Mucho después de que su padre, tras firmar un acuerdo con la Gran Dama, repeliera la invasión de los francos, Eneko regresa a su tierra con la intención de ostentar el título de señor, pero los tiempos han cambiado y se le exige ciertas condiciones para serlo.
En su momento me quedé con las ganas de ver Errementari (El herrero y el diablo), y sigo sin haberlo hecho, por lo que tenía claro que el segundo trabajo en el largo de Paul Urkijo Alijo, más después de leer que también sería un film fantástico con el que se adentraba de nuevo en la mitología vasca, debía disfrutarlo en pantalla grande.
Y todavía más sabiendo de su exitoso paso por el Festival de Sitges, sus buenos comentarios en las redes y un lema (extraído de un proverbio) tan sugerente como todo lo que tiene nombre existe. Eso, y un par de carteles, fueron más que suficiente para afianzar mi decisión de verla (y también cuenta el hecho de que se produzca una película de fantasía en España solo pase de pascuas a ramos).
Irati (ídem, 2022) brilla por su ambientación, lograda gracias a un cuidado diseño de producción, dirección artística y vestuario (así como las caracterizaciones), una sugerente música y unos conseguidos efectos que logran una atmósfera onírica y lóbrega en los entornos naturales, realista y sucia en los rurales, con una medida puesta en escena y una destacable fotografía que potencia más si cabe la mencionada atmósfera.
En Irati somos testigos de la lucha de la emergente religión cristiana y los viejos ritos paganos, del hombre contra la naturaleza, y más o menos en medio de ambos tenemos al mencionado Eneko. De hecho ese aspecto, la estructura misma del film y otros detalles (como Irati, la chica "salvaje"), especialmente del final, tienen elementos en común con La princesa Mononoke (como el propio director ha confirmado en una entrevista). No obstante, a pesar de todo el esfuerzo que hay detrás de la película, a mí al menos no ha logrado sumergirme de lleno en el mundo medieval que nos muestra. Le falta algo de fuerza aun con lo poderosas que son algunas imágenes y escenas (la batalla inicial o la aparición de criaturas), y la historia de amor se antoja precipitada y algo forzada.
En cualquier caso, bienvenidas sean producciones como Irati, que ojalá sirva para que otros se animen a rascar en las heterogéneas y ricas mitologías patrias, y a recrearlas en aventuras con las que les den una nueva vida y se evite con ello que caigan en el olvido. Pues todo lo que tiene nombre existe, y mientras sean nombradas no serán olvidadas.
En su momento me quedé con las ganas de ver Errementari (El herrero y el diablo), y sigo sin haberlo hecho, por lo que tenía claro que el segundo trabajo en el largo de Paul Urkijo Alijo, más después de leer que también sería un film fantástico con el que se adentraba de nuevo en la mitología vasca, debía disfrutarlo en pantalla grande.
Y todavía más sabiendo de su exitoso paso por el Festival de Sitges, sus buenos comentarios en las redes y un lema (extraído de un proverbio) tan sugerente como todo lo que tiene nombre existe. Eso, y un par de carteles, fueron más que suficiente para afianzar mi decisión de verla (y también cuenta el hecho de que se produzca una película de fantasía en España solo pase de pascuas a ramos).
Irati (ídem, 2022) brilla por su ambientación, lograda gracias a un cuidado diseño de producción, dirección artística y vestuario (así como las caracterizaciones), una sugerente música y unos conseguidos efectos que logran una atmósfera onírica y lóbrega en los entornos naturales, realista y sucia en los rurales, con una medida puesta en escena y una destacable fotografía que potencia más si cabe la mencionada atmósfera.
En Irati somos testigos de la lucha de la emergente religión cristiana y los viejos ritos paganos, del hombre contra la naturaleza, y más o menos en medio de ambos tenemos al mencionado Eneko. De hecho ese aspecto, la estructura misma del film y otros detalles (como Irati, la chica "salvaje"), especialmente del final, tienen elementos en común con La princesa Mononoke (como el propio director ha confirmado en una entrevista). No obstante, a pesar de todo el esfuerzo que hay detrás de la película, a mí al menos no ha logrado sumergirme de lleno en el mundo medieval que nos muestra. Le falta algo de fuerza aun con lo poderosas que son algunas imágenes y escenas (la batalla inicial o la aparición de criaturas), y la historia de amor se antoja precipitada y algo forzada.
En cualquier caso, bienvenidas sean producciones como Irati, que ojalá sirva para que otros se animen a rascar en las heterogéneas y ricas mitologías patrias, y a recrearlas en aventuras con las que les den una nueva vida y se evite con ello que caigan en el olvido. Pues todo lo que tiene nombre existe, y mientras sean nombradas no serán olvidadas.
LO MEJOR:
-La ambientación y atmósfera, muy conseguida a pesar de que se nota que no estamos ante una superproducción.
-Lo sugerente y potencia de muchas de sus imágenes, gracias a una gran fotografía y efectos visuales.
LO PEOR:
-A mi juicio, le falta fuerza a la historia y química entre los protagonistas.
¿Quién debería verla?
Quien guste de la mitología y la fantasía medieval.
-La ambientación y atmósfera, muy conseguida a pesar de que se nota que no estamos ante una superproducción.
-Lo sugerente y potencia de muchas de sus imágenes, gracias a una gran fotografía y efectos visuales.
LO PEOR:
-A mi juicio, le falta fuerza a la historia y química entre los protagonistas.
¿Quién debería verla?
Quien guste de la mitología y la fantasía medieval.
De fantasías varias:
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