La primera impresión que me provocó Emily (ídem, 2022) fue una cuestión: ¿qué edad tienen los personajes? Fue algo que rondó mi cabeza durante un buen rato, y lo fue porque el físico de los personajes no me terminaba de concordar con sus acciones ni con lo que, aparentemente, les deparaba el futuro inmediato. De hecho, incluso llegué a pensar que se habían equivocado en la selección del reparto.
Por suerte fue una sensación que desapareció con el pasar de los minutos, me olvidé de un aspecto que es, mayormente, superficial y subjetivo y me sumergí en ese páramo que en realidad es un mar.
Dirigida y escrita por la debutante Frances O'Connor (quien fuera la mamá de Haley Joel Osment en A.I. Inteligencia artificial), Emily nos cuenta un trozo (inventado) de la vida de Emily Brontë, y de cómo llegó a escribir Cumbres borrascosas.
Si al finalizar una película esta no te abandona y te sigue más allá de la sala (o del salón), te deja sumido en pensamientos, con sentimientos de alegría o tristeza, o te hace reflexionar sobre cualquier cuestión, entonces estamos hablando que el film en cuestión no es banal, que transciende en cierto modo y que incluso puede que te haya provocado un cambio, por muy minúsculo que sea. Emily, pienso, es una de esas películas, y es curioso que opine eso, pues justo una señora de la fila de delante pensaba que era buena técnicamente pero que era fría y vacua. Toda obra artística está sometida a las leyes de la subjetividad, aunque parte de la mismas se puedan analizar objetivamente.
No cabe duda de que el personaje de Emily, encarnado por Emma Mackey (conocida principalmente por la serie Sex Education), es el centro de la historia. Una joven que mantiene una relación muy estrecha con sus hermanas y hermano, pero con cuyo padre, interpretado por Adrian Dunbar (La carta secreta), un pastor, no parece congeniar igual, y que tampoco termina de encajar en una comunidad que, quizá, no está preparada para aceptar a alguien que se cuestiona las cosas (y que, también, tiene sus problemillas de socialización). Esta relación con sus hermanos es muy importante para su evolución, porque aunque se quieran mucho no están libres de taras, ya sea por celos y ciertas envidias, como puede ser el caso de Charlotte, la mayor, interpretada por Alexandra Dowling (Los mosqueteros), como por justo lo contrario Branwell, al que da vida Fion Whitehead (Dunkerque), y con el que tiene una relación aun más estrecha y especial, siendo una fuerte influencia para ella. Pero quien desencadena un mayor cambio en ella es William Weightman, papel encarnado por Oliver Jackson-Cohen (El hombre invisible), un personaje con un gran conflicto interno entre su religiosidad, pues es el coadjutor, y sus deseos, entre la fe ciega y la libertad de pensamiento.
Emily podría ser otro drama de época más, solo que inspirado en una vida, pero creo que sabe salirse de los conocidos paisajes al presentarnos personajes con conflictos internos y externos, y también a una realización que sabe mostrar los claroscuros y las mencionadas contradicciones, con momentos que incluso se acercan al terror y con otros luminosos donde la protagonista parece encontrar el camino que le niegan. Una película que habla sobre la creación artística (literaria), de encontrarse a uno mismo sin dejarse influenciar por lo que esperan los demás, y del poder del amor.
Por suerte fue una sensación que desapareció con el pasar de los minutos, me olvidé de un aspecto que es, mayormente, superficial y subjetivo y me sumergí en ese páramo que en realidad es un mar.
Dirigida y escrita por la debutante Frances O'Connor (quien fuera la mamá de Haley Joel Osment en A.I. Inteligencia artificial), Emily nos cuenta un trozo (inventado) de la vida de Emily Brontë, y de cómo llegó a escribir Cumbres borrascosas.
Si al finalizar una película esta no te abandona y te sigue más allá de la sala (o del salón), te deja sumido en pensamientos, con sentimientos de alegría o tristeza, o te hace reflexionar sobre cualquier cuestión, entonces estamos hablando que el film en cuestión no es banal, que transciende en cierto modo y que incluso puede que te haya provocado un cambio, por muy minúsculo que sea. Emily, pienso, es una de esas películas, y es curioso que opine eso, pues justo una señora de la fila de delante pensaba que era buena técnicamente pero que era fría y vacua. Toda obra artística está sometida a las leyes de la subjetividad, aunque parte de la mismas se puedan analizar objetivamente.
No cabe duda de que el personaje de Emily, encarnado por Emma Mackey (conocida principalmente por la serie Sex Education), es el centro de la historia. Una joven que mantiene una relación muy estrecha con sus hermanas y hermano, pero con cuyo padre, interpretado por Adrian Dunbar (La carta secreta), un pastor, no parece congeniar igual, y que tampoco termina de encajar en una comunidad que, quizá, no está preparada para aceptar a alguien que se cuestiona las cosas (y que, también, tiene sus problemillas de socialización). Esta relación con sus hermanos es muy importante para su evolución, porque aunque se quieran mucho no están libres de taras, ya sea por celos y ciertas envidias, como puede ser el caso de Charlotte, la mayor, interpretada por Alexandra Dowling (Los mosqueteros), como por justo lo contrario Branwell, al que da vida Fion Whitehead (Dunkerque), y con el que tiene una relación aun más estrecha y especial, siendo una fuerte influencia para ella. Pero quien desencadena un mayor cambio en ella es William Weightman, papel encarnado por Oliver Jackson-Cohen (El hombre invisible), un personaje con un gran conflicto interno entre su religiosidad, pues es el coadjutor, y sus deseos, entre la fe ciega y la libertad de pensamiento.
Emily podría ser otro drama de época más, solo que inspirado en una vida, pero creo que sabe salirse de los conocidos paisajes al presentarnos personajes con conflictos internos y externos, y también a una realización que sabe mostrar los claroscuros y las mencionadas contradicciones, con momentos que incluso se acercan al terror y con otros luminosos donde la protagonista parece encontrar el camino que le niegan. Una película que habla sobre la creación artística (literaria), de encontrarse a uno mismo sin dejarse influenciar por lo que esperan los demás, y del poder del amor.
LO MEJOR:
-El trabajo del reparto, a pesar del choque inicial.
-La sobria realización, el vestuario y diseño de producción, la música.
-El trabajo del reparto, a pesar del choque inicial.
-La sobria realización, el vestuario y diseño de producción, la música.
-La historia, verosímil, muy bien escrita. Deja huella.
LO PEOR:
-En mi caso, esos minutos iniciales en los que no me cuadraba, o no entendía, la edad de los personajes
¿Quién debería verla?
Además de aquellos que disfrutaron de la obra de Brontë, cualquiera que le guste una buena película de época.
LO PEOR:
-En mi caso, esos minutos iniciales en los que no me cuadraba, o no entendía, la edad de los personajes
¿Quién debería verla?
Además de aquellos que disfrutaron de la obra de Brontë, cualquiera que le guste una buena película de época.
Un detalle:
También habría que destacar la importancia del estilismo de los personajes, especialmente cuando hablamos de Emily y Charlotte, pues tanto su forma de vestir como sus peinados dicen mucho acerca de su personalidad (y la evolución de las mismas) y su estado.
Más películas que transcurren en tiempos pretéritos:
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