Manuel es encarcelado en una prisión de Barcelona sin saber cuándo tendrá un juicio (y sin que sepamos, en un inicio, de qué se le acusa). Allí recibirá un trato vejatorio desde el primer momento, por lo que mostrará siempre su repulsa, siendo posteriormente uno de los presos que encabezarán diferentes protestas.
El primer cartel que vi de Modelo 77 (ídem, 2022) (y, con él, el primer conocimiento que tuve de la película) no me causó una gran impresión, pero estando ahí el nombre de uno de los mejores directores españoles de los últimos años, responsable de filmes tan potentes como La isla mínima, Grupo 7 o El hombre de las mil caras, no tenía dudas de que iba a verla en cuanto pudiera.
Y menos mal que lo he hecho, porque este drama carcelario con mucho suspense, protagonizado por Miguel Herrán (Hasta el cielo) y Javier Gutiérrez (Campeones), es de todo menos aburrido o intrascendente. Alberto Rodríguez ha firmado quizás su film más intenso e inmersivo, consigue que olvides que estás en una sala de cine y te sientas dentro de un módulo presidiario, viviendo en la constante incertidumbre de no saber si los funcionarios de prisiones te sacan de tu celda con nocturnidad, o si a algún otro preso no le has caído en gracia.
Para lograr esto ayuda, además de una excelente realización, una encomiable labor de diseño de producción, cuidando que no se cuelen anacronismos indeseables que puedan distraer de lo importante, un sólido guion escrito por el mismo realizador y Rafael Cobos, su guionista de cabecera, y la labor de un reparto que se mete en sus personajes y rezuma autenticidad, con un Gutiérrez estupendo y un Herrán que no le va a la zaga, muy bien acompañados con unos secundarios interpretados por, entre otros, Jesús Carroza (Che: Guerrilla), Xavi Sáez (Las leyes de la frontera), Víctor Castilla (Toro) o un sorprendente Fernando Tejero (Aquí no hay quien viva, Cinco metros cuadrados).
Modelo 77 logra no solo entretener, sino que mantiene en tensión e incluso provoca momentos de indignación y angustia por los maltratos y el trato inhumano a los que eran sometido los presos cuando el franquismo estaba dando sus últimos coletazos y la democracia, y los derechos propios de un Estado democrático, calaba en todas las instituciones de España. Una historia, inspirada en hechos reales además, que sirve para recordar que no hay que olvidar.
El primer cartel que vi de Modelo 77 (ídem, 2022) (y, con él, el primer conocimiento que tuve de la película) no me causó una gran impresión, pero estando ahí el nombre de uno de los mejores directores españoles de los últimos años, responsable de filmes tan potentes como La isla mínima, Grupo 7 o El hombre de las mil caras, no tenía dudas de que iba a verla en cuanto pudiera.
Y menos mal que lo he hecho, porque este drama carcelario con mucho suspense, protagonizado por Miguel Herrán (Hasta el cielo) y Javier Gutiérrez (Campeones), es de todo menos aburrido o intrascendente. Alberto Rodríguez ha firmado quizás su film más intenso e inmersivo, consigue que olvides que estás en una sala de cine y te sientas dentro de un módulo presidiario, viviendo en la constante incertidumbre de no saber si los funcionarios de prisiones te sacan de tu celda con nocturnidad, o si a algún otro preso no le has caído en gracia.
Para lograr esto ayuda, además de una excelente realización, una encomiable labor de diseño de producción, cuidando que no se cuelen anacronismos indeseables que puedan distraer de lo importante, un sólido guion escrito por el mismo realizador y Rafael Cobos, su guionista de cabecera, y la labor de un reparto que se mete en sus personajes y rezuma autenticidad, con un Gutiérrez estupendo y un Herrán que no le va a la zaga, muy bien acompañados con unos secundarios interpretados por, entre otros, Jesús Carroza (Che: Guerrilla), Xavi Sáez (Las leyes de la frontera), Víctor Castilla (Toro) o un sorprendente Fernando Tejero (Aquí no hay quien viva, Cinco metros cuadrados).
Modelo 77 logra no solo entretener, sino que mantiene en tensión e incluso provoca momentos de indignación y angustia por los maltratos y el trato inhumano a los que eran sometido los presos cuando el franquismo estaba dando sus últimos coletazos y la democracia, y los derechos propios de un Estado democrático, calaba en todas las instituciones de España. Una historia, inspirada en hechos reales además, que sirve para recordar que no hay que olvidar.
LO MEJOR:
-La realización y el guion.
-Las estupendas interpretaciones del reparto, especialmente de los protagonistas.
-La capacidad que tiene de meterte en la historia de inicio hasta el final.
LO PEOR:
-Nada.
¿Quién debería verla?
Quien disfrutase con los anteriores trabajos de Rodríguez, cinematográficos o televisivos.
Otras películas carcelarias:
-La realización y el guion.
-Las estupendas interpretaciones del reparto, especialmente de los protagonistas.
-La capacidad que tiene de meterte en la historia de inicio hasta el final.
LO PEOR:
-Nada.
¿Quién debería verla?
Quien disfrutase con los anteriores trabajos de Rodríguez, cinematográficos o televisivos.
Otras películas carcelarias:
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