Después del “conflictivo” estreno de La edad de oro, nadie quiere financiar un proyecto de Luis Buñuel, pero su amigo Ramón Acín, medio en broma medio en serio, le promete que si gana la lotería de Navidad pondrá el dinero necesario para ese documental sobre Las Hurdes que desea hacer. Sorpresivamente gana el sorteo, así que los dos amigos, junto a otros dos miembros más, ponen rumbo a la olvidada y empobrecida región extremeña, dispuestos a denunciar su miseria al mundo.
El reputado productor Manuel Cristobal (Arrugas) apadrina esta adaptación del cómic de Fermín Solís publicado por Reservoir Books, que dirige todo un veterano en esto del cine de animación, Salvador Simó (Las aventuras de Max).
He de reconocer que no he visto ninguna película de Buñuel (que recuerde al menos), así que supongo que he podido perderme referencias interesantes al autor y su filmografía que, a bien seguro (como en los sueños del personaje), estarán repartidas por todo el largometraje. No obstante, a pesar de ese nulo bagaje, he disfrutado mucho con esta aventura que nos presenta el viaje de un personaje peculiar, con su fiel y concienciado amigo. Un viaje que les cambiará y que supondrá un punto y aparte en sus vidas, que les abrirá los ojos ante otras realidades, donde la miseria y la incultura son la normalidad.
Esto último es un hecho muy bien retratado a lo largo de todo el film, que nos transporta a otro mundo, un rincón apartado que vive en otra época, donde sus habitantes se quedan embelesados a la expectativa de que los protagonistas terminen de comer, donde se sienten importantes cuando les preguntan si pueden grabar las penosas condiciones en las que viven; donde es normal dejar a una niña enferma tirada en la calle, sin que haya un médico a muchos kilómetros de distancia que la pueda atender... Una realidad apartada de la civilización y olvidada por esta, algo que sus vecinos aceptan como algo normal.
Y, con todo ese drama, Simó nos narra una historia que nunca se aparta del humor, donde constantemente nos sorprende con las ocurrencias de Buñuel para rodar algunos de los planos, no sin cierta crueldad (el descabezamiento del pollo, las cabras, ese burro y las colmenas...), pero aligerando así un poco la carga emocional (cosa que ayuda el que sea animación y, también, el que no todo se muestre).
Buñuel en el laberinto de las tortugas (ídem, 2019) es una estupenda cinta de animación, merecedora del Goya y de un premio del Cine Europeo (entre otros galardones y nominaciones), que no solo gustará a los que amen la obra del genio surrealista, sino a cualquiera que busque una buena historia. Un film que al final te deja con sensaciones agridulces, con un poso no exento de tristeza, pero que invita a reflexionar.
El reputado productor Manuel Cristobal (Arrugas) apadrina esta adaptación del cómic de Fermín Solís publicado por Reservoir Books, que dirige todo un veterano en esto del cine de animación, Salvador Simó (Las aventuras de Max).
He de reconocer que no he visto ninguna película de Buñuel (que recuerde al menos), así que supongo que he podido perderme referencias interesantes al autor y su filmografía que, a bien seguro (como en los sueños del personaje), estarán repartidas por todo el largometraje. No obstante, a pesar de ese nulo bagaje, he disfrutado mucho con esta aventura que nos presenta el viaje de un personaje peculiar, con su fiel y concienciado amigo. Un viaje que les cambiará y que supondrá un punto y aparte en sus vidas, que les abrirá los ojos ante otras realidades, donde la miseria y la incultura son la normalidad.
Esto último es un hecho muy bien retratado a lo largo de todo el film, que nos transporta a otro mundo, un rincón apartado que vive en otra época, donde sus habitantes se quedan embelesados a la expectativa de que los protagonistas terminen de comer, donde se sienten importantes cuando les preguntan si pueden grabar las penosas condiciones en las que viven; donde es normal dejar a una niña enferma tirada en la calle, sin que haya un médico a muchos kilómetros de distancia que la pueda atender... Una realidad apartada de la civilización y olvidada por esta, algo que sus vecinos aceptan como algo normal.
Y, con todo ese drama, Simó nos narra una historia que nunca se aparta del humor, donde constantemente nos sorprende con las ocurrencias de Buñuel para rodar algunos de los planos, no sin cierta crueldad (el descabezamiento del pollo, las cabras, ese burro y las colmenas...), pero aligerando así un poco la carga emocional (cosa que ayuda el que sea animación y, también, el que no todo se muestre).
Buñuel en el laberinto de las tortugas (ídem, 2019) es una estupenda cinta de animación, merecedora del Goya y de un premio del Cine Europeo (entre otros galardones y nominaciones), que no solo gustará a los que amen la obra del genio surrealista, sino a cualquiera que busque una buena historia. Un film que al final te deja con sensaciones agridulces, con un poso no exento de tristeza, pero que invita a reflexionar.
LO MEJOR:
-Una historia muy bien narrada; además es muy entretenida y divertida.
-Ramón Acín, un nombre a reivindicar.
-Que deja poso.
LO PEOR:
-Por ponerle una pega, aunque puede ser una decisión creativa (o presupuestaria), a la animación de los personajes le falta algo de fluidez.
¿Quién debería verla?
Cualquiera que le guste una buena historia, muy especialmente quien sienta especial predilección por el cine de animación.
¿Y quién no?
-Una historia muy bien narrada; además es muy entretenida y divertida.
-Ramón Acín, un nombre a reivindicar.
-Que deja poso.
LO PEOR:
-Por ponerle una pega, aunque puede ser una decisión creativa (o presupuestaria), a la animación de los personajes le falta algo de fluidez.
¿Quién debería verla?
Cualquiera que le guste una buena historia, muy especialmente quien sienta especial predilección por el cine de animación.
¿Y quién no?
¿A quien, a estas alturas, Buñuel le escandalice?
La edición en DVD:
Tuve la suerte de que me regalaran la edición en DVD de esta recomendable cinta de animación, una edición de un solo disco pero aún así con extras de interés (pero breves), como el Así se hizo, de apenas 10 minutos. También tiene otros contenidos como Work in progress: animación y sonido, donde vemos cómo se va conformando una escena por un lado y, por otro, como actuan los actores de doblaje (el primero dura unos 2 minutos y el segundo no llega a durar uno); Grabando la banda sonora, incluye una pequeña charla de Salvador Simó que ya está en el making of, y dos fragmentos musicales que muestran imágenes de la película y de la grabación de la música de Arturo Cardelús. En Presentación en festivales, como su propio nombre indica, recoge imágenes de la presentación de la producción en diferentes eventos cinematográficos, así como su repercusión en la prensa. Por último, están el tráiler español y un teaser internacional.
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