14 enero 2021

Deseando amar (In the Mood for Love)

El primer contacto que tuve con el cine de Wong Kar-Wai fue su incursión con reparto internacional My Blueberry Nights, la cual me resultó un poco aburrida a pesar de contar con un gran elenco, una destacable fotografía y una elegante realización. No me dejó con ganas de más pero aún así tiempo después le di una oportunidad a The Grandmaster... y tampoco me engatusó especialmente. Y a pesar de estas dos experiencias negativas tenía la espinita, desde que se estrenó en cines, de no haber visto Deseando amar (Fa yeung nin wa, 2000), y aunque oportunidades las he tenido ya que ha estado disponible en múltiples ediciones en DVD (algunas a muy buen precio junto a periódicos, por ejemplo), nunca me animé a sumergirme de nuevo en el universo del realizador hongkonés (aunque nació en Shanghái). Casi que fue lo mejor.

La señora Chan y el señor Chow se mudan el mismo día y se convierten en vecinos, en principio su relación es tirando a fría, apenas saludándose, pero a medida que sospechan que sus respectivas parejas las están engañando se van acercando poco a poco y estrechando una relación que va más allá de la amistad.

Si digo que lo mejor que hice fue no visionar por vez primera Deseando amar cómodamente desde mi sofá es, precisamente, porque películas como esta es lo que hace que el cine sea una experiencia tan especial. Porque sin ser una aventura épica repleta de efectos especiales y grandes paisajes, se trata de un film visualmente deslumbrante, toda una experiencia sensorial que se disfruta por completo en una buena sala y, a ser posible, acompañado de otros espectadores (que con la pandemia menos, pero la experiencia permanece). Su virtuosismo visual, agrandado por una música sublime que cuenta con canciones tradicionales chinas, boleros, composiciones del desaparecido Michael Galasso y el tema Yumeji de Shigeru Umebayashi como el centro de la BSO, es pura poesía y el motivo principal por el que resulta tan evocadora y fascinante durante la mayoría de su metraje, una preciosa fotografía, un diseño de producción cuidado al milímetro, un vestuario que no le va a la zaga y hasta la peluquería y el maquillaje encajan de tal manera que crean una atmósfera tan particular y evocadora, por no hablar, obviamente, de la exquisita dirección de Wong Kar-Wai.

El protagonismo casi absoluto recae en los hombros de Tony Leung (Acantilado rojo) y Maggie Cheung (2046), que realizan un impecable trabajo, sobrias interpretaciones de sutiles gestos y miradas, y con los que el espectador empatiza por completo. Tienen papeles de cierta relevancia Rebecca Pan (Una historia de amor china), como la señora Sue, la casera de Chan,  una mujer muy aficionada al mahjong y veladora de la moral; o Kelly Lai Chen como Ho, jefe de Chan, y todo un ejemplo de hipocresía; mientras que Siu Ping-Lam interpreta a un amigo de Chow, quien lleva una vida disipada, siendo un contrapunto a la autoimpuesta rectitud de los protagonistas.

En ocasiones te olvidas de la historia y te sumerges en un mundo y una época paralela a la nuestra, un mundo alternativo de personajes torturados, eres testigo en primera persona de sus avatares, de sus desdichas, descubrimientos y anhelos, de los sinsabores de la vida, incluso aunque el destino parezca empecinado en reunir a dos almas gemelas condenadas a mirarse sin poder tocarse. Deseando amar lo consigue.


LO MEJOR:
-Técnicamente es toda una delicia de película, la fotografía, la música, la realización... conforman un todo de gran poder sugestivo e inmersivo.
-Maggie Cheung y Tony Leung.
-Una historia que va cobrando forma poco a poco, tan hermosa como triste y desgraciada.

LO PEOR:
-Un último tramo que se hace un poco lentorro.

¿Quién debería verla?
Los estetas, amantes del cine asiático y de las hermosas historias de amor, en cierta forma, trágicas.

¿Y quién no?
¿Quien espere una cinta de John Woo?

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