14 julio 2022

Hayao Miyazaki, de Raúl Fortes Guerrero

Hace ya unos añitos, cuando leí el análisis de Raúl Fortes Guerrero a El viaje de Chihiro, era consciente de que el mismo había escrito una monografía sobre el cineasta japonés, de hecho lo mencioné en la reseña que le dediqué, pero no fue hasta cinco años después que en verdad no salió a la luz y ahora, tras tres años de su publicación y una deleitosa lectura, le brindo unas palabras.

Desde aquellos tiempos el mercado editorial ha cambiado mucho, lo que era una novedad ahora es lo habitual, puesto que todos los años se publican nuevos libros teóricos dedicados a una película o al conjunto de la filmografía de Studio Ghibli (ya ha salido hasta un libro de recetas), y un servidor sigue sin poder evitar hacerse con ellos y, aunque cada vez tarde más en leerlos, tampoco falto a la cita de verter mi opinión sobre los mismos.

Ya lo he dicho en alguna ocasión, pero siempre está el temor de que el ensayo en cuestión resulte repetitivo y, aun con ello, todos, en mayor o menor medida, no solo me han ofrecido unas horas de disfrute, sino que también han ampliado mis conocimientos (y recordado muchos más) e incluso ampliado la visión sobre unas películas que siempre son un gozo revisar (incluso desde ojos ajenos).

Ya desde su sucinto título, Hayao Miyazaki, este segundo libro de Raúl Fortes Guerrero, publicado por Ediciones Akal, queda bastante claro sobre quién se centra, aunque más que en el propio director, que algún detalle biográfico (todo un apartado, de hecho) hay, lo hace en su cine, como es lógico dado que está publicado dentro de una colección centrada en el séptimo arte. Y, tras los agradecimientos y un prólogo (donde nos enteramos que Fortes es ducho en el arte del haiku), se agradecen las notas sobre la edición, donde nos explican las normas básicas que han seguido para la misma, facilitándonos así la lectura y evitándonos disgustos al leer algunas traducciones de títulos; mientras que el prefacio nos abre el apetito lector, nos señala la importancia de conocer el idioma de origen, y haberse empapado de la cultura nipona gracias a sus estancias y estudios en el país del Sol Naciente, pero también indicando explícitamente (no como otros) que ello no debe considerarse un agravio comparativo a aquellos autores que escriben sin esa base (y sin, por tanto, el poder acceder a fuentes originales por la barrera idiomática).

En la extensa introducción recalca la importancia del manga para el anime, puesto que éste proviene del primero, además de contarnos los orígenes del tebeo japonés y el contexto cultural e histórico donde nace. De primeras, este apartado es muy accesible, de hecho resulta sumamente entretenido, pero, a medida que avanza, se adentra más en la raíces culturales del manganime y se va tornando más académico, ergo, más duro de leer, terminando el capítulo con una defensa de la animación japonesa como bien cultural.

El capítulo titulado La poética miyazakiana ocupa la mayor parte del ensayo, y está dedicado a desgranar todas (o casi) las facetas de la obra animada de Hayao Miyazaki. Por ejemplo, compara algunas películas, especialmente El viaje de Chihiro y Mi vecino Totoro, con las definiciones de Todorov de lo fantástico, lo maravilloso y lo alegórico, encajándolas con momentos de los mencionados filmes; asimismo establece la relación de la obra miyazakiana con dos géneros literarios como el cuento y la fábula. Por otra parte, analiza y categoriza como viajes iniciáticos gran parte de las producciones del cineasta, aún cuando este se niega a calificarlas como tal; incidiendo más tarde en la importancia de la guerra en no pocos de sus filmes (incluso dedica un párrafo a La tumba de las luciérnagas, que es de Takahata) y realiza un análisis comparativo con la codificación de Christopher Vogler y su estructura de «el viaje del héroe», quien se basó en el cine comercial norteamericano para hacerlo.
Igualmente destaca la interculturalidad de la filmografía de Miyazaki, pues bebe de multitud de fuentes, tanto orientales como occidentales, así como las épocas de las que toma prestados elementos, la utilización de la nostalgia por un pasado idealizado y evocador pero, también, la importancia de la memoria, la recuperación del pasado y la revisión del mismo.

Cómo no, no olvida adentrarse en la relación ambivalente que se muestra en sus películas respecto a la ciencia y la tecnología (especialmente la militar y aeronáutica), y la constante advertencia de los peligros de su mal uso, incidiendo en los componentes steampunk e, incluso, ciberpunk, de algunas de sus obras. Por otro lado, comenta el simbolismo del vuelo, que tan importante es en toda la producción miyazakiana, y algo no menos importante como son sus heroínas, y el detalle que use un recurso muy típico del manganime en general como la ausencia de los padres (o la orfandad de los protagonistas). Durante un buen puñado de páginas se detiene en el influjo religioso, principalmente sintoísta y budista, en sus películas (la prácticamente inexistencia de la dualidad bien-mal, la visión no antropocentrista, la aparición de los kami...).

Tras este gran apartado, donde analiza todas las claves del cine de Miyazaki, nos encontramos con un apéndice donde, primero, tenemos una biografía, aunque esquemática, muy completa (incluso indica el sueldo de Miyazaki como intercalador en la Toei y lo que pagaba de alquiler), para después desgranar todos los proyectos (excepto largometrajes dirigidos por él) en los que trabajó, así como su función (o funciones) en cada uno de ellos; para terminar con un último subapartado con las fichas técnicas y artísticas de las películas que ha dirigido hasta El viento se levanta, donde además de los nombres destacados que intervinieron en las mismas aparecen otros datos de interés, como el número de cels, fecha de estreno o duración, sumándose a ello la inclusión de una sinopsis, un breve comentario personal y citas de críticas de prensa o personalidades del mundo del cine. Remata el libro con la bibliografía citada y el índice.

Como indiqué en párrafos anteriores, Hayao Miyazaki es un ensayo monográfico publicado por Ediciones Akal en su colección sobre cine, donde el tomo centrado en el cineasta nipón se codea con otros libros dedicados a directores de renombre como Wong Kar-wai, Paul Thomas Anderson, John Ford o George A. Romero, u otros centrados en filmes como Blade Runner o la censura en Hollywood. El volumen tiene algo más de 300 páginas y una presentación atractiva, aunque su interior puede desilusionar a quien guste de ver mucha ilustración. Ha destacar que el texto está muy pulido, habiendo detectado tan solo un par de erratas ortotipográficas, y su ajustado precio de 15 euros.

Aunque por momentos pensé que su lectura podría hacerse cuesta arriba, o, lo que es lo mismo, que iba a resultarme demasiado académica (aunque lo es), finalmente Hayao Miyazaki ha sido un apasionante recorrido por lo que hace que el cine del director de El castillo ambulante sea tan rico y fascinante. Nos muestra sus raíces culturales, influencias y constantes, aportando Raúl Fortes su propio punto de vista como es lógico y, por tanto, enriqueciendo la propia visión del lector. Un volumen recomendado a aquellos que ya tengan cierto bagaje lector de los largometrajes del Studio Ghibli.
 
 
LO MEJOR:
-Que al final es un libro muy ameno y profundo.
-Buena edición y un precio ajustado.
-Las numerosas, y en ocasiones muy dilatadas, notas a pie de pagina enriquecen el texto principal...

LO PEOR:
-... pero también ralentizan y dificultan su lectura. Es un mal necesario.
-A mí al menos se me hizo algo más duro en algún pasaje, donde se puede uno perder con ciertas referencias y el lenguaje utilizado.
-Se nota en algún punto que parte de un texto previo de hace más de una década.

Más libros centrados en películas de Miyazaki:
BSG: Porco Rosso
BSG: La princesa Mononoke
BSG: El viaje de Chihiro
El viaje de Chihiro: Nada de lo que sucede se olvida...
Miyazaki en Europa

No hay comentarios: