovación de la saga. Quizá con la llegada de un nuevo director para próximas entregas (que no será la quinta, obviamente) sí que veamos novedades.
-No sé por qué Mark Wahlberg no me pega como intelectual (ni inventor ni científico de ningún tipo...)
¿Quién debería verla?
Quien disfrutara de las anteriores películas.
¿Y quién no?
Obviamente, a quien no le gustara lo más mínimos la trilogía precedente.
Una promesa que, probablemente, no cumpla:
Y es que nada más salir de la sala tras ver La era de la extinción afirmé que no vería la próxima entrega de la saga, pero lo cierto es que El último caballero tiene mucha mejor pinta..., a priori al menos.
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