19 agosto 2021

Shenmue III

 
Prólogo
No sé si porque tuve un trauma infantil por no poder tener una Mega Drive (ni ninguna otra videoconsola salvo una maquinita de Tetris y una imitación de Game & Watch), o porque desde Hobby Consolas le dedicaban bonitas palabras, lo cierto es que en su momento tenía muy claro que iba a comprarme una Dreamcast, y bien que lo hice en cuanto pude. Y una vez en mis manos la maravillosa máquina gris de Sega, tarde o temprano tenía que caer también uno de los juegos que tan bien ponía la mencionada revista, así como otras publicaciones de la época, como La revista oficial Dreamcast o DreamPlanet. Ese juego era, obviamente, Shenmue.

Teniendo en cuenta que apenas entendía inglés (poco menos que ahora), es digno de estudio que me impactara y sumergiera tanto el jugar a la ambiciosa aventura dirigida por el célebre Yu Suzuki. Shenmue era un juego muy innovador, jamás había jugado a nada igual (esta expresión lo mismo se repite más veces a lo largo del texto). Dediqué mucho de la primera partida simplemente a dar vueltas por la casa de Ryo Hazuki, cotillear todos los cajones y muebles de las habitaciones, escrutar el jardín con su estanque (y sus carpas de colores) y visitar el dojo. Solo con esos primeros pasos me conquistó, así que cuando salí a la calle y poco a poco fui descubriendo los detallados escenarios de Yamanose y Sakuragaoka, así como conociendo a sus habitantes, a los que le preguntaba para obtener información sobre el asesino de mi padre (o sea, de Iwao Hazuki), simplemente me atrapó en sus redes (a pesar de que tuve que hacer uso de una guía en más de una ocasión, ya llegado a Dobuita).

Los gráficos de Shenmue eran increíblemente realistas, nunca se había visto nada igual en consola, si a ello le sumaba que daba una gran libertad de movimiento, que no solo podía sino que debía hablar con todo el mundo (aunque los que estaban en sus casas siempre estuvieran ocupados) para poder avanzar, que a medida que avanzaba también mejoraba las técnicas de artes marciales, que podía echar partidas a recreativas míticas (Hang On y Space Harrier, dos creaciones de los 80 de Suzuki) y otros juegos (como los dardos, el billar o, entre otros, el Excite QTE, muy útil para ir entrenando los reflejos), trabajar con la carretilla elevadora para pagarme los vicios, que todos los personajes que pululaban por su vasto mundo tenían unas rutinas, que había ciclo día-noche y la climatología era cambiante, que se sentía el paso de las estaciones y se respiraba ambiente navideño cuando llegaba diciembre (con un Papá Noel incluido caminando por las calles de Dobuita)... En definitiva, que era una experiencia inmersiva apasionante.
La mítica carretilla elevadora.
Recuerdo que Shenmue II me lo compré con el premio de un concurso de relatos (puede que su primera entrega también lo hiciera, pero no estoy seguro), y solo viendo que el juego ocupaba cuatro GD (DC usaba sus propios discos que, como su nombre indica, tenían 1GB de capacidad) era evidente que la aventura era más grande aún que la primera entrega.

Shenmue acababa con Ryo, mochila a la espalda, iniciando el viaje en barco hacia Hong Kong, y Shenmue II comenzaba en el final de ese viaje. Esta segunda parte era más grande y ambiciosa que la primera si cabe, quizá teníamos un poco menos de libertad, pero a cambio teníamos una ciudad enorme por descubrir, con muchísimos más habitantes que Yokosuka y, sin embargo, manteniendo la característica de que todos los personajes no jugadores eran únicos (ningún rostro se repetía) y, también, esa verosimilitud de que cada uno de ellos tenían su vida y rutinas.

Cada nueva zona en Shenmue II invitaba a recorrer sus calles y callejones para descubrir todos sus rincones, y en ellos podías encontrar los puestos de Lucky Hit, donde incluso podías trabajar y con suerte ganarte unos dolares (para ello había que ganar sí o sí), o echar unos pulsos con unos forzudos y aguerridos tipos (el primero era fácil, pero cada vez se complicaba más) o, por supuesto, ir a una recreativa, donde esperaban dos nuevos clásicos como After Burner y Out Run; las tragaperras tampoco faltaban pero lo que es a mí nunca me entusiasmaron, entre otras muchas cosas más (como trabajar moviendo cajas o, ya en Kowloon, las peleas).

Los entornos urbanos eran realmente enormes y fascinantes, además con el interés extra de que Hong Kong y Kowloon eran muy diferentes entre sí, por lo que pasamos de una metrópoli con algunas zonas marginales pero en general luminosa, a otra en un estado mucho más deplorable y con unos gigantescos edificios de innumerables habitaciones (aunque lo intenté, no logré ni en las primeras partidas ni en las posteriores revisar absolutamente todas las estancias de todos los edificios que se visitan). En uno de esos edificios, el Yellow Head Building, está el emocionante y peligroso clímax de la aventura, pues tenemos que subir sus múltiples pisos (imposible no precipitarse al vacío en alguna ocasión) para finalmente enfrentarnos contra el enorme Dou Niu en uno de los momentos más épicos de la saga.

Curiosamente, la última parte de esta entrega es anticlimática, ya que de un ambiente urbano con mucha acción pasamos a un último GD donde Ryo viaja a una zona rural de gran belleza donde se encuentra con la chica de sus sueños (literalmente), Shenhua, y nos pasamos dos días caminando con ella hasta Bailu. Básicamente, lo que hacemos es hablar mientras andamos, y superar algunos QTE mientras corremos o rebasamos algún obstáculo, pero aún así me pareció toda una gran experiencia, sobre todo por los entornos tan bonitos (como las cascadas) y por ese final que era todo un cliffhanger, quedándonos miles de jugadores con la miel en los labios durante más de una década.
Kowloon es un escenario impresionante.
 Cuando Sega publicó Shenmue I & II, los ports (que no remasterizaciones) de las dos primeras partes de la saga, los reservé y me hice con ellos sin pensármelo dos veces, incluso antes de tener una PlayStation 4 en mi poder (no fue hasta que salió una oferta atractiva, en un Black Friday, que me hice con ella). Por supuesto el primer juego al que jugué con la videoconsola de Sony fue Shenmue y, posteriormente, Shenmue II, y aunque el trabajo de d3t por encargo de Sega no es que estuviese muy mimado (salió con errores graves que solucionaron con parches) y le cayeron bastantes críticas, yo disfruté de los dos juegos igualmente, e incluso descubrí cosas nuevas en Shenmue II.

Shenmue III
El anuncio de Shenmue III (en realidad de su Kickstarter) en el E3 de 2015 fue un momento ilusionante y emocionante en extremo para todos aquellos que esperábamos y pedíamos desde hacía cerca de 20 años que continuara la historia ideada por Yu Suzuki. La campaña de micromecenazgo fue un éxito fulgurante y en 9 horas horas consiguió el objetivo inicial, convirtiéndose finalmente en el Kickstarter más exitoso en lo que se refiere a videojuegos. El juego salió a la venta tras varios retrasos y la salida de los mencionados ports, pero antes dio tiempo para la polémica con el lanzamiento de avances con los que muchos ya lo sentenciaron (tampoco estuvieron muy finos al no indicar previamente que las animaciones faciales estaban desactivadas), hecho que se acrecentó con la publicación de los análisis de diferentes medios, con bastante disparidad de opiniones.

He de decir que un servidor tuvo cierto temor a que, como afirmaban algunas de estas reseñas profesionales (y también de gente que ni siquiera lo había probado), en efecto fuese un fiasco, pero no me dejé quitar la ilusión e incluso me sorprendí comprando dos ediciones coleccionistas (y una tercera, que todavía no ha llegado a mis manos, cuando tenía la aventura bien avanzada...).

Una vez rejugados los primeros capítulos del drama de Ryo Hazuki, me embarqué en esa tercera entrega que algunos consideraban basura y otros una digna sucesora. Yo estoy con los segundos, he disfrutado mucho con esta tardía secuela, pero no es menos cierto de que se trata del videojuego más imperfecto de la serie.

Como dicen muchos seguidores en sus comentarios, Shenmue III se siente como una entrega más de la serie, mantiene el espíritu de tomarse las cosas con calma (hecho en el que ha insistido Suzuki en repetidas ocasiones), de explorar todos los rincones de los escenarios, de hablar con todos los habitantes de los lugares que visitamos, de disfrutar con los minijuegos (de pesca, de atrapar patos, de carreras de tortugas y ranas, los puestos de Lucky Hit, los dados, las máquinas electromecánicas...), comprando juguetes encapsulados (aunque la mayoria de las colecciones sean poco vistosas... pero curiosas lo son mucho) de hacer las misiones secundarias o simplemente de disfrutar contemplando sus coloridos y detallados paisajes y variados entornos (muy conseguidos todos a mi juicio), Shenmue III, como sus dos primeras partes, se disfruta más tomándose el tiempo necesario para observar, interactuar y descubrir todo lo que nos ofrece.

Yendo sin prisas se le saca más jugo y se disfruta más, pero no por ello se dejan de ver los errores. Para mí, el que puede ser el mayor es la ingenuidad de la historia, sobre todo en Bailu, ya que queda patente desde el primer momento cuál (o quiénes) es el objetivo de los maleantes, sin embargo los personajes no parecen enterarse incluso cuando encuentran una lista con nombres; en Niaowu también hay algún momento con ingenuidad de más, pero no se hace notar tanto. Puede ser el caso de que ésta es una característica de la franquicia de la que no me he enterado hasta que no le han puesto subtítulos en español, pero me extrañaría.
El entorno campestre de Bailu es muy bonito.
Uno de los detalles que más discusiones y polémicas provocó fueron las animaciones, sobre todo a raíz del susodicho primer desafortunado avance con los personajes mirando a la nada. Para mí no existe polémica, es cierto que son mejorables, especialmente las animaciones faciales, pero me parece que son suficientemente expresivas e incluso muy graciosas (Ryo pone algunas caras), y el resto de animaciones no me parecen en absoluto malas. ¿Que hay juegos con animaciones mucho más realistas? No me cabe duda, y la mayoría son triples AAA con unos presupuestos muy superiores a este (que 20 millones tampoco me parece a mí el dinero de un juego indie, todo sea dicho), pero no por ello estas son necesariamente malas.

Algo por lo que destacan Shenmue I & II es por la capacidad de sumergirnos en un entorno vivo, donde cada habitante del lugar es único y tienen sus rutinas. Shenmue III se esfuerza en mostrarnos entornos vivos, ya sea el rural en Bailu o el urbano en Niaowu, cada uno de ellos tiene un sonido ambiente muy concreto que crea una atmósfera conseguida. En el primero de los escenarios está bastante lograda en general, con los niños practicando artes marciales y los mayores comiendo algo o charlando en determinados lugares, pero en Niaowu, el bullicioso ambiente sonoro general no es el que acompaña a lo que vemos, ya que aunque no falten puestos y locales de todo tipo en determinadas calles, apenas se ven viandantes y los pocos que hay no parecen tener una rutina prefijada, sino que van dando vueltas o, si acaso, están sentados en una terraza. Respecto a estos personajes no jugadores, si en las dos primeras entregas no se repetía ni un solo rostro, aquí sí que lo hacen, aunque al menos tengan un peinado e indumentaria diferentes, entre otras características.

Los QTE eran fundamentales en la jugabilidad de los Shenmue previos, por lo que en este no podían faltar. Sin embargo es una de las cosas que peor están implementadas, ya que la mayoría son muy simplones a la vez que muy difíciles de conseguir a la primera dado el poco tiempo de reacción que dejan, además si los fallas no se generan alternativas, sino que hay que repetirlos hasta acertar.

También llamó la atención, ya desde los avances, el diseño de personajes. El de Ryo, Shenhua y otros personajes fueron puliéndose hasta tener un aspecto atractivo, fiel y continuista, no obstante hay otros personajes cuyo estilo no es tan realista sino caricaturesco. Es muy extraño que un mismo juego tenga dos estilos artísticos diferentes. Pero la cuestión es que se sienten fieles, o al menos así lo he sentido yo, que no me ha chocado en exceso, pero por coherencia es algo que deberían corregir en posibles futuras entregas.
El paisaje más úrbano de Niaowu también es precioso.
Una parte fundamental de la serie han sido los minijuegos y la posibilidad de comprar diferentes objetos, así como vender para conseguir dinero. Aquí tenemos varias recreativas con muchos juegos electromecánicos, divertidos en mayor o menor medida todos, pero un solo videojuego, una parodia de Virtua Fighter francamente difícil de jugar. Se echan mucho en falta las recreativas clásicas (que los DLC tampoco hayan añadido ninguna ha sido una pequeña decepción). También tenemos las zonas de apuestas donde jugar a los dados, los Lucky Hit (o golpe de suerte como lo han traducido al español) o las curiosas carreras de tortugas y ranas. Con todos ellos conseguimos fichas que luego podemos canjear por regalos y dichos regalos venderlos en las casas de empeño. No faltan tampoco los juguetes encapsulados, pero si en los juegos precedentes teníamos colecciones de míticas series de Sega, ahora tenemos maravillosos coleccionables de mesas, extintores, joyas o raquetas..., al menos están los juguetes de los personajes en SD, que son las dos colecciones con más interés con diferencia. Por supuesto también podemos trabajar para así ganar los yuanes con los que pagar los vicios y la comida. Una de las formas más divertidas (aunque menos lucrativas) es cortando leña, al principio puede parecer una tontería, pero es fácil picarse cortando maderos; también tenemos la opción de conseguir un dinerito pescando, con la caña más cara te aseguras más capturas, pero aún así es complicado atrapar grandes ejemplares; el regreso de la carretilla elevadora es muy bienvenido, pero es una lástima que el recorrido sea tan corto y que, básicamente, sea el mismo siempre al ser el puerto de Niaowu pequeño. Donde más dinero puedes conseguir es en las casas de empeño, aunque también resulta menos divertido. O sea, que en cuanto a formas de entretenernos y ganar dinero esta tercera parte cumple sobradamente.

Aunque se echen en falta recreativas lo que sí hay son muchas más opciones para comprar, desde bebidas a ropa (ahora se puede cambiar la vestimenta a Ryo), pasando por platos, estatuas y alimentos, muchos alimentos de todo tipo, muy importantes además, ya que Ryo pierde energías mientras pasa el tiempo, corre o lucha, por lo que es necesario que coma de vez en cuando. Igualmente es fundamental entrenar para subir el nivel de resistencia y mejorar el kung-fu de Ryo, lo que hará que le sea más fácil acabar con los rivales que vayan apareciendo.

Uno de los objetivos del Kickstarter era el subtitulado al castellano, por suerte se consiguió y con ello Shenmue III es la primera entrega de la saga donde entiendo todo lo que dicen los personajes. Eso sí, algunas decisiones en la localización, como traducir los puestos de Lucky Hit (por golpe de suerte), no me parecen del todo acertadas, y también hay alguna que otra errata, como diálogos aparentemente cambiados de personajes (porque es imposible que busquen al padre de Ryo en Niaowu), pero en general se agradece enterarse de todos los detalles de la historia, así como poder elegir entre las voces en inglés y japonés.

Si hay un videojuego que esperaba con ansias ese era Shenmue III. Gracias a la insistencia de la comunidad y la tenacidad de Yu Suzuki se hizo realidad lo que tan solo era una esperanza. Se trata, como he anotado, de un juego imperfecto, pero que conserva el espíritu de la saga y gran parte de su capacidad de sumergirte en una época y un ambiente exóticos. Durante horas te hace vivir la búsqueda de un joven en pos de venganza, pero en el trayecto, estoy seguro, terminará por encontrar cosas más importantes.

El camino para la cuarta entrega, si finalmente la hay, será previsiblemente tortuoso. Las ventas no han sido altas y los inversores parece que no han quedado muy contentos. Aún así Suzuki insiste en su deseo de realizar al menos una parte más (su idea era que fueran dos), y la comunidad le apoya como ya lo hiciera antes, además el creador de Virtua Figther ha asegurado que sería diferente, la haría pensando en atraer a aquellos que no son seguidores de la franquicia. Me temo que habrá que armarse, de nuevo, de paciencia, mientras tanto los fanáticos podemos rejugar las tres primeras partes y consolarnos con el anime que se estrenará este año. Porque la historia continúa.
 

LO MEJOR:
-Que es fiel al espíritu de la saga.
-Todo el tramo final resulta emocionante y épico pero...
-Que hay mucho por hacer y descubrir.
-Gráficamente luce bien, los escenarios son muy bonitos y detallados, y, aunque las animaciones sean mejorables, son suficientemente buenas.

LO PEOR:
-La ingenuidad en ciertas partes de la historia.
-Aunque el final es épico, en dificultad normal resulta demasiado sencillo.
-Que los QTE estén poco pulidos.

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