18 diciembre 2025

El viaje de Shuna, de Hayao Miyazaki

Shuna es príncipe de un reino montañoso cuya población malvive debido a las pobres cosechas que obtienen a pesar de lo duro que trabajan la tierra. Cierto día se encuentra con un anciano viajero quien, a las puertas de la muerte, le da unas fabulosas, pero estériles, semillas y le cuenta que partió muchos años atrás en la búsqueda del lugar donde se cultivan. Obsesionado con acabar con el hambre de su pueblo, decide partir hacía los confines del oeste en contra del mandato del consejo de ancianos.

Como todos sabemos, la obra principal de Hayao Miyazaki se concentra en producciones de animación, ya sea en series de televisión o, particularmente, en largometrajes creados bajo el paraguas de Studio Ghibli. Pero antes de animador quiso ser mangaka, y a este formato, al del arte secuencial, ha recurrido en ocasiones ya sea para poder realizar un film, como le sucedió con Nausicaä del Valle del Viento, o por mero divertimento, caso en el que se podría encuadrar el material en el que se inspira Porco Rosso. Pero, aunque no las hayan catado prácticamente ningún otro país fuera de Japón, tiene más publicaciones en papel de interés para el aficionado, así que la edición de El viaje de Shuna en Estados Unidos fue un hecho esperanzador de que podría salir también en España. Y así sucedió en octubre de 2023, cuando al fin pudimos disfrutar esta joyita ilustrada.

El viaje de Shuna es, además, una particular obra dentro de la particular obra gráfica de Miyazaki, puesto que no es exactamente un manga, ya que se apoya en textos descriptivos y narrativos, pero sin renunciar a los diálogos en los típicos bocadillos o globos, por lo que es una especie de híbrido entre cuento ilustrado y cómic, formato que en Japón se denomina emonogatari como comenta Alex Dudok de Wit (hijo del director de La tortuga roja y traductor de la versión inglesa) en las notas del final del tomo.
En mi reseña de la versión manga de Nausicaä, apunté que en dicha épica historia están todas las filias de Miyazaki, que en cierto modo es su obra definitiva. Algo parecido se puede afirmar de El viaje de Shuna. En sus páginas hay muchas imágenes, escenas, escenarios e incluso personajes que, claramente, utilizó posteriormente. Es uno de los pilares en los que se apoya el imaginario miyazakiano. Esto es observable desde las primeras páginas con un príncipe muy parecido a la princesa Nausicaä, en algunas viñetas se pueden confundir perfectamente (el hecho de que la realización de ambas obras fuera en paralelo durante un tiempo es una explicación plausible de ello), la aparición del yakul (aquí como nombre de la especie) y otra fauna, el diseño de vestuario, que la aventura se inicia con un viaje hacia el oeste... Todo un compendio de detalles de mayor o menor importancia que son fácilmente reconocibles para todas las personas aficionadas, e incluso que pueden advertir las menos conocedoras a poco que hayan visto los filmes más populares de Ghibli.

Como anota De Wik al final, las dos obras que más le deben a El viaje de Shuna son la mencionada Nausicaä y La princesa Mononoke, la primera más todavía dada la cercanía entre ambas y la inspiración de las mismas, que provienen de Asia. En este caso el propio Hayao Miyazaki nos informa en el prólogo que adapta "a su manera" la leyenda tibetana El hombre que se convirtió en perro, que, básicamente, narra la vicisitudes que tuvo que superar un príncipe para hacer llevar la cebada a su país y terminar con el hambre. Una historia sencilla pero a la que el director de Ponyo en el acantilado sabe imprimirle su personalidad, creando una cuento verdaderamente oscuro, con un pueblo deprimido, esclavistas, antropófagos y unos misterios seres divinos cuya existencia apenas percibimos y cuyos objetivos son un misterio insondable. Hay un claro contraste entre el austero modo de vida del apartado reino de Shuna, que aceptan su sino con resignación y cierto orgullo, no parando de trabajar para obtener como recompensa un débil grano; y la opulencia de las lejanas urbes del oeste, con personajes de carnes generosas, caros ropajes y joyas, pero con gran bajeza moral al dedicarse a traficar con personas y la debilidad no reconocida de depender de los seres divinos para alimentarse.

Pues los seres divinos les venden sus ricas semillas doradas muertas, por lo tanto les han cedido su soberanía alimentaria. Lo que a mí me trae a la mente lo que hacen (y quieren hacer más) ciertas compañías con las semillas transgénicas, secuestrando a los agricultores en cierta manera (con contratos draconianos, por ejemplo), puesto que no se pueden guardar una parte de su cosecha como semillas (que son estériles) para cultivar en la siguiente temporada. En los 80 todavía no había surgido esta problemática, así que, como escribe De Wik en sus notas, Miyazaki estaría proyectando su preocupación hacia la incipiente globalización, y la dependencia de Japón en terceros países para alimentar a su población. Esto mismo se puede aplicar para prácticamente todo el mundo, con situaciones tan absurdas como que cultivos que se producen aquí acaben en el extranjero y esos mismos productos terminen en nuestras mesas... pero provengan de otros países. Lo que quiero decir con esto es que las preocupaciones de Miyazaki también se cuelan en este híbrido de manga y cuento ilustrado, y lo hacen como posteriormente lo haría, de manera orgánica y sin meter con calzador.
Al tratarse de una historia donde prima sobremanera la imagen sobre el texto, la narración avanza con rapidez, abundando las elipsis, y si bien tal como está me parece genial, la verdad es que en algunos pasajes habría agradecido que se extendieran más, que ahondara en los mismos, sobre todo en uno concreto que no descarto (pero tampoco lo contrario) que Jordan Peele se inspirase para una de las secuencias más aterradoras de su filmografía (de Nop exactamente), y que es un claro elemento de horror en una aventura que no deja de ser de fantasía (con elementos de ciencia ficción) (¿o es de ciencia ficción con elementos de fantasía?).

Respecto al arte no puedo sino halagarlo, es soberbio. Miyazaki sabe congelar el movimiento a la perfección y transmitir la fuerza, la emergencia del momento o la felicidad del instante que retrata. Se me ocurren ejemplos como cuando Shuna salta al mar embravecido, donde las olas y su energía están recreadas fidedignamente, o cuando la niña baila de regocijo, o todas esas panorámicas (algunas más lejanas y otras más cercanas de la acción) que ocupan una o dos páginas. Serían todo un placer visual en banco y negro, así que sumándole el cuidado color no hace sino aumentar dicho gozo.

Salamandra Graphic (sello de Penguin Random House) ha sido la afortunada editorial que ha publicado esta obra en España. Lo ha hecho en tapa dura, como no podía ser de otro modo, en un formato algo mayor al de la edición original, lo que viene a ser similar al tamaño estándar de cualquier libro. Ello me provocó cierto impacto al tenerlo en las manos por primera vez, pues había visto el generoso tamaño de la edición norteamericana, pero en el que igualmente se degustan los dibujos a la perfección, y encima se transporta muy fácilmente. El conocido y reconocido Marc Bernabé se encargó de la traducción, el papel tiene un gramaje mayor del habitual y tiene certificación FSC. Su precio de salida fue de 24,95 €. También hay una edición especial limitada, lanzada un año después, que tiene una portada diferente, un ensayo de Oriol Estrada y una lámina al precio de 30,95 €.

Para quien le gusten las películas de Hayao Miyazaki El viaje de Shuna es una lectura imprescindible, y quien no sea especialmente fanático también podrá gozar con esta odisea ilustrada. Todos disfrutarán con el firme trazo de un dotado ilustrador, y con una historia que se lee como la más liviana a pesar de su profundidad y oscuridad.
 
 
LO MEJOR:
-La historia y el magnífico dibujo.
-Excelente edición de manos de Salamandra Graphic.
-Que, al fin, se haya publicado en España, y con gran éxito además.

LO PEOR:
-Que haya tardado tanto en llegar.
-Que todavía quede mucho material de Hayao Miyazaki inédito fuera de Japón.
 
Cómics después del desastre:

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