12 julio 2018

Vaiana

No sé vosotros, pero un servidor tiene la impresión de que las últimas películas de Disney (más o menos desde Frozen, el reino del hielo) son sobrevaloradas por la crítica y, sobre todo, por el público sistemáticamente, exaltando sus supuestas virtudes, originalidad y capacidad de diversión. De estos últimos años quizá con la que más he disfrutado ha sido con Frozen, que tiene poco de original pero sus personajes son interesantes y su desarrollo muy divertido, mientras que cintas tan alabadas como Big Hero 6 y Zootrópolis me han resultado entretenidillas y poco más.

Por tanto, de Vaiana (Moana, 2016) no esperaba gran cosa, de hecho aunque algo sí que me picaba la curiosidad no tenía intención de verla en pantalla grande, pero otra persona sí, así que la acompañé.

No esperar grandes cosas es bueno, porque así te pueden sorprender y, curiosamente, el film dirigido por los veteranos John Musker y Ron Clements (con Don Hall y Chris Williams como codirectores), realizadores de filmes tan queridos como La sirenita o Aladdin, y escrita Jared Bush (basándose en la historia escrita por los realizadores y algunas manos más), me gustó más de lo que esperaba durante  una buena parte de su metraje, y eso a pesar de los números musicales (los cuales quizá haya alguno de más), atrayéndome especialmente la protagonista y su abuela, cuyas personalidades, la una con esa curiosidad y atracción fatal hacia el mar y la otra con su supuesta locura, resultan cuanto menos que interesantes.

Tanto durante la primera parte de la cinta, la cual se desarrolla en la isla natal de la protagonista, como su búsqueda del semidiós que robó el corazón de la diosa, estamos ante una buena película de fantasía y aventuras, con un folclore no muy explotado hasta la fecha y, por tanto, una mitología que resulta más fresca, más novedosa. El encuentro en clave de comedia con Maui también sale bien parado, así como el ataque de los curiosos piratas (que resulta además muy espectacular..., y deudor de Mad Max: Furia en la carretera), pero poco más adelante aparece un cangrejo y un número musical para nada brillante que hace que una película que estaba siendo divertida deje de serlo y, aunque tras ella vuelve a subir el nivel de diversión, nunca llega a alcanzar las cotas anteriores, y eso que el desenlace no es malo, de hecho tiene un detalle notable.

En fin, que Vaiana empieza con fuerza y mucha diversión, con momentos donde es inevitable reír (el gallo es todo un personaje) y otros que logran emocionar (esa despedida), pero que inexplicablemente han metido una secuencia musical que desafina tanto que baja estrepitosamente la calidad y, con ello, la diversión, dejando al final sensaciones encontradas y, sobre todo, el hecho de que podría haber sido una muy buena película de aventuras.


LO MEJOR:
-El número musical de Vaiana, muy bonita canción (How Far I'll go en su versión original).
-Esa primera parte en la isla, así como el resto hasta la visita al territorio de los monstruos (no inclusive esto último).
-Los personajes son la mar de simpáticos, desde la propia Vaiana, su abuela y el semidiós Maui, por no hablar del pollo lerdo.
-Técnicamente es muy espectacular, una delicia ver cómo se mueve el pelo de la protagonista, entre otros detalles.
-Esos momentos autoparódicos.
-Que se haya utilizado también animación tradicional para realizarla.
-La escena postcréditos es la mar de simpática.

LO PEOR:
-El número musical del cangrejo supone una caída en picado del interés, es cansino y aburrido. Sobra.
-Si se quita, además del número del cangrejo, algún otro no hubiera quedado mal.

¿Quién debería verla?
Quien guste del cine Disney más clásico, con sus canciones incluidas.

¿Y quién no?
Quien odie los musicales seguro que odiará al cangrejo “brillante”.

2 comentarios:

Hemos Visto dijo...

No es, ni de trozo, la mejor película de Disney, con todo tampoco es la peor y se deja ver. Sin ser brillante, entretenida (que no es poco)

HemosVisto!

Neovallense dijo...

Sin duda, pero es una pena que no haya sido mejor película por culpa de un insufrible número musical.

¡Gracias por el aporte!