Hace 41 años, cuando el planeta Vegeta existía y los saiyajines estaban a las órdenes de Freezer, el Rey Vegeta decide enviar al exilio a un niño con un potencial increíble. Ese niño es encontrado por pura casualidad, y Freezer verá una oportunidad para usarlo contra Goku y compañía.
Precedida por su gran éxito en Estados Unidos, donde se ha convertido en el anime más taquillero de la historia, y por comentarios muy positivos en general, Dragon Ball Super: Broly (Doragon bôru chô: Burorî, 2018) llegó a más de 300 salas de toda España (nunca un anime ha tenido tal distribución en cines en nuestro país), logrando ser la película más vista durante el viernes 1 de febrero y colocándose en una meritoria tercera plaza de las cintas más taquilleras del fin de semana (además con muy poca diferencia respecto a las dos primeras).
Con todo esto, y sin todo esto en realidad, un servidor tenía que ver el film dirigido por Tatsuya Nagamine (One Piece Film Z) con guion del mismísimo Akira Toriyama, el cual parece que está bastante cómodo tras la salida de su semirretiro (supongo que los dividendos que les está aportando este nuevo boom de Dragon Ball animan a cualquiera). Y lo hace con una historia que no es una entrega más, sino que funciona (muy bien además) como precuela, mostrando un poco la vida en el planeta de los saiyanes e introduciendo a Broly, uno de los personajes más “queridos” por los aficionados, en el canon, creándole un pasado notablemente dramático y dándole un trasfondo que hace que el espectador pueda fácilmente conectar con el mismo.
Sin desmerecer la larguísima y espectacular batalla final (de la que comentaré algo más adelante), el gran acierto de Dragon Ball Super: Broly está en su primera mitad, en ese gran flashback donde se nos muestra la forzosa situación de sumisión de los saiyanes, el orgullo de dos padres por sus retoños (tres, si añadimos a Bardock), así como el exilio de Broly y su progenitor y el visceral odio que reconcome al segundo. Una historia que sorprende por lo trágica que es, y eso que ya conocemos el infausto destino del planeta Vegeta.
Otros detalles que aporta el film, aunque muy someramente, es la cotidianidad de los saiyajines, aunque resulta un tanto frustrante el que la madre de Goku, aun vistiendo como guerrera, se dedique a sus quehaceres en la cocina mientras espera a su esposo. No obstante, personalmente me ha sorprendido el hecho que tengan una relación afectiva (hecho que se mostraba ya en Dragon Ball Minus, historia corta extra incluida en Jaco The Galactic Patrolman, pero que ya ni me acordaba), puesto que la imagen de la raza guerrera no es una en la que prevalezcan los sentimientos, y aquí hasta Bardock se preocupa por su hijo (eso sí, me sigue sin convencer que lo manden tan crecidito y vestido a la Tierra).
Otro de los puntos fuertes del film es su interminable lucha final, y es que a pesar de que en la franquicia se han visto todo tipo de peleas, Nagamine ha conseguido no solo que esta sea muy espectacular (algunos momentos son un logro visual), sino que además sabe aportar frescura a la misma (el inteligente uso del punto de vista subjetivo, por ejemplo) haciendo que no se haga repetitiva y resulte emocionante.
Dragon Ball Super: Broly es otra buena entrega fílmica de la mítica franquicia creada por Akira Toriyama, la cual tiene todos los elementos que los seguidores esperan de ella, mucha acción, aventura y humor, y que deja la puerta abierta para nuevos y emocionantes enfrentamientos.
LO MEJOR:
-Que la historia funciona muy bien, especialmente en su primera mitad.
-La batalla final es muy espectacular.
LO PEOR:
-No me termina de convencer el que envíen a Goku tan crecidito y con el traje...
¿Quién debería verla?
Indudablemente los seguidores de Dragon Ball, y quien guste del anime en general.
¿Y quién no?
A estas alturas, deberían tenerlo muy claro...
No hay comentarios:
Publicar un comentario