12 enero 2023

El hundimiento

Tenía el DVD de El hundimiento* (Der Untergang, 2004) cogiendo polvo desde los tiempos en el que el diario Público tenía edición en papel (los viernes podía adquirirse con una película por un precio irrisorio), pero el hecho de que dure dos horas y media y el recuerdo de algún comentario negativo de un amigo cinéfilo (y aficionado al cine alemán además), hacían que me diera especialmente pereza, y eso que fue muy sonada en su momento y tuvo no pocos premios y nominaciones. Pero durante el confinamiento por el coronavirus, al ser imposible de disfrutar del cine en pantalla grande, me propuse conservar la costumbre de ver todos los miércoles una película (y tengo muchas en mi videoteca sin ver), y llegó el día en el que me animé a verla.

El hundimiento cuenta los últimos días del régimen nazi, y cómo el führer va decayendo en una febril locura en la que solo ve una opción al asedio de los rusos: que toda Alemania muera con él.

Oliver Hirschbiegel (El experimento) dirigió el libreto firmado por Bernd Eichinger (basándose en el libro de Joaquim Fest), y lo hizo manteniendo al espectador inmerso en todo momento en el drama de un demente líder que no quiere ver que todo está perdido y que, cuando lo hace, prefiere la aniquilación total a la rendición. El film te mantiene en tensión casi en todo momento, creciendo esta a medida que el cerco del ejército rojo se estrecha y el estado físico y mental de Adolf Hitler se va atrofiando irremediablemente, aplastado por sueños de grandeza y de una perversa ideología.

Sobre los hombros de Bruno Ganz (El vendedor de tabaco) recae gran parte del peso de la película, y vaya que si lo soporta, e incluso lo alza. Su interpretación es simplemente impresionante, de una fuerza brutal que agota solo pensarlo. Nos hace ver a un hombre megalómano que puede ser amable y que es cruel y despiadado, un fanático cegado por unas ideas enfermizas que, desgraciadamente, muchas personas se vieron hipnotizados por ellas y que todavía seducen.

El punto de vista principal en el que vemos la historia es el de Traudl Junge, interpretada por Alexandra Maria Lara (The Reader, Rush), una mujer que, a pesar de afirmar no ser nazi, se sintió atraída por la figura del führer y aceptó ser su secretaria hasta el último momento. Otro de los personajes desde los que vemos parte de la acción es el del doctor Ernst-Günther Schenck, al que da vida Christian Berkel (Elle), que a pesar de ser oficial de la SS no parece tan fanático como buena parte de ellos, sino que muestra humanidad y preocupación por enfermos y heridos; mientras que el punto de vista de los ciudadanos de a pie está representado por un niño.

El hundimiento destaca en la mayoría de sus apartados, la realización, el montaje, la música, en su magnífico diseño de producción que nos sitúa en el epicentro de tan convulsos y dramáticos instantes y, sobre todo, en el gran trabajo actoral, destacando a su protagonista (aunque es un film coral), Bruno Ganz, uno de sus mejores papeles si no el mejor. Todo eso unido nos mantiene en vilo hasta el último plano e, incluso, logra que nos quedemos inmóviles en el sofá unos instantes tras la aparición de los créditos finales.
 

LO MEJOR:
-La memorable interpretación de Bruno Ganz, de una fuerza pavorosa.
-La veraz recreación histórica, la dirección y la música.
-El trabajo de todo el elenco en su conjunto es muy consistente y creíble.

LO PEOR:
-Quizá haber tardado tanto en verla.

¿Quién debería verla?
Quien guste del cine histórico, donde predominen los personajes y sus dramas más allá de la acción o el espectáculo.

¿Y quién no?
Quien espere muchas batallas.

Más películas con Historia:
*El hundimiento y otros cuantos títulos más, algunos incluso anteriores.

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